Boca recuperó ante Vélez las virtudes que lo hicieron bicampeón
Más allá del 3-0, los del Mellizo volvieron a mostrar la solidez de sus mejores días.
Clarín
Boca volvió a ganar en casa, en esa Bombonera en la que ya jugó tres partidos desde el reinicio del torneo y en la que no le hicieron goles; en esta cancha en la que Cristian Pavón vuela y se siente de Selección; en una cancha que se pone de pie para ovacionar a Wilmar Barrios por su corazón y que sonrió por el retorno de su goleador, Darío Benedetto. Boca fue demasiado equipo para los chicos de Gabriel Heinze, que se intimidaron, que intentaron jugar pero que quedaron sin nafta cuando hubo que imponerse. La Superliga, esa en la que Boca busca para ser tricampeón, volvió a tener a los de Guillermo Barros Schelotto, en su partido 100 como DT, como a un equipo entero, sin grietas, capaz de maquillar un Carlos Tevez sin brillo, con entrega y velocidad. Acá está el campeón. ¿Está de vuelta?
Boca jugó con un 4-2-3-1, más allá de que en el retroceso sin la pelota, Pavón y Edwin Cardona se sumaron a la línea de la mitad de la cancha. Esos dos pac man de la mitad, Barrios y Nahitan Nandez, le sumaron mucha recuperación pero poco volumen de juego. Entonces, con la misma facilidad con la que Boca se hacía del balón, también la perdía. Los laterales en este esquema tienen que elegir cuando pasar al ataque. Ya no es más como en el 4-3-3 que ponía a Frank Fabra y a Leonardo Jara bien posicionados en campo rival. En este caso, Lucas Olaza y el propio Jara especulan a ver cuándo es más conveniente pasar al ataque. Lo primero que tienen destinado es cubrir sus sectores. Y en ese juego es vital el desdoblamiento de Cardona ya que Pavón -se sabe- es una flecha. Así lo demostró en el gol. Así lo exhibió cuando se tiró a la izquierda en la jugada en la que Echenique cobró un dudoso penal sobre Tevez, y para jugar en esa mitad de cancha el que tenía que bajar más era el colombiano.
En ese contexto, de ese Boca recuperador y de salida veloz, Tevez desentonó. Y el mejor ejemplo es la jugada del primer gol. Una situación ideal en la que se dio todo lo que Guillermo pensó en la previa. Un quite del volante central de Cartagena; un toque rápido de Cardona al 9; y el pivoteo de Wanchope Ábila y la asistencia a Pavón, que se fue derecho al gol y definió con un potente remate cruzado. En esa foto, en esa escena, Carlitos no estuvo. Tampoco se lo vio las veces que Boca intentó jugadas de salida rápida. Y sobre todo aprovechando a Pavón, ese 7 bravo que venía en declive en su rendimiento después de su participación en el Mundial de Rusia pero que convirtió contra Libertad el jueves y también anoche (ya le había hecho uno a Talleres en la primera fecha) para llegar a punto nuevamente para vestir la camiseta de la Selección. Todos hacían su trabajo en el ataque, excepto Tevez.
Pero Carlitos finalmente apareció. Entró en sintonía recién sobre el final del primer tiempo cuando ingresó al área de Vélez por el vértice izquierdo y cuando intentó cubrir la pelota para ganar la posición, buscó una infracción que no pareció existir. Cayó y Fernando Echenique cobró penal. Esta vez, el ídolo Xeneize no pidió ni merodeó por la zona cuando Cardona levantó la vista. El colombiano se hizo cargo de la ejecución y, como en Asunción, la cambió por gol.
Tevez volvió a surgir en los primeros minutos del segundo tiempo cuando Pavón lo dejó solo para que se fuera cara a cara contra Alexander Domínguez. El Apache encaró y cuando vio adelantado al arquero rival definió de emboquillada, pero el ecuatoriano estiró su brazo derecho y llegó con lo justo a sacarle la pelota.
Vélez, por su parte, fue interesante en la mitad de la cancha, donde intentó jugar a partir del buen pie de sus mediocampistas, como Nicolás Domínguez y Gastón Giménez y de movimientos inteligentes para buscar siempre el hueco y el pase limpio. Pero le falta profundidad y presencia en el área rival. No tiene gol, en definitiva. Entonces, para Boca fue un rival ideal. El equipo de Heinze no fue punzante, le costó filtrar pelotas a las zonas donde más le duele al conjunto de Guillermo, entre los centrales, que no ofrecen garantías.
En contrapartida, Boca tiene en un nivel muy alto a Barrios, capaz de aparecer una o dos veces en la misma jugada para inquietar o recuperar la pelota. Incluso a veces ni siquiera necesita poner la pierna. Llega a tiempo en el relevo e impone su presencia para que el jugador rival se vaya con pelota solo al lateral, como ocurrió en una jugada con Ramis.
Barrios es algo más que el corazón del equipo. La suma de sus atributos hace que sea más de un órgano del cuerpo boquense. Es la garra, la entrega, la dedicación. Si tuviese al lado, ahí a pocos metros, a alguien que además de recuperar sea capaz de tener un manejo atildado de la pelota, Boca jugaría, seguramente, mucho mejor de lo que lo hace. Con Pablo Pérez en el banco de suplentes y sin Fernando Gago, el equipo de la Ribera careció de ese toque distintivo en la mitad de la cancha. Lo compensó con otras virtudes para ganar con contundencia, una vez más.
