Los euroescépticos dan una tregua a May a la espera de que retire su plan para el Brexit
Los ‘tories’ temen una victoria laborista en unas posibles elecciones anticipadas
Rafa de Miguel
Londres, El País
Theresa May reunió este lunes a sus ministros en lo que se esperaba fuera un tormentoso consejo. El primero después de la humillación sufrida la semana pasada en Salzburgo (Austria) por la primera ministra, cuando los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea rechazaron de plano el borrador de la negociación, el llamado plan Chequers. Algunos medios conservadores anunciaban en las horas previas nuevas dimisiones de miembros del Ejecutivo de Reino Unido y la posibilidad de que algún ministro del ala dura exigiera a May que volviera a su idea original de negociar con Bruselas un tratado comercial similar al que tiene con Canadá.
Finalmente, la sangre no llegó al río. Ni hubo dimisiones, ni parece, por lo que trascendió al final de la reunión, que se oyeran voces altisonantes. “Tuvimos una discusión muy fructífera en la que la primera ministra nos pidió que mantuviéramos la calma y no nos pusiéramos nerviosos”, explicó a la BBC el ministro para el Brexit, Dominc Raab, a la salida del encuentro. “[May] anunció que seguiremos presionando a la UE respecto a algunas de las críticas que han vertido sobre nuestro plan, pero a la vez dejaremos claro que no han presentado hasta el momento ninguna alternativa viable”, añadió.
Es más el pavor a una victoria laborista en unas elecciones anticipadas, que la propia May tiene en su mano forzar si la rebelión del ala dura de su partido va a más, que las palabras pretendidamente tranquilizadoras de la primera ministra lo que ha hecho que los euroescépticos decidan rebajar la presión. Ese miedo, y su convicción de que todavía están a tiempo de convencerla para que meta en un cajón su plan Chequers y vuelva al espíritu original de sus primeros discursos después del referéndum de 2016.
“Quiero que recupere aquel tono elegante y decidido que utilizó en su discurso de Lancaster House”, decía el líder de los tories rebeldes, el exministro de Exteriores, Boris Johnson a las cámaras de televisión ante su casa. Se refería a la idea original, acariciada por la propia May, de negociar desde cero con la UE un nuevo tratado comercial similar al acordado con Canadá. Una idea muy querida por los tories más radicales, que este lunes salieron en tromba a elogiar un nuevo informe del Instituto para Asuntos Económicos, partidario del Brexit, que defendía las virtudes de un acuerdo a la canadiense.
El propio Jeremy Hunt, ministro de Exteriores, hasta ahora aliado fiel de May, ha defendido públicamente esta opción. Ninguno de ellos, sin embargo, es capaz de explicar cómo lograrían de ese modo que no hubiera una frontera comercial entre las dos Irlandas, o entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido.
Rafa de Miguel
Londres, El País
Theresa May reunió este lunes a sus ministros en lo que se esperaba fuera un tormentoso consejo. El primero después de la humillación sufrida la semana pasada en Salzburgo (Austria) por la primera ministra, cuando los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea rechazaron de plano el borrador de la negociación, el llamado plan Chequers. Algunos medios conservadores anunciaban en las horas previas nuevas dimisiones de miembros del Ejecutivo de Reino Unido y la posibilidad de que algún ministro del ala dura exigiera a May que volviera a su idea original de negociar con Bruselas un tratado comercial similar al que tiene con Canadá.
Finalmente, la sangre no llegó al río. Ni hubo dimisiones, ni parece, por lo que trascendió al final de la reunión, que se oyeran voces altisonantes. “Tuvimos una discusión muy fructífera en la que la primera ministra nos pidió que mantuviéramos la calma y no nos pusiéramos nerviosos”, explicó a la BBC el ministro para el Brexit, Dominc Raab, a la salida del encuentro. “[May] anunció que seguiremos presionando a la UE respecto a algunas de las críticas que han vertido sobre nuestro plan, pero a la vez dejaremos claro que no han presentado hasta el momento ninguna alternativa viable”, añadió.
Es más el pavor a una victoria laborista en unas elecciones anticipadas, que la propia May tiene en su mano forzar si la rebelión del ala dura de su partido va a más, que las palabras pretendidamente tranquilizadoras de la primera ministra lo que ha hecho que los euroescépticos decidan rebajar la presión. Ese miedo, y su convicción de que todavía están a tiempo de convencerla para que meta en un cajón su plan Chequers y vuelva al espíritu original de sus primeros discursos después del referéndum de 2016.
“Quiero que recupere aquel tono elegante y decidido que utilizó en su discurso de Lancaster House”, decía el líder de los tories rebeldes, el exministro de Exteriores, Boris Johnson a las cámaras de televisión ante su casa. Se refería a la idea original, acariciada por la propia May, de negociar desde cero con la UE un nuevo tratado comercial similar al acordado con Canadá. Una idea muy querida por los tories más radicales, que este lunes salieron en tromba a elogiar un nuevo informe del Instituto para Asuntos Económicos, partidario del Brexit, que defendía las virtudes de un acuerdo a la canadiense.
El propio Jeremy Hunt, ministro de Exteriores, hasta ahora aliado fiel de May, ha defendido públicamente esta opción. Ninguno de ellos, sin embargo, es capaz de explicar cómo lograrían de ese modo que no hubiera una frontera comercial entre las dos Irlandas, o entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido.