ATLÉTICO 2 -REAL SOCIEDAD 0 Así se levanta un líder
Arrolló a la Real Sociedad en el Metropolitano para olvidar el 4-0 en Dortmund. Marcaron Godín y Filipe. Lucas se lesionó. A falta del Clásico, ayer ya durmió líder.
Patricia Cazón
As
Se iba el partido al descanso con el bostezo de todos en la boca. De la grada, por el choque de pizarras y el fútbol sin apenas nada, de los espectadores y hasta de Willian José, isla solitaria txuri-urdin. Pero entonces ese balón llegó a Correa, que se giró sacándose el pincel: centro-chut, la pelota que pega en el pie de Navas y rueda en el área hasta Godín. La pateó con el alma.
No se había estampado aún el balón en la red de Moyá y Godín ya corría golpeándose el escudo al pecho. Con fuerza. Por la herida de Dortmund y las dudas de Vila-real. Por las peñas, que ayer era su día. Por Gabi y todos los hermanos de sangre. Por ser su primero en el Metropolitano. Por esa C de capitán que ahora lleva al brazo. Porque tenía que ser Godín: nadie como él para alzar el escudo ante las sombras. Que LaLiga esta noche cambió de líder. Y, a la espera del Clásico, el nuevo es rojiblanco, es el Atlético.
Había comenzado el partido con Costa de titular (aunque en principio se anunciara Kalinic) y Rodrigo también. Garitano le puso una sombra: Sangalli. El Atleti era ese Atleti que había dominado quince minutos en Dortmund: Rodrigo y Koke al centro, Saúl paso adelante. En el inicio todo era ya suyo pero con imprecisiones, que los nervios también jugaban ayer. La Real iba por el centro, presionando arriba, buscando verticalidad, pero chocando siempre con piernas, cabezas y barreras rojiblancas. Oblak nunca tuvo visita, sus guantes no se mancharon. Lo más cerca fue un trallazo de Rubén Pardo desde fuera del área. Eso, en los primeros 45 minutos. Y no habría más en 90’. Nadie sacó a Willian José de su isla. Ni un balón le llegó.
El choque de pizarras rechinaba sobre la hierba, con el Atleti que dominaba desde el balón pero saludaba a Moyá de lejos. La nada se había hecho fútbol en el Metropolitano. Nada de Illarra, poco de Zubeldia, un valle rojiblanco. Ni con cuatro saques de esquina en un minuto el Atleti encontraba el tesoro y eso que, en el último, Griezmann se frotó la bota y se sacó una media tijera. Por un dedo la genialidad se le fue alto, pero ya estaba ahí el Atleti. Córner a córner (ocho en media hora) se había instalado en el campo txuri-urdin.
Movía la pelota rápido y buscaba a Costa, y que su bota haga clic, y también la cabeza, y que vuelvan los goles, su furia y su caos. Algo era al menos, en medio de la nada. Se acercaba eso, el descanso con el bostezo en las bocas. Hasta que en la última jugada apareció Correa y su media vuelta, apareció Godín y en el Metropolitano sólo se escuchó un capitán golpeándose un escudo al pecho, un goool con acento charrúa, que sonaba a liberación.
La caseta devolvió a un Atleti sin Lucas, lesionado, y con Filipe. La Real salió pero no: nunca volvió a levantarse tras el derechazo de Godín. Desmadejada y rota, sólo persiguió sombras. Arias corría, fino, Rodrigo mandaba, Koke escoltaba, Correa merodeaba y el Atleti abusaba. En la segunda parte, ni con Sandro ni Juanmi, la Real no supo qué era el balón, no lo tocó. No hubo esta vez moon walker rojiblanco. Quince minutos después del descanso volvió ese sonido al Metropolitano, el de una mano golpeándose el pecho.
Fue de Filipe. Si su latigazo a la escuadra fue golazo (y con la derecha, la mala), la contra en la que Costa, solo, envió un balón al cuerpo de Moyá contó algo: ayer lo que debían hacer los delanteros les salía a los defensas. O, mejor, a los de siempre. Que Filipe y Godín hace mucho que son guerreros del Cholo y el coraje y el corazón del himno está en sus piernas. Y sobre ellas se levantó el equipo tras la caída en Dortmund, para espantar las sombras. El peor Atleti del Cholo ya dormía líder.
Patricia Cazón
As
Se iba el partido al descanso con el bostezo de todos en la boca. De la grada, por el choque de pizarras y el fútbol sin apenas nada, de los espectadores y hasta de Willian José, isla solitaria txuri-urdin. Pero entonces ese balón llegó a Correa, que se giró sacándose el pincel: centro-chut, la pelota que pega en el pie de Navas y rueda en el área hasta Godín. La pateó con el alma.
No se había estampado aún el balón en la red de Moyá y Godín ya corría golpeándose el escudo al pecho. Con fuerza. Por la herida de Dortmund y las dudas de Vila-real. Por las peñas, que ayer era su día. Por Gabi y todos los hermanos de sangre. Por ser su primero en el Metropolitano. Por esa C de capitán que ahora lleva al brazo. Porque tenía que ser Godín: nadie como él para alzar el escudo ante las sombras. Que LaLiga esta noche cambió de líder. Y, a la espera del Clásico, el nuevo es rojiblanco, es el Atlético.
Había comenzado el partido con Costa de titular (aunque en principio se anunciara Kalinic) y Rodrigo también. Garitano le puso una sombra: Sangalli. El Atleti era ese Atleti que había dominado quince minutos en Dortmund: Rodrigo y Koke al centro, Saúl paso adelante. En el inicio todo era ya suyo pero con imprecisiones, que los nervios también jugaban ayer. La Real iba por el centro, presionando arriba, buscando verticalidad, pero chocando siempre con piernas, cabezas y barreras rojiblancas. Oblak nunca tuvo visita, sus guantes no se mancharon. Lo más cerca fue un trallazo de Rubén Pardo desde fuera del área. Eso, en los primeros 45 minutos. Y no habría más en 90’. Nadie sacó a Willian José de su isla. Ni un balón le llegó.
El choque de pizarras rechinaba sobre la hierba, con el Atleti que dominaba desde el balón pero saludaba a Moyá de lejos. La nada se había hecho fútbol en el Metropolitano. Nada de Illarra, poco de Zubeldia, un valle rojiblanco. Ni con cuatro saques de esquina en un minuto el Atleti encontraba el tesoro y eso que, en el último, Griezmann se frotó la bota y se sacó una media tijera. Por un dedo la genialidad se le fue alto, pero ya estaba ahí el Atleti. Córner a córner (ocho en media hora) se había instalado en el campo txuri-urdin.
Movía la pelota rápido y buscaba a Costa, y que su bota haga clic, y también la cabeza, y que vuelvan los goles, su furia y su caos. Algo era al menos, en medio de la nada. Se acercaba eso, el descanso con el bostezo en las bocas. Hasta que en la última jugada apareció Correa y su media vuelta, apareció Godín y en el Metropolitano sólo se escuchó un capitán golpeándose un escudo al pecho, un goool con acento charrúa, que sonaba a liberación.
La caseta devolvió a un Atleti sin Lucas, lesionado, y con Filipe. La Real salió pero no: nunca volvió a levantarse tras el derechazo de Godín. Desmadejada y rota, sólo persiguió sombras. Arias corría, fino, Rodrigo mandaba, Koke escoltaba, Correa merodeaba y el Atleti abusaba. En la segunda parte, ni con Sandro ni Juanmi, la Real no supo qué era el balón, no lo tocó. No hubo esta vez moon walker rojiblanco. Quince minutos después del descanso volvió ese sonido al Metropolitano, el de una mano golpeándose el pecho.
Fue de Filipe. Si su latigazo a la escuadra fue golazo (y con la derecha, la mala), la contra en la que Costa, solo, envió un balón al cuerpo de Moyá contó algo: ayer lo que debían hacer los delanteros les salía a los defensas. O, mejor, a los de siempre. Que Filipe y Godín hace mucho que son guerreros del Cholo y el coraje y el corazón del himno está en sus piernas. Y sobre ellas se levantó el equipo tras la caída en Dortmund, para espantar las sombras. El peor Atleti del Cholo ya dormía líder.