Clarín
Boca volvió a ganar en casa, en esa Bombonera en la que ya jugó tres partidos desde el reinicio del torneo y en la que no le hicieron goles; en esta cancha en la que Cristian Pavón vuela y se siente de Selección; en una cancha que se pone de pie para ovacionar a Wilmar Barrios por su corazón y que sonrió por el retorno de su goleador, Darío Benedetto. Boca fue demasiado equipo para los chicos de Gabriel Heinze, que se intimidaron, que intentaron jugar pero que quedaron sin nafta cuando hubo que imponerse. La Superliga, esa en la que Boca busca para ser tricampeón, volvió a tener a los de Guillermo Barros Schelotto, en su partido 100 como DT, como a un equipo entero, sin grietas, capaz de maquillar un Carlos Tevez sin brillo, con entrega y velocidad. Acá está el campeón. ¿Está de vuelta?
Boca jugó con un 4-2-3-1, más allá de que en el retroceso sin la pelota, Pavón y Edwin Cardona se sumaron a la línea de la mitad de la cancha. Esos dos pac man de la mitad, Barrios y Nahitan Nandez, le sumaron mucha recuperación pero poco volumen de juego. Entonces, con la misma facilidad con la que Boca se hacía del balón, también la perdía. Los laterales en este esquema tienen que elegir cuando pasar al ataque. Ya no es más como en el 4-3-3 que ponía a Frank Fabra y a Leonardo Jara bien posicionados en campo rival. En este caso, Lucas Olaza y el propio Jara especulan a ver cuándo es más conveniente pasar al ataque. Lo primero que tienen destinado es cubrir sus sectores. Y en ese juego es vital el desdoblamiento de Cardona ya que Pavón -se sabe- es una flecha. Así lo demostró en el gol. Así lo exhibió cuando se tiró a la izquierda en la jugada en la que Echenique cobró un dudoso penal sobre Tevez, y para jugar en esa mitad de cancha el que tenía que bajar más era el colombiano.
En ese contexto, de ese Boca recuperador y de salida veloz, Tevez desentonó. Y el mejor ejemplo es la jugada del primer gol. Una situación ideal en la que se dio todo lo que Guillermo pensó en la previa. Un quite del volante central de Cartagena; un toque rápido de Cardona al 9; y el pivoteo de Wanchope Ábila y la asistencia a Pavón, que se fue derecho al gol y definió con un potente remate cruzado. En esa foto, en esa escena, Carlitos no estuvo. Tampoco se lo vio las veces que Boca intentó jugadas de salida rápida. Y sobre todo aprovechando a Pavón, ese 7 bravo que venía en declive en su rendimiento después de su participación en el Mundial de Rusia pero que convirtió contra Libertad el jueves y también anoche (ya le había hecho uno a Talleres en la primera fecha) para llegar a punto nuevamente para vestir la camiseta de la Selección. Todos hacían su trabajo en el ataque, excepto Tevez.
Pero Carlitos finalmente apareció. Entró en sintonía recién sobre el final del primer tiempo cuando ingresó al área de Vélez por el vértice izquierdo y cuando intentó cubrir la pelota para ganar la posición, buscó una infracción que no pareció existir. Cayó y Fernando Echenique cobró penal. Esta vez, el ídolo Xeneize no pidió ni merodeó por la zona cuando Cardona levantó la vista. El colombiano se hizo cargo de la ejecución y, como en Asunción, la cambió por gol.
Tevez volvió a surgir en los primeros minutos del segundo tiempo cuando Pavón lo dejó solo para que se fuera cara a cara contra Alexander Domínguez. El Apache encaró y cuando vio adelantado al arquero rival definió de emboquillada, pero el ecuatoriano estiró su brazo derecho y llegó con lo justo a sacarle la pelota.
Vélez, por su parte, fue interesante en la mitad de la cancha, donde intentó jugar a partir del buen pie de sus mediocampistas, como Nicolás Domínguez y Gastón Giménez y de movimientos inteligentes para buscar siempre el hueco y el pase limpio. Pero le falta profundidad y presencia en el área rival. No tiene gol, en definitiva. Entonces, para Boca fue un rival ideal. El equipo de Heinze no fue punzante, le costó filtrar pelotas a las zonas donde más le duele al conjunto de Guillermo, entre los centrales, que no ofrecen garantías.
En contrapartida, Boca tiene en un nivel muy alto a Barrios, capaz de aparecer una o dos veces en la misma jugada para inquietar o recuperar la pelota. Incluso a veces ni siquiera necesita poner la pierna. Llega a tiempo en el relevo e impone su presencia para que el jugador rival se vaya con pelota solo al lateral, como ocurrió en una jugada con Ramis.
Barrios es algo más que el corazón del equipo. La suma de sus atributos hace que sea más de un órgano del cuerpo boquense. Es la garra, la entrega, la dedicación. Si tuviese al lado, ahí a pocos metros, a alguien que además de recuperar sea capaz de tener un manejo atildado de la pelota, Boca jugaría, seguramente, mucho mejor de lo que lo hace. Con Pablo Pérez en el banco de suplentes y sin Fernando Gago, el equipo de la Ribera careció de ese toque distintivo en la mitad de la cancha. Lo compensó con otras virtudes para ganar con contundencia, una vez más.