Racing recuperó la alegría, bajó a Rosario Central y es el único líder

Se impuso por 2-0 en Avellaneda con goles de Lisandro López y Augusto Solari.

Clarín
​La sentencia baja de la tribuna, cargada a pesar del horario y los momentos vividos. Es temprano en Avellaneda, pero los hinchas madrugan porque todavía creen en Racing. Más allá del mazazo de River en el Monumental y ese sueño continental que se perdió muy pronto, en octavos de final, detrás de una goleada que dejó demasiadas secuelas. Entonces, sale el sol para la Academia en este domingo de resurrección. Con Lisandro López como guía, con esa actitud que le reclamaba para disputar cada pelota. Con un volumen de juego y una intensidad que fluyen en el segundo tiempo, fundamentalmente. Para bajar a Central de la punta y ser el nuevo líder de la Superliga.


¿Este es el año Academia?

​No podrá coronar en 2018, está claro. Eliminado de la Libertadores y de la Copa Argentina, ahora tiene una meta entre ceja y ceja: mientras el resto de los grandes siguen en carrera en la arena internacional, la obligación es cerrar el semestre en la cima de la tabla. Con la autoridad y las variantes ofensivas que mostró esta mañana, tal vez sea posible sostener la ilusión. Con un técnico al que no le tiembla el pulso, también. El Racing “liviano” le dio paso a uno de carácter. Con cambios que hicieron ruido pero terminaron siendo beneficiosos. Y dejaron claro que el Chacho tiene el control y que el equipo está por encima de cualquier jugador.

Coudet prescindió de Ricardo Centurión y Gustavo Bou, dos íconos del campeón 2014. Mandó al banco, además, a Nery Domínguez. No concentró a Neri Cardozo. Platos rotos de la derrota en Núñez, en definitiva. Pero no modificó la esencia del equipo. Apostó a la tenencia, a la salida prolija desde el fondo y al juego interno para abrir la cancha y buscar el desborde. En ese sentido, Marcelo Díaz administró muy bien la pelota. El volante chileno es un jugador de jerarquía. Se mezcla entre los centrales cuando la necesidad obliga a retroceder y toma la lanza cuando se impone el pase agresivo. Fue el mejor futbolista de celeste y blanco. El que marcó el camino. Lisandro López mostró su vigencia y esas ganas locas de ser campeón. Fue el más activo, por momentos, cargándose el ataque al hombro. Pero faltó explosión.

Racing se diluyó en las inmediaciones del área de Central, un equipo sólido, ordenado, corto y con pocas ambiciones ofensivas. A bordo del 4-4-2 que pregona Edgardo Bauza, dejó jugar a su rival y cuando recuperó el balón, intentó abastecer al doble “9”. Ni Fernando Zampedri ni Marco Ruben progresaron en el área. Y entre una Academia que ganaba la posesión pero no profundizaba adelante y otra Academia que tenía como único objetivo cerrar los caminos, salió un partido aburrido, sin emociones.

Hubo un gol anulado. Levantó la bandera Cristian Navarro con vista de lince. Cuando partió el centro de Augusto Solari que terminó en el cabezazo goleador de Lisandro López, el asistente advirtió que Jonatan Cristaldo peinó la pelota previamente. Offside finito, pero correcta decisión del juez de línea. Aquella jugada, discutida por Coudet, y un toque de Pol Fernández para Matías Zaracho que generó una notable reacción de Ledesma fueron las únicas llegadas con serio peligro que produjo Racing.

En el segundo tiempo, fue mucho más agresivo. Y encontró el gol muy rápido, con una pelota parada. Pol Fernández ejecutó el tiro de esquina, Cristaldo peinó en el primer palo y Lisandro, por detrás de todos, la empujó al 1 a 0. A partir de ese instante, Racing dominó completamente el partido. Y quedó corto el resultado. No fue mucho más holgado por las extraordinarias tapadas de Ledesma, que salvó ante Solari, Cristaldo y Saravia.

Bauza metió mano en el banco. Apostó los pibes talentosos como Andrés Lioi y Maximiliano Lovera, pero no pudieron cambiar el panorama. Racing apretó en cada pelota y llegó con mayor riesgo al arco rosarino. El gol de Solari, una gran definición después de una pared con Bou –reemplazante de Cristaldo- le dieron un cierre perfecto a la mañana. Para volver a soñar con un título fronteras adentro y olvidarse de la desilusión internacional.

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