Tevez no pudo de penal, pero igual Boca venció a Talleres
El equipo del Mellizo, actual bicampeón del fútbol argentino, se impuso por 1-0 frente a los cordobeses.
Ezequiel San Martín
Clarín
"Siempre estoy a disposición", es el mensaje. Carlos Tevez, su remitente. Guillermo Barros Schelotto es quien lo recibe. En el mundo del nuevo Boca, el ídolo ya no es el protagonista. Ahora cuenta con un papel secundario en el reparto y lo tiene asumido. Sabe que debe adaptarse y tomar cada chance que se le presenta. Este domingo, con Talleres, no pudo aprovechar la que le dio el DT desde el arranque. Falló un penal, un claro mano a mano y, pese a la victoria por 1-0 del debut de la Superliga, se fue triste de la Bombonera.
Su estado de ánimo tiene foco en el penal que no pudo aprovechar. Pero asumir el nuevo rol que le toca en este súper Boca debe tener algo que ver.
"Me toca sumar desde el lugar en el que estoy. Lo acepto porque es el club en el que quiero estar, el club que amo y me preparo para cuando me toque entrar a la cancha", había dicho tras la goleada por Copa Argentina. Tras la ida de la Libertadores, con Libertad, repitió el discurso. En ambos partidos largó desde el banco de suplentes y entró para jugar los últimos minutos.
Esta vez, Carlitos tuvo su primera oportunidad de titular para hacer dudar a Guillermo de la firme decisión que tomó de sacarle el papel protagónico que tenía en el Boca del bicampeonato. Pero dejó una imagen alejada de lo que alguna vez supo ser. Guido Herrera, el arquero de Talleres, le borró dos veces la sonrisa de la cara que le generó el enorme recibimiento de la hinchada: "Vení, vení, cantá conmigo, que un amigo vas a encontrar, que de la mano, de Carlos Tevez, todos la vuelta vamos a dar", se escuchó en la previa.
La primera de Tevez fue apenas pasada la media hora del partido. Tras un pase de Zárate, el hombre que llegó para quitarle el puesto, se sacó a Juan Cruz Komar de encima con un caño y quedó frente al arco perfilado para la zurda. Muy buena maniobra, pero con mala resolución: remató con poca fuerza y Herrera controló sin problemas.
La del penal fue la otra. No la generó él, pero la pidió y sus compañeros no dudaron en darle la chance. Era él o Zárate, según reveló Guillermo en conferencia de prensa. Volvió a fallar. Le dio con la cara interna de su pie diestro y el arquero hizo lo que debía hacer. "Primero iba a cruzarlo, pero cambié y Herrera adivinó. Me lo atajó bien", reconoció.
Su remate fue tan previsible como sus movimientos. Los defensores, salvo ese desliz de Komar del primer tiempo, rápidamente le tomaron el tiempo.
Tevez ya había pateado a ese mismo lugar contra Alvarado, en el primer partido oficial del semestre y según reveló Herrera, en eso se basó su "secreto" para taparle el remate.
Si algo no le faltó a Tevez fue actitud. Sin la velocidad de otros años, igual sabe moverse por el patio de su casa y cómo hacer tronar a una Bombonera, que no dudó a la hora de elegir a quien apoyar este domingo. Lo mejor que mostró fue ese juego físico que mamó desde sus picados en Fuerte Apache y con el que siempre se destacó. Ya sea para aguantar una marca y ganar una falta o para pelear.
Dentro de la coyuntura de un equipo que sigue con una gran deuda futbolística, Tevez no desentonó. Pero lo bajo que quedó esa vara difícilmente pueda servirle a Boca para la triple competencia y a él para recuperar el puesto.
El resultado del partido le hizo un guiño. La victoria evitó que el penal y el mano a mano fueran determinantes.
"Me sentí bien" y "quiero agarrar confianza" fueron las frases que utilizó al finalizar el partido. Carlitos sabe que ya no tiene un lugar en el equipo ideal de Guillermo, quien viene trabajando desde principio de año lo que terminó de ejecutar en el comienzo del actual semestre: quería sacar a Tevez de la conducción, pero no tenía con quién reemplazarlo. Con la llegada de Zárate eso cambió.
Tevez asumió el nuevo rol que tiene y Guillermo todavía busca el mejor lugar donde ubicarlo. El DT lo quiere de nueve, esa posición en la que Carlos ya dijo no sentirse tan cómodo, y hoy lo demostró. Lo puso a jugar bien de punta y lo rodeó con Zárate y Pavón. No rindió. Y si el Mellizo no lo cambia de lugar, cuando vuelva Darío Benedetto será muy difícil ver seguido a Tevez en el campo de juego.
Pese a eso, el ídolo, que además dejó de ser capitán, no se queja. El mensaje que sