Los argentinos y el bolsillo / El dólar se debate entre el salto inflacionario y el “efecto riqueza”
Pronostican la mayor inflación en años. Y aseguran que el muy fuerte le mejora de la competitividad.
Daniel Fernández Canedo
Clarín
Los operadores financieros reconocen que Luis Caputo demostró tener un control mayor sobre la evolución del mercado cambiario pero consideran que el partido hacia una estabilización más duradera todavía no terminó.
Después de tres días de calma, volvieron las intervenciones del Banco Central, pero el dólar terminó en alza aunque en el circuito mayorista cotiza por debajo de los $38 ($37,94, +1,5%).
El martes fue la devaluación del real brasileño (el dólar allá subió 1,7%) la que actuó de argumento para recordar la vigencia de una crisis que está lejos de pasar al olvido para los países emergentes.
El último informe del poderoso banco estadounidense JP Morgan habla de que la economía de los países emergentes está “manchada” y se pregunta: ¿el terreno cambia a una “interrupción repentina” de los flujos de capital?.
En la visión del banco, los países con déficit alto en la cuenta corriente externa estarán mucho más expuestos a esas interrupciones y destaca que Brasil, India y Rusia avanzaron en la intervención cambiaria tratando de frenar devaluaciones.
En ese contexto externo más complicado la Argentina demostró ser el país más expuesto por su elevada deuda pero, también el que está haciendo el ajuste más acelerado.
Tal vez fue el abrupto corte del crédito para el país lo que explica que el Gobierno esté dispuesto a pagar tasas de 7% anual para colocar Letras del Tesoro a 196 días de plazo. La necesidad de dólares se impone.
Pero la regla no escrita que domina el mercado cambiario es que la gente sólo deja de comprar dólares cuando se terminan los pesos para hacerlo. Y Caputo está mostrando efectividad en “secar” al mercado de pesos.
Ese resultado también se logra con una tasa de referencia de 60% anual y profundizando las condiciones recesivas que generan el salto inflacionario y la caída del salario real que se está dando en estas semanas.
La inflación de septiembre se encamina a ser, por lejos, la más alta en años. Los analistas que siguen de cerca la evolución de los índices ahora hablan de que “el piso” sería 6%.
Cuentan subas de entre 10 y 15 % en los alimentos de la canasta básica, de 20% en la carne, de entre 12 y 15% de los combustibles, de 20% en medicamentos y de algunos bienes durables, caso autos, que registraron aumentos de entre 13 y 15%.
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Los sueldos pierden nítidamente la carrera y la consultora Ecolatina calcula que “el salario real podría perder en promedio más de 12% en el segundo semestre” pero que, con los aumentos que llegarían en la última parte del año la pérdida en el “salario registrado promedio sería de 6%”.
Un golpe fuerte a los bolsillos y al consumo doméstico.
La contracara de la escalada del dólar, dicen los economistas, es que la economía está recuperando niveles de competitividad en forma acelerada.
Un indicador que se destaca en el informe del JP Morgan es que la Argentina bajaría de 4,4% a 1,3% del PBI el déficit de su balanza de pagos entre este año y el próximo.
Es claro que ni la reducción del déficit de la balanza de pagos (entrada y salida del dólares del país) pronosticada ni el aumento de la competitividad fueron productos de una política buscada sino que los decidió el mercado. Pero que son indicadores de cambio concretos no existen dudas.
Como tampoco existen sobre el “efecto riqueza” que tienen los tenedores de dólares que en la Argentina, es una secreto a voces, son muchos.
El dólar subió 35% sólo en agosto y más de 100% en el año. Como el traslado a los precios domésticos no será de esas magnitudes y la baja de las ventas se hace sentir con intensidad, el poder de compra del dólar se hizo muy fuerte.
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Indumentaria, costo de la construcción, autos (especialmente los usados de alta gama), turismo doméstico, zapatillas y muchos productos y actividades más que no pueden trasladar “vis a vis” la devaluación bajan en su valuación en dólares.
La paradoja del momento es que la suba del dólar encarece muy fuerte casi todos los productos y servicios para la gente en pesos y los “abarata” medidos en términos de dólares.
El “efecto riqueza” traducido en los financiero desemboca en la pregunta: ¿habrá llegado la hora de pasar ahorros de dólares a pesos?.
Con una tasa de interés de 60% anual como paraguas los bancos comenzaron a subir las tasas para los depositantes de plazo fijo pero en promedio pagan 36% anual, o sea por debajo de la inflación prevista.
¿Le ganará la carrera la tasa al dólar en los próximos 90 días si el Fondo Monetario le da más plata al gobierno y logran estabilizar al mercado cambiario?.
La pregunta flota pero la respuesta de los ahorristas, por ahora es cautelosa y los banqueros están muy atentos a la evolución de los depósitos tanto en pesos como en dólares.
Si bien el sistema financiero ha dado muestras de solidez y resistencia basado en que por un lado toma y presta pesos y, por otro, toma y presta dólares, el estado es de seguimiento permanente. Los ánimos siguen muy sensibles.
Daniel Fernández Canedo
Clarín
Los operadores financieros reconocen que Luis Caputo demostró tener un control mayor sobre la evolución del mercado cambiario pero consideran que el partido hacia una estabilización más duradera todavía no terminó.
Después de tres días de calma, volvieron las intervenciones del Banco Central, pero el dólar terminó en alza aunque en el circuito mayorista cotiza por debajo de los $38 ($37,94, +1,5%).
El martes fue la devaluación del real brasileño (el dólar allá subió 1,7%) la que actuó de argumento para recordar la vigencia de una crisis que está lejos de pasar al olvido para los países emergentes.
El último informe del poderoso banco estadounidense JP Morgan habla de que la economía de los países emergentes está “manchada” y se pregunta: ¿el terreno cambia a una “interrupción repentina” de los flujos de capital?.
En la visión del banco, los países con déficit alto en la cuenta corriente externa estarán mucho más expuestos a esas interrupciones y destaca que Brasil, India y Rusia avanzaron en la intervención cambiaria tratando de frenar devaluaciones.
En ese contexto externo más complicado la Argentina demostró ser el país más expuesto por su elevada deuda pero, también el que está haciendo el ajuste más acelerado.
Tal vez fue el abrupto corte del crédito para el país lo que explica que el Gobierno esté dispuesto a pagar tasas de 7% anual para colocar Letras del Tesoro a 196 días de plazo. La necesidad de dólares se impone.
Pero la regla no escrita que domina el mercado cambiario es que la gente sólo deja de comprar dólares cuando se terminan los pesos para hacerlo. Y Caputo está mostrando efectividad en “secar” al mercado de pesos.
Ese resultado también se logra con una tasa de referencia de 60% anual y profundizando las condiciones recesivas que generan el salto inflacionario y la caída del salario real que se está dando en estas semanas.
La inflación de septiembre se encamina a ser, por lejos, la más alta en años. Los analistas que siguen de cerca la evolución de los índices ahora hablan de que “el piso” sería 6%.
Cuentan subas de entre 10 y 15 % en los alimentos de la canasta básica, de 20% en la carne, de entre 12 y 15% de los combustibles, de 20% en medicamentos y de algunos bienes durables, caso autos, que registraron aumentos de entre 13 y 15%.
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Es claro que ni la reducción del déficit de la balanza de pagos (entrada y salida del dólares del país) pronosticada ni el aumento de la competitividad fueron productos de una política buscada sino que los decidió el mercado. Pero que son indicadores de cambio concretos no existen dudas.
Como tampoco existen sobre el “efecto riqueza” que tienen los tenedores de dólares que en la Argentina, es una secreto a voces, son muchos.
El dólar subió 35% sólo en agosto y más de 100% en el año. Como el traslado a los precios domésticos no será de esas magnitudes y la baja de las ventas se hace sentir con intensidad, el poder de compra del dólar se hizo muy fuerte.
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Si bien el sistema financiero ha dado muestras de solidez y resistencia basado en que por un lado toma y presta pesos y, por otro, toma y presta dólares, el estado es de seguimiento permanente. Los ánimos siguen muy sensibles.