El dúo que sueña con una alianza populista de extrema derecha contra la Unión Europea

Matteo Salvini, vicepremier italiano y líder de la Liga Norte, recibió esta semana en Roma a Marine Le Pen, presidente de la Agrupación Nacional francesa, con el objetivo de discutir la creación de una "alternativa en Europa", que reuniría a todos los antisistema del continente. Comienza el camino hacia las elecciones parlamentarias más tensas y polarizadas en la historia del bloque regional

Darío Mizrahi
dmizrahi@infobae.com
"Los enemigos de Europa son los que están en el búnker de Bruselas. Han traído precariedad y pobreza, y se rehúsan a dejar sus poltronas. Estamos trabajando para restituir el futuro de 500 millones de europeos", sostuvo Matteo Salvini en la conferencia de prensa que ofreció el lunes en la sede romana de la Unión General del Trabajo (UGL en italiano).


Al lado del vicepremier y ministro del Interior italiano estaba Marine Le Pen, ex candidata a la presidencia de Francia, derrotada en segunda vuelta por Emmanuel Macron en 2017. "Estamos en contra de la Unión Europea, pero no en contra de Europa. De hecho, queremos salvarla", sostuvo la hija de Jean Marie.

Salvini y Le Pen lideran los partidos de ultraderecha más importantes de Italia y de Francia —y probablemente de toda Europa—: la Liga Norte y la Agrupación Nacional (ex Frente Nacional). El encuentro de esta semana fue el puntapié inicial de un proyecto que aspira a formar una gran coalición populista de escala continental, con la mira puesta en las elecciones del Parlamento Europeo, que se realizarán en mayo de 2019.

Los dirigentes quieren presentar candidatos comunes para los principales cargos: la presidencia de la Comisión Europea, que es el órgano ejecutivo de la UE, y del Consejo, que reúne a los jefes de gobierno del bloque. Actualmente desempeñan esas funciones Jean-Claude Juncker y Donald Tusk, odiados por los ultranacionalistas.

Juncker fue postulado por el Partido Popular Europeo (PPE), unión de las principales fuerzas democristianas y de centroderecha del continente, que fue el más votado en las elecciones de 2014 y controla 212 de las 750 bancas de la Eurocámara. El segundo bloque en importancia, que es el Partido de los Socialistas Europeos —alianza de las agrupaciones socialdemócratas y de centroizquierda—, cuenta con 184 escaños y también apoyó a Juncker.

El "frente de la libertad" que proponen Salvini y Le Pen pretende plasmar a escala europea lo que el populismo radical ya consiguió en muchos países: debilitar a esos dos bloques centristas y dificultarles los consensos necesarios para tomar decisiones.

"La cita de mayo será la revolución del buen sentido que está recorriendo inevitablemente toda Europa", afirmó Le Pen, extasiada.

En busca de una gran coalición populista

"Históricamente, a la extrema derecha le costó mucho juntarse en el Parlamento Europeo. Pero Salvini y Le Pen ya tienen un grupo, y esperan incrementar su poder en las próximas elecciones. Los populistas creen que, aunque continúen divididos en distintos bloques, serán los más fuertes si logran unirse para influir en la nominación del próximo presidente de la Comisión", dijo a Infobae Angelos Chryssogelos, profesor de relaciones internacionales en el King's College de Londres.

Europa de las Naciones y las Libertades (ENL) es el embrión de la alianza con la sueñan estos dirigentes. Surgió en 2014, tras las primeras elecciones europeas en las que la extrema derecha sumó un número considerable de bancas. Con 35 escaños, es el grupo parlamentario más pequeño de la Eurocámara.

Entre sus miembros, además de la Liga y de Agrupación Nacional, se destaca el Partido de la Libertad (FPO) del vicecanciller austríaco Heinz-Christian Strache, una de las dos fuerzas de ultraderecha que forman parte de coaliciones de gobierno en Europa Occidental. También está el Partido de la Libertad (PVV) de Geert Wilders, que salió segundo en los últimos comicios en Holanda, con el 13,1 por ciento.

