Bruselas y Londres acercan posturas para salvar el acuerdo del Brexit
Ambas partes mantienen contacto permanente para sentar el próximo miércoles las bases de un acuerdo
Bernardo de Miguel
Bruselas, El País
Día y noche. Las negociaciones para la salida del Reino Unido de la Unión Europea han entrado en una fase crítica en la que las dos partes se mantienen en contacto casi permanente para sentar el próximo miércoles las bases de un acuerdo. Los malos efluvios de la cumbre de Salzburgo en septiembre, donde se rozó la ruptura, parecen superados y tanto Bruselas como Londres se tienden la mano para evitar un catastrófico colapso.
"Las negociaciones continúan esta semana de manera intensiva, día y noche, con el objetivo fijado por los Veintisiete de que el acuerdo esté al alcance de la mano en el Consejo Europeo del 17 de octubre que es ¡el miércoles que viene!", ha exclamado el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, durante una intervención ante el llamado Parlamento de las empresas, un foro empresarial celebrado en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas.
El entusiasmo de Barnier sintetiza el ambiente optimista que cunde en las últimas horas entre los equipos negociadores de ambos bandos. Los escollos a superar siguen presentes y pasan por la necesidad de garantizar la libre circulación entre las dos partes de Irlanda y por una declaración sobre la relación futura entre Reino Unido y la UE. Pero a uno y otro lado del canal de la Mancha surgen señales evidentes de la voluntad de acercar posiciones.
Barnier ha concretado este miércoles, con mayor detalle que nunca en público, su propuesta para solucionar el problema irlandés, con una supervisión previa y casi siempre digital de las mercancías que entren desde Reino Unido al mercado europeo por la vía irlandesa. El francés se ha referido expresamente al ejemplo de Canarias (con controles en el envío de mercancías hacia la España peninsular) para resaltar que su propuesta no supone un quebranto de la integridad de Reino Unido ni tiene por qué resultar traumática. Y para el futuro, ha ofrecido a Londres "un acuerdo de libre cambio ambicioso, acompañado de cooperación aduanera y reglamentaria" y con la posibilidad de "enriquecerlo a lo largo de la negociación".
La primera ministra británica, Theresa May, se reserva de momento su última oferta, entre otras cosas, para que no sea despellejada por el ala más eurófoba de su partido. Pero en Bruselas se da casi por seguro que hará un gesto de acercamiento antes del Consejo Europeo. Y fuentes próximas al presidente del Consejo, Donald Tusk, no descartan que se invite a May a participar en la reunión con los Veintisiete para que concrete de manera oral su voluntad de acuerdo.
Ese mismo formato, los Veintisiete más May, fue el elegido en Salzburgo. Y la intransigencia de la británica, según fuentes europeas, desencadenó un cataclismo que colocó a la UE y al Reino Unido al borde del abismo de un Brexit sin acuerdo. Pero en la recta final, ambas partes parecen haber aceptado que el empecinamiento en ciertas posiciones resulta contraproducente y cada vez más peligroso porque se acerca el plazo final. "En caso de no acuerdo, los costes serán muy elevados, en primer lugar, para Reino Unido, pero también para ciertos sectores de nuestra economía", ha admitido Barnier.
El maratón hasta el día 17 de octubre se ha iniciado este miércoles con una intervención de Barnier a puerta cerrada en la reunión semanal de la Comisión Europea, presidida por Jean-Claude Juncker. Barnier ha descrito ante los comisarios los entresijos de una negociación que apunta a su punto álgido y que, si todo marcha como se desea, podría concluirse en noviembre, a tiempo para la ratificación parlamentaria en la UE (Parlamento Europeo) y en Reino Unido.
Fuentes del equipo de Juncker insisten en que el objetivo es una salida pactada el próximo 29 de marzo. Pero también admiten, y así se ha expresado durante la reunión confidencial con Barnier, que Bruselas no cejará en sus preparativos para un posible escenario de acuerdo sin salida, aunque se reserva los detalles para no alentar suspicacias que puedan ser explotadas contra May en Reino Unido.
El escenario central, no obstante, sigue siendo un acuerdo para un Brexit suave a partir de las propuestas de Barnier y del Gobierno británico de May. El camino hacia ese pacto pasa por una reunión a nivel técnico de los 27 socios de la UE el próximo lunes, y otra, a nivel de ministros de Exteriores, el martes. Tras esas citas preparatorias y si se cumple el calendario anhelado por Bruselas y Londres, los 27 líderes de la Unión cerrarán en "la cena del Brexit" del 17 de octubre lo que podría ser el diseño casi definitivo de la primera escisión en la historia del club europeo.
Fuentes diplomáticas de los principales socios europeos corroboran el "espíritu" de concordia que se respira en las últimas horas. Y confían en que se mantenga para cerrar un acuerdo que ya está pactado en casi el 85% de su contenido, aunque esas mismas fuentes reconocen cierta inquietud por la situación volátil e inestable que se vive en torno al Gobierno británico y al Parlamento de Westminster.
May reclama, además, alguna contrapartida europea que le permita lograr el referendo del acuerdo de salida en su Parlamento. La demanda de Londres se centra en la llamada Declaración sobre la relación futura. "Hemos negociado durante meses sobre cómo separarnos pero casi nada sobre la futura convivencia", lamenta una fuente diplomática británica. Londres reclama que la declaración tenga un carácter legalmente vinculante y que comprometa a la UE a cumplir sus promesas de mantener una relación privilegiada y excepcional con el Reino Unido cuando se convierta en un país tercero.
Pero Barnier y la mayoría de los socios europeos prefieren reducir la declaración a una mero texto político que deje manos libres a la UE para la futura negociación del acuerdo comercial con Reino Unido, que también se antoja largo y complicado. El nuevo acuerdo debe negociarse antes de finales de 2020, cuando expirará el período de transición de salida que se espera pactar con Londres. Pero nada garantiza que se logre ni que se logre a tiempo.
Barnier reconoce que ya se ha comenzado a trabajar sobre ese pacto, en paralelo a las negociaciones de salida. Pero los trabajos no alcanzarán su ritmo de crucero hasta que no se consume el Brexit (29 de marzo de 2019). Y a partir de entonces, el futuro acuerdo comercial requerirá "decenas de mesas de negociación paralelas", según detalla la UE.
Bernardo de Miguel
Bruselas, El País
Día y noche. Las negociaciones para la salida del Reino Unido de la Unión Europea han entrado en una fase crítica en la que las dos partes se mantienen en contacto casi permanente para sentar el próximo miércoles las bases de un acuerdo. Los malos efluvios de la cumbre de Salzburgo en septiembre, donde se rozó la ruptura, parecen superados y tanto Bruselas como Londres se tienden la mano para evitar un catastrófico colapso.
"Las negociaciones continúan esta semana de manera intensiva, día y noche, con el objetivo fijado por los Veintisiete de que el acuerdo esté al alcance de la mano en el Consejo Europeo del 17 de octubre que es ¡el miércoles que viene!", ha exclamado el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, durante una intervención ante el llamado Parlamento de las empresas, un foro empresarial celebrado en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas.
El entusiasmo de Barnier sintetiza el ambiente optimista que cunde en las últimas horas entre los equipos negociadores de ambos bandos. Los escollos a superar siguen presentes y pasan por la necesidad de garantizar la libre circulación entre las dos partes de Irlanda y por una declaración sobre la relación futura entre Reino Unido y la UE. Pero a uno y otro lado del canal de la Mancha surgen señales evidentes de la voluntad de acercar posiciones.
Barnier ha concretado este miércoles, con mayor detalle que nunca en público, su propuesta para solucionar el problema irlandés, con una supervisión previa y casi siempre digital de las mercancías que entren desde Reino Unido al mercado europeo por la vía irlandesa. El francés se ha referido expresamente al ejemplo de Canarias (con controles en el envío de mercancías hacia la España peninsular) para resaltar que su propuesta no supone un quebranto de la integridad de Reino Unido ni tiene por qué resultar traumática. Y para el futuro, ha ofrecido a Londres "un acuerdo de libre cambio ambicioso, acompañado de cooperación aduanera y reglamentaria" y con la posibilidad de "enriquecerlo a lo largo de la negociación".
