BARCELONA 4-PSV 0 / Messi, un tipo de palabra
El argentino señaló la Champions como el objetivo fundamental y para empezar se marcó un hat-trick. Dembélé hizo otro golazo ante el PSV y Umtiti fue expulsado.
Santi Giménez
As
Messi es un tipo de palabra. Dijo que quería esta Champions y predicó con el ejemplo en el estreno del Barça en la competición en el que derrotó por 4-0 a un PSV que quizás se llevó demasiado castigo, pero es el riesgo de jugar ante el mejor. A la exhibición del argentino, que debutó con un hat-trick, se sumó un Demebélé tan imprevisible como genial.
Sin sorpresas planteó el partido Valverde, que alineó al once de gala sin dar margen a rotación más que el debut de Coutinho, que desde el inicio se destacó como el gran dinamizador del juego barcelonista. El brasileño aceleraba el balón desde su posición de volante siendo el más clarividente de un Barcelona que obligaba al PSV a hacer lo que no le gusta ni está acostumbrado: correr detrás del balón.
Pero los holandeses no llegaron al Camp Nou para defenderse. Cada vez que recuperaban el balón aprovechaban la velocidad de sus bandas para tratar de sorprender al Barça a base de verticalidad y dinamismo después de que De Jong, un verdadero estibador del fútbol, descargara cualquier objeto esférico que llegara a su radio de acción.
Pereiro y Bergwijn avisaron a Ter Stegen y el Barça tuvo que empezar a apretar los dientes. A la causa de Coutinho se sumaron Alba y Dembélé, un jugador impredecible capaz de desbordar cualquier esquema previsto con una conducción de balón velocísima y con una zancada prodigiosa como la que le hizo cruzar el campo a la media hora de partido sorteando rivales y que sólo pudo parar en la frontal Viergever con una falta ideal para Messi. Y eso en la mayoría de casos supone tragedia para el rival.
Nada más colocar el argentino el nuevo balón de la Champions para ejecutar el castigo, los holandeses dieron síntomas de pánico. Lozano se instaló de rodillas detrás de su propia barrera de defensores para evitar que Messi disparara por raso, los gigantes del muro se afanaban en ponerse de puntillas para dificultar el tiro. Nada de eso sirvió. Con un suave toque maradoniano a más no poder, el argentino alojó el balón en la escuadra de Zoet. Un señor golazo. El primero de esta edición de la Champions. Marcó Messi, queda inaugurada esta Champions.
Estaba por ver cuanto le iba a durar la gasolina a un PSV que fue valiente con balón y sacrificado sin él a lo largo de los primeros 45 minutos. Al descanso, el Barça parecía tener el partido justo donde tenía previsto.
Pero el PSV dejó claro nada más empezar el segundo tiempo que es un equipo que puede darle un susto a cualquiera. Los de Van Bommel abrieron el partido a un ida y vuelta a campo abierto sin red de protección en el que empezaron a menudear las faltas. En ese caldo, Suárez empezó a sentirse como pez en el agua y disparó al larguero pero el PSV no renunciaba a crear sensación de peligro. El técnico holandés había logrado su objetivo. El partido se había roto y a correr, pocos ganan a los puntas holandeses. El Barça no estaba cómodo.
Hasta que apareció el genio inesperado, que recibió en el centro del campo, eliminó a dos rivales en un cambio de ritmo estratosférico para marcar su quinto gol de la temporada. Ya lleva más que en toda la pasada campaña.
En pleno desconcierto holandés, Messi pescó en río revuelto marcando el tercero dos minutos después con una definición sublime.
No se rindió el PSV, Lozano forzó la segunda amarilla de Umtiti. El Barça se quedaba con 10 en el 80’. Entró Lenglet por Coutinho y Arthur por Dembélé. Pero seguía en el campo Messi, que a dos minutos del final completó un hat-trick que demuestra que Leo tiene palabra. Quiere esta Champions.
Santi Giménez
As
Messi es un tipo de palabra. Dijo que quería esta Champions y predicó con el ejemplo en el estreno del Barça en la competición en el que derrotó por 4-0 a un PSV que quizás se llevó demasiado castigo, pero es el riesgo de jugar ante el mejor. A la exhibición del argentino, que debutó con un hat-trick, se sumó un Demebélé tan imprevisible como genial.
Sin sorpresas planteó el partido Valverde, que alineó al once de gala sin dar margen a rotación más que el debut de Coutinho, que desde el inicio se destacó como el gran dinamizador del juego barcelonista. El brasileño aceleraba el balón desde su posición de volante siendo el más clarividente de un Barcelona que obligaba al PSV a hacer lo que no le gusta ni está acostumbrado: correr detrás del balón.
Pero los holandeses no llegaron al Camp Nou para defenderse. Cada vez que recuperaban el balón aprovechaban la velocidad de sus bandas para tratar de sorprender al Barça a base de verticalidad y dinamismo después de que De Jong, un verdadero estibador del fútbol, descargara cualquier objeto esférico que llegara a su radio de acción.
Pereiro y Bergwijn avisaron a Ter Stegen y el Barça tuvo que empezar a apretar los dientes. A la causa de Coutinho se sumaron Alba y Dembélé, un jugador impredecible capaz de desbordar cualquier esquema previsto con una conducción de balón velocísima y con una zancada prodigiosa como la que le hizo cruzar el campo a la media hora de partido sorteando rivales y que sólo pudo parar en la frontal Viergever con una falta ideal para Messi. Y eso en la mayoría de casos supone tragedia para el rival.
Nada más colocar el argentino el nuevo balón de la Champions para ejecutar el castigo, los holandeses dieron síntomas de pánico. Lozano se instaló de rodillas detrás de su propia barrera de defensores para evitar que Messi disparara por raso, los gigantes del muro se afanaban en ponerse de puntillas para dificultar el tiro. Nada de eso sirvió. Con un suave toque maradoniano a más no poder, el argentino alojó el balón en la escuadra de Zoet. Un señor golazo. El primero de esta edición de la Champions. Marcó Messi, queda inaugurada esta Champions.
Estaba por ver cuanto le iba a durar la gasolina a un PSV que fue valiente con balón y sacrificado sin él a lo largo de los primeros 45 minutos. Al descanso, el Barça parecía tener el partido justo donde tenía previsto.
Pero el PSV dejó claro nada más empezar el segundo tiempo que es un equipo que puede darle un susto a cualquiera. Los de Van Bommel abrieron el partido a un ida y vuelta a campo abierto sin red de protección en el que empezaron a menudear las faltas. En ese caldo, Suárez empezó a sentirse como pez en el agua y disparó al larguero pero el PSV no renunciaba a crear sensación de peligro. El técnico holandés había logrado su objetivo. El partido se había roto y a correr, pocos ganan a los puntas holandeses. El Barça no estaba cómodo.
Hasta que apareció el genio inesperado, que recibió en el centro del campo, eliminó a dos rivales en un cambio de ritmo estratosférico para marcar su quinto gol de la temporada. Ya lleva más que en toda la pasada campaña.
En pleno desconcierto holandés, Messi pescó en río revuelto marcando el tercero dos minutos después con una definición sublime.
No se rindió el PSV, Lozano forzó la segunda amarilla de Umtiti. El Barça se quedaba con 10 en el 80’. Entró Lenglet por Coutinho y Arthur por Dembélé. Pero seguía en el campo Messi, que a dos minutos del final completó un hat-trick que demuestra que Leo tiene palabra. Quiere esta Champions.