El Roma vuelve a tropezar antes de visitar el Bernabéu
Iba ganando 2-0 al descanso con goles de El Shaarawy y Cristante, pero Birsa recortó distancias en el 52' y Stepinski empató en el 83'. Tercer tropiezo seguido.
Mirko Calemme
As
Eusebio Di Francesco, hace un par de semanas, se rompió una mano durante el partido con el Atalanta dando un puñetazo a su banquillo, enfadado con la actuación de los suyos. Hoy ha corrido el riesgo de romperse otra: su Roma, que dominaba el partido con el Chievo y se fue al descanso con un 2-0 en el marcador, acabó empatando a dos y, por poco, no perdió un enfrentamiento que tenía ya en el bolsillo.
El técnico giallorosso no había hecho muchas rotaciones, renunciando sólo a De Rossi en el mediocampo. Su equipo empezó muy bien, presionando alto como le gusta y haciendo imposible la posesión del balón para sus rivales. El 1-0 llegó muy pronto, en el 10’, gracias a un gran centro de Florenzi que El Sharaawy empujó entre palos. Veinte minutos después una gran jugada de Dzeko, que con fuerza y generosidad, en el corazón del área, cedió a Cristante para el 2-0, pareció haber sentenciado un enfrentamiento sin historia. Era una enorme mentira.
El Chievo, quizás herido por los tres puntos con que le sancionaron debido al escándalo de las plusvalías ficticias, estaba más vivo que nunca. Sacó orgullo y fuerza y antes del descanso asustó a sus rivales con dos cabezazos, de Stepinski y Rigoni, que rozaron el gol. El tanto, en cambio, llegó en el 52’, cuando Birsa encandiló al Olímpico con una maravillosa rosca desde fuera del área.
Di Francesco sacó a De Rossi, Kluivert y Karsdorp, pero los suyos se toparon demasiadas veces con el gran Sorrentino, el mismo que anuló a Cristiano Ronaldo en la primera jornada, y dejaron con esperanzas a sus rivales. En el 83’, llegó el empate: centro de Leris, Kolarov casi la metió en propia puerta y el balón rebotó entre los pies de Stepinski, que no perdonó.
De allí al pitido final pasó de todo: Dzeko cabeceó fuera el balón del 3-2, Olsen quitó da la escuadra el 2-3 de Giaccherini. El Roma se fue al vestuario entre las protestas de sus tifosi y con apenas cinco puntos en cuatro jornadas de Serie A. Sin duda, no fue la mejor manera de acercarse al Bernabéu.
Mirko Calemme
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Eusebio Di Francesco, hace un par de semanas, se rompió una mano durante el partido con el Atalanta dando un puñetazo a su banquillo, enfadado con la actuación de los suyos. Hoy ha corrido el riesgo de romperse otra: su Roma, que dominaba el partido con el Chievo y se fue al descanso con un 2-0 en el marcador, acabó empatando a dos y, por poco, no perdió un enfrentamiento que tenía ya en el bolsillo.
El técnico giallorosso no había hecho muchas rotaciones, renunciando sólo a De Rossi en el mediocampo. Su equipo empezó muy bien, presionando alto como le gusta y haciendo imposible la posesión del balón para sus rivales. El 1-0 llegó muy pronto, en el 10’, gracias a un gran centro de Florenzi que El Sharaawy empujó entre palos. Veinte minutos después una gran jugada de Dzeko, que con fuerza y generosidad, en el corazón del área, cedió a Cristante para el 2-0, pareció haber sentenciado un enfrentamiento sin historia. Era una enorme mentira.
El Chievo, quizás herido por los tres puntos con que le sancionaron debido al escándalo de las plusvalías ficticias, estaba más vivo que nunca. Sacó orgullo y fuerza y antes del descanso asustó a sus rivales con dos cabezazos, de Stepinski y Rigoni, que rozaron el gol. El tanto, en cambio, llegó en el 52’, cuando Birsa encandiló al Olímpico con una maravillosa rosca desde fuera del área.
Di Francesco sacó a De Rossi, Kluivert y Karsdorp, pero los suyos se toparon demasiadas veces con el gran Sorrentino, el mismo que anuló a Cristiano Ronaldo en la primera jornada, y dejaron con esperanzas a sus rivales. En el 83’, llegó el empate: centro de Leris, Kolarov casi la metió en propia puerta y el balón rebotó entre los pies de Stepinski, que no perdonó.
De allí al pitido final pasó de todo: Dzeko cabeceó fuera el balón del 3-2, Olsen quitó da la escuadra el 2-3 de Giaccherini. El Roma se fue al vestuario entre las protestas de sus tifosi y con apenas cinco puntos en cuatro jornadas de Serie A. Sin duda, no fue la mejor manera de acercarse al Bernabéu.