El Papa pide a los católicos chinos superar la división tras el pacto con Pekín
Francisco dice a los fieles del país asiático que están llamados a “amar totalmente a su patria”
Daniel Verdú
Roma, El País
El Papa ha publicado una larga carta en la que explica el acuerdo firmado por la Santa Sede con el Gobierno de China para poner fin a 70 años de conflicto y unificar la Iglesia católica en ese país. En el documento se dirige a aquellos obispos y fieles que han vivido en la clandestinidad durante siete décadas y les pide que asuman un trato que, entiende, les puede causar dolor. “En algunos, surgen dudas y perplejidad; otros, tienen la sensación de que han sido abandonados por la Santa Sede y, al mismo tiempo, se preguntan inquietos sobre el valor del sufrimiento vivido en fidelidad al Sucesor de Pedro”, señala. Pero, tal y como señaló en el vuelo de vuelta de su viaje a los países bálticos, la decisión está tomada y llamó a los fieles del gigante asiático a superar la división. "Invito en consecuencia a todos los católicos chinos a ser los artífices de la reconciliación", agregó.
La negociación, por el momento, se ha basado en la cuestión del nombramiento de los futuros obispos y de la inclusión de los siete prelados que el Vaticano no reconocía y habían quedado excomulgados. "Cuando, en el pasado, se pretendió determinar también la vida interna de las comunidades católicas, imponiendo un control directo más allá de los poderes legítimos del Estado, en la Iglesia en China apareció el fenómeno de la clandestinidad", ha recordado. Por eso, ahora que el Vaticano ha dado un controvertido paso adelante reintegrando a los expulsados, pide también un reconocimiento de la otra parte. "Les pido expresar, a través de gestos concretos y visibles, la unidad reencontrada con la Sede Apostólica y con las Iglesias esparcidas por el mundo, y mantenerse fieles a pesar de las dificultades".
Francisco explicó en el viaje de vuelta de los países bálticos que los nuevos nombramientos serán consensuados con China, pero que él será quien tenga la última palabra. Una situación excepcional que no existe en ningún otro país del mundo y para el que el Papa tuvo que remontarse a tiempo muy remoto. "En América Latina durante 350 años fueron los reyes de España y Portugal los que nombraban a los obispos. No olvidemos el caso del Imperio Austrohúngaro. Otras épocas, gracias a Dios, que no se repiten. Lo que hay es un diálogo sobre los eventuales candidatos, pero nombra Roma, nombra el Papa, esto está claro".
La Santa Sede asegura que el acuerdo tiene solo carácter personal y está fuera del ámbito político. Pero la dimensión estratégica para ambos Estados es enorme y los equilibrios diplomáticos para que cuaje parecen muy complicados. Por eso, el tono de la carta es también muy cuidadoso con el régimen chino, que siempre ha considerado una injerencia política el hecho de que el Vaticano nombrase a sus representantes en su territorio. El Papa se ha dirigido a los fieles y les ha pedido que sean “buenos ciudadanos” y que están llamados a “amar totalmente a su patria” sirviéndola “con esfuerzo y honestidad”. Esto no les impide “expresar una palabra crítica” para conseguir construir una “sociedad más justa”.
El acuerdo provisional y revisable es fruto de "un largo y complejo diálogo institucional entre la Santa Sede y las Autoridades chinas, iniciado ya por san Juan Pablo II y seguido por el papa Benedicto XVI. Además, según ha publicado Vatican Insider, dos obispos chinos participarán en el sínodo que se celebrará en octubre en la Santa Sede. Algo que no había sucedido hasta ahora y que representa otro paso más hacia la normalización entre ambos Estados. Tras este histórico avance, todas las miradas están puestas en Taiwán, con quien la Santa Sede deberá romper relaciones si quiere culminar del deshielo con China.
Daniel Verdú
Roma, El País
El Papa ha publicado una larga carta en la que explica el acuerdo firmado por la Santa Sede con el Gobierno de China para poner fin a 70 años de conflicto y unificar la Iglesia católica en ese país. En el documento se dirige a aquellos obispos y fieles que han vivido en la clandestinidad durante siete décadas y les pide que asuman un trato que, entiende, les puede causar dolor. “En algunos, surgen dudas y perplejidad; otros, tienen la sensación de que han sido abandonados por la Santa Sede y, al mismo tiempo, se preguntan inquietos sobre el valor del sufrimiento vivido en fidelidad al Sucesor de Pedro”, señala. Pero, tal y como señaló en el vuelo de vuelta de su viaje a los países bálticos, la decisión está tomada y llamó a los fieles del gigante asiático a superar la división. "Invito en consecuencia a todos los católicos chinos a ser los artífices de la reconciliación", agregó.
La negociación, por el momento, se ha basado en la cuestión del nombramiento de los futuros obispos y de la inclusión de los siete prelados que el Vaticano no reconocía y habían quedado excomulgados. "Cuando, en el pasado, se pretendió determinar también la vida interna de las comunidades católicas, imponiendo un control directo más allá de los poderes legítimos del Estado, en la Iglesia en China apareció el fenómeno de la clandestinidad", ha recordado. Por eso, ahora que el Vaticano ha dado un controvertido paso adelante reintegrando a los expulsados, pide también un reconocimiento de la otra parte. "Les pido expresar, a través de gestos concretos y visibles, la unidad reencontrada con la Sede Apostólica y con las Iglesias esparcidas por el mundo, y mantenerse fieles a pesar de las dificultades".
Francisco explicó en el viaje de vuelta de los países bálticos que los nuevos nombramientos serán consensuados con China, pero que él será quien tenga la última palabra. Una situación excepcional que no existe en ningún otro país del mundo y para el que el Papa tuvo que remontarse a tiempo muy remoto. "En América Latina durante 350 años fueron los reyes de España y Portugal los que nombraban a los obispos. No olvidemos el caso del Imperio Austrohúngaro. Otras épocas, gracias a Dios, que no se repiten. Lo que hay es un diálogo sobre los eventuales candidatos, pero nombra Roma, nombra el Papa, esto está claro".
La Santa Sede asegura que el acuerdo tiene solo carácter personal y está fuera del ámbito político. Pero la dimensión estratégica para ambos Estados es enorme y los equilibrios diplomáticos para que cuaje parecen muy complicados. Por eso, el tono de la carta es también muy cuidadoso con el régimen chino, que siempre ha considerado una injerencia política el hecho de que el Vaticano nombrase a sus representantes en su territorio. El Papa se ha dirigido a los fieles y les ha pedido que sean “buenos ciudadanos” y que están llamados a “amar totalmente a su patria” sirviéndola “con esfuerzo y honestidad”. Esto no les impide “expresar una palabra crítica” para conseguir construir una “sociedad más justa”.
El acuerdo provisional y revisable es fruto de "un largo y complejo diálogo institucional entre la Santa Sede y las Autoridades chinas, iniciado ya por san Juan Pablo II y seguido por el papa Benedicto XVI. Además, según ha publicado Vatican Insider, dos obispos chinos participarán en el sínodo que se celebrará en octubre en la Santa Sede. Algo que no había sucedido hasta ahora y que representa otro paso más hacia la normalización entre ambos Estados. Tras este histórico avance, todas las miradas están puestas en Taiwán, con quien la Santa Sede deberá romper relaciones si quiere culminar del deshielo con China.