La primera ministra británica, Theresa May, se reserva de momento su última oferta, entre otras cosas, para que no sea despellejada por el ala más eurófoba de su partido. Pero en Bruselas se da casi por seguro que hará un gesto de acercamiento antes del Consejo Europeo. Y fuentes próximas al presidente del Consejo, Donald Tusk, no descartan que se invite a May a participar en la reunión con los Veintisiete para que concrete de manera oral su voluntad de acuerdo.
Ese mismo formato, los Veintisiete más May, fue el elegido en Salzburgo. Y la intransigencia de la británica, según fuentes europeas, desencadenó un cataclismo que colocó a la UE y al Reino Unido al borde del abismo de un Brexit sin acuerdo. Pero en la recta final, ambas partes parecen haber aceptado que el empecinamiento en ciertas posiciones resulta contraproducente y cada vez más peligroso porque se acerca el plazo final. "En caso de no acuerdo, los costes serán muy elevados, en primer lugar, para Reino Unido, pero también para ciertos sectores de nuestra economía", ha admitido Barnier.
El maratón hasta el día 17 de octubre se ha iniciado este miércoles con una intervención de Barnier a puerta cerrada en la reunión semanal de la Comisión Europea, presidida por Jean-Claude Juncker. Barnier ha descrito ante los comisarios los entresijos de una negociación que apunta a su punto álgido y que, si todo marcha como se desea, podría concluirse en noviembre, a tiempo para la ratificación parlamentaria en la UE (Parlamento Europeo) y en Reino Unido.
Fuentes del equipo de Juncker insisten en que el objetivo es una salida pactada el próximo 29 de marzo. Pero también admiten, y así se ha expresado durante la reunión confidencial con Barnier, que Bruselas no cejará en sus preparativos para un posible escenario de acuerdo sin salida, aunque se reserva los detalles para no alentar suspicacias que puedan ser explotadas contra May en Reino Unido.
El escenario central, no obstante, sigue siendo un acuerdo para un Brexit suave a partir de las propuestas de Barnier y del Gobierno británico de May. El camino hacia ese pacto pasa por una reunión a nivel técnico de los 27 socios de la UE el próximo lunes, y otra, a nivel de ministros de Exteriores, el martes. Tras esas citas preparatorias y si se cumple el calendario anhelado por Bruselas y Londres, los 27 líderes de la Unión cerrarán en "la cena del Brexit" del 17 de octubre lo que podría ser el diseño casi definitivo de la primera escisión en la historia del club europeo.
Fuentes diplomáticas de los principales socios europeos corroboran el "espíritu" de concordia que se respira en las últimas horas. Y confían en que se mantenga para cerrar un acuerdo que ya está pactado en casi el 85% de su contenido, aunque esas mismas fuentes reconocen cierta inquietud por la situación volátil e inestable que se vive en torno al Gobierno británico y al Parlamento de Westminster.
May reclama, además, alguna contrapartida europea que le permita lograr el referendo del acuerdo de salida en su Parlamento. La demanda de Londres se centra en la llamada Declaración sobre la relación futura. "Hemos negociado durante meses sobre cómo separarnos pero casi nada sobre la futura convivencia", lamenta una fuente diplomática británica. Londres reclama que la declaración tenga un carácter legalmente vinculante y que comprometa a la UE a cumplir sus promesas de mantener una relación privilegiada y excepcional con el Reino Unido cuando se convierta en un país tercero.
Pero Barnier y la mayoría de los socios europeos prefieren reducir la declaración a una mero texto político que deje manos libres a la UE para la futura negociación del acuerdo comercial con Reino Unido, que también se antoja largo y complicado. El nuevo acuerdo debe negociarse antes de finales de 2020, cuando expirará el período de transición de salida que se espera pactar con Londres. Pero nada garantiza que se logre ni que se logre a tiempo.
Barnier reconoce que ya se ha comenzado a trabajar sobre ese pacto, en paralelo a las negociaciones de salida. Pero los trabajos no alcanzarán su ritmo de crucero hasta que no se consume el Brexit (29 de marzo de 2019). Y a partir de entonces, el futuro acuerdo comercial requerirá "decenas de mesas de negociación paralelas", según detalla la UE.