El desafío es multiplicar la cantidad de eurodiputados que tienen, incorporando a nuevas fuerzas políticas y aumentando el caudal de votos de los que ya tienen representación. "Salvini y Le Pen están trabajando para incluir a los partidos de Viktor Orbán (Hungría) y Jimmie Akesson (Suecia). De acuerdo a las encuestas, el ENL va a crecer seguro. Probablemente alcance 60 o 70 bancas", dijo a Infobae Giuliano Bobba, profesor del Departamento de Cultura, Política y Sociedad de la Universidad de Turín.

Orbán, primer ministro húngaro, es el que está más cerca de incorporarse a la coalición. Si bien está enrolado en el PPE, la relación con sus socios es cada vez más tirante, porque es el mandatario que más lejos llevó el giro xenófobo y autoritario que sacude al mundo desarrollado. "Hay dos frentes en Europa. Uno es liderado por Emmanuel Macron (presidente de Francia), que apoya la inmigración. El otro tiene el respaldo de países que quieren proteger sus fronteras. Hungría e Italia pertenecen a este último", dijo en agosto tras reunirse con Salvini.

Ellos dicen que son los únicos capaces de salvar a Europa de su clase dominante, y restaurar la democracia, dándole voz al pueblo. Es la típica retórica populista de la derecha radical

"Ellos dicen que son los únicos capaces de salvar a Europa de su clase dominante, y restaurar la democracia, dándole voz al pueblo —continuó Bobba—. Es la típica retórica populista de la derecha radical, que se apoya en problemas reales con los que los partidos tradicionales no han podido lidiar, como la integración de los inmigrantes, la corrupción, el gasto público y las demandas de los excluidos de los beneficios de la globalización".

La política de cierre absoluto de las fronteras aplicada por Orbán, y las violaciones a los derechos humanos de los refugiados, se suman a persecuciones contra periodistas y miembros de organizaciones civiles. Un combo que incomoda mucho a una región que presume de ser la más democrática del planeta.

Esa escalada forzó al Parlamento Europeo a aprobar, por primera vez en su historia, el Artículo 7 de los tratados de la UE, la máxima sanción contra un país por no respetar derechos fundamentales. Si el proceso supera diversas instancias, Hungría podría perder la potestad de votar y quedarse sin financiamiento.

De todos modos, no será fácil que se concrete el castigo, ya que debe ser discutido por el Consejo, y todos los miembros tienen poder de veto. El que ya anticipó que lo utilizará es Polonia, otro país que podría sumarse a la alianza de Salvini y Le Pen. El gobierno nacional conservador de Mateusz Morawiecki también está en la mira de la UE por el deterioro de las instituciones democráticas. Sobre todo, por una escandalosa iniciativa que pretende minar la autonomía de la Corte Suprema de Justicia.

Si se forma una mayoría populista en el Parlamento y en la Comisión, el proyecto europeo tal como lo conocemos podría estar en riesgo

Después, hay muchos otros movimientos que, aunque no gobiernan, vienen creciendo en los últimos años y tienen coincidencias importantes con los otros en dos temas claves: el rechazo a la inmigración y a la injerencia de Bruselas en los asuntos internos de los países.

Los más destacados son el Partido del Pueblo Danés (DF), que salió segundo en las elecciones de 2015, con el 21,1% de los votos; Demócratas de Suecia (SD), que obtuvo el 17,5% en las elecciones de septiembre; y Alternativa para Alemania (AfD), que salió tercero con 12,6 por ciento.

La Unión Europea, bajo amenaza

"Por ahora, esa coalición estará lejos de tener la mayoría de la Eurocámara. Pero una vez que los conservadores se sientan cómodos votando con ellos, el rostro de la UE mutará drásticamente. El proyecto europeo ha estado en riesgo por mucho tiempo, al igual que las democracias a lo largo de Europa. Demasiada gente da por sentada a la democracia y no se da cuenta del peligro que conlleva votar por partidos populistas y extremistas para castigar a las fuerzas tradicionales por no responder a sus demandas", explicó Thomas Greven, profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Libre de Berlín, consultado por Infobae.

La UE nació en un contexto de optimismo con la globalización. Los estados nacionales estaban dispuestos a ceder ciertas atribuciones soberanas en pos de una mayor cooperación que —pensaban— podía ser beneficiosa para todos. Así se entiende que países ricos de Europa Occidental le hayan abierto las puertas ex repúblicas socialistas pobres, como Rumania o Bulgaria.

Pero los tiempos cambiaron. La combinación de crisis económica con crisis migratoria pulverizó ese optimismo. Eso explica el avance de tantos partidos antisistema y las dificultades crecientes que enfrenta la UE para tomar decisiones. La imposibilidad de llegar a un acuerdo en cuanto a la contención y la acogida de los refugiados provenientes de África y Medio Oriente es el mejor ejemplo.

"Hay múltiples líneas de división. Entre países, son Polonia y Hungría contra otros miembros. Al interior de las sociedades, son los muy educados, que están bien económicamente y suelen ser favorables a la UE, contra los menos educados y con mayores dificultades, que son más escépticos. La integración europea dejó de ser autoevidente", dijo a Infobae André Gerrits, profesor de estudios internacionales en la Universidad de Leiden.

Si una coalición populista de extrema derecha prosperara en la Eurocámara, el proyecto de unidad podría sufrir un golpe letal. Pero Gerrits no ve muy viable que tenga demasiado éxito en el corto plazo. "No creo que este grupo pase a ser un factor de gran relevancia en Europa. Primero, porque es muy pequeño. Por más que vaya a incrementar la cantidad de bancas, no lo hará al punto de hacer una diferencia. Segundo, porque tienen diferencias respecto del futuro de la UE. Algunos quieren que sus países se vayan del bloque, como el PVV de Wilders, pero otros quieren reformarla radicalmente, como la Agrupación Nacional y el FPO austríaco".

De todos modos, la velocidad de los cambios políticos que se desencadenaron en los últimos años invita a la cautela. El Brexit, el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, la victoria de Jair Bolsonaro en Brasil, y muchos otros episodios que sacudieron al mundo recientemente, eran inesperados meses antes de que se produjeran.

Para tener cierta dimensión de lo que implicaría la consolidación de estos movimientos a escala continental, basta con ver lo que hizo Salvini en Italia en sus cuatro meses como ministro del Interior. En una decisión sin precedentes —y violatoria del derecho internacional—, a días de asumir el cargo prohibió el desembarco en territorio italiano del Aquarius, que transportaba a 629 inmigrantes que habían naufragado tratando de cruzar el Mediterráneo. La medida provocó un tenso cruce diplomático con los vecinos, que se descomprimió cuando el gobierno español de Pedro Sánchez resolvió acogerlos.

Salvini dio otra muestra de su desprecio por las normas europeas a fines de septiembre, cuando presentó un proyecto de presupuesto que contempla un déficit de 2,4% en los próximos tres años, muy por encima de lo estimado por el gobierno anterior y de lo acordado con la UE. Pierre Moscovici, comisario de Economía del bloque, llamó "pequeño Mussolini" al vicepremier y Juncker anticipó que propondrá cambios.

"Las consecuencias dependen del éxito que tengan en las elecciones de 2019. Si es mayor al esperado, y se forma una mayoría populista en el Parlamento y en la Comisión, el proyecto europeo tal como lo conocemos estaría en riesgo. Por el contrario, el si éxito es más limitado, estos partidos podrían incluso servir como estímulo para que las fuerzas tradicionales reduzcan la brecha entre ciudadanos, políticos e instituciones", concluyó Bobba.

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