LEGANÉS 2-BARCELONA 1 / Un pepinazo que retrata a un Barça lamentable

Lección de coraje y fe de un Leganés que se comió a los blaugrana por actitud y fútbol. Coutinho hizo el 0-1 pero remontaron El Zhar y Óscar.

Santi Giménez
As
Después del espejismo de los primeros partidos de Liga, fundamentados más en el resultadismo que en el juego, ya se puede constatar oficialmente que el Barça tiene un problema que se resume en que no juega a nada y, a diferencia de lo logrado en el último mes, ya ni siquiera gana. El colista Leganés le propinó un pepinazo (2-1) que retrata a un equipo culé indolente, enemigo del balón, torpe a más no poder, sin control y que tiró por la borda un partido que empezó ganando jugando mal y acabó perdiendo jugando peor y con Ter Stegen rematando la imagen de impotencia subiendo a rematar el último córner.


Después de empatar en casa ante el Girona, al Barça el calendario le regaló lo que cualquier gran equipo desea: jugar de inmediato con la herida aún caliente ante un rival propicio para que, como se decía en las crónicas de antaño, “pagara los platos rotos”. Y de inicio, así aconteció porque el equipo blaugrana entró en el partido con la confianza del domador de leones de circo que sabe que las bestias a las que se enfrenta van sedadas y recién comidas. La fiera, sin embargo, salió respondona. El domador, en cambio, fue un gatito.

El monólogo inicial del Barça fue un manual de esconder la pelota para no llegar al área. El único que rompió el guión fue Coutinho, quien desde un tiro desde fuera del área, suerte que se daba por extinguida en el Barça, batió a Cuéllar en el minuto 12. Estaba el equipo culé en el escenario que se imaginaron en la charla previa.

Ese gol debía suponer, según todos los parámetros previos, un descalabro moral en el conjunto local. Desde el punto de vista del Leganés, que el Barça, líder, te meta el primero en su primer disparo a portería antes del primer cuarto de hora de partido debía provocar una depresión general.

El Lega se presentaba al partido como colista, con sólo un punto sumado en cinco partidos y su plan se basaba en tratar de aguantar el empate inicial el máximo de tiempo posible. Encajar tan pronto debía equivaler a un ataque de nervios. Pero el Barça, en vez de aprovechar esa circunstancia y dejar el partido listo para archivo tras el gol, se dedicó a seguir con su retórica inofensiva y permitió que el Lega se recuperara. Le dio vida al equipo local, que en un alarde de fe, primero dio un pasito adelante, luego un par y al final comprobó que el Barça no era tan fiero como lo pintaban.

El Nesyri de cabeza y Óscar rondaron el tanto del empate, mientras que el Barcelona únicamente podía responder en base a la asociación entre Messi y Coutinho. El resto, no daban tres pases seguidos. Leo disparó a la cruceta de la portería de Cuéllar en la segunda aproximación del Barça, que acabó la primera parte con la sensación de que cuando tuvo la ocasión de liquidar al rival no la había aprovechado.

Y, en justo premio a la indolencia del Barcelona en esos primeros 45 minutos, el Leganés se lo creyó y en una exhibición de fe, profesionalidad y orgullo, los locales voltearon el partido en dos minutos. Dos acciones cortadas por el mismo patrón: la gandulería y el ensimismamiento defensivo.

Primero de Sergi Roberto ante Silva que pudo colocar un centro en el que El Zhar se comió a Vermaelen. Luego, casi de inmediato, cuando Piqué volvió a liarla asistiendo a Óscar que fusiló a Ter Stegen. El Barça recibía el castigo que se merecía tras comprar todos los boletos de la rifa.

Valverde trató de agitar al equipo dando entrada a Suárez por Munir y luego a Malcom y Alba por Dembélé y vermaelen, pero el Barça era un muerto viviente y a excepción de arranques puntuales que frenó un Cuéllar crecido, a tenor del juego hubiera sido más justo el 3-1 que el 2-2. Sin plan de juego, sin control y dando una imagen de pena, el último argumento del Barcelona fue incorporar a Ter Stegen al remate del último córner, pero el pepinazo ya era un hecho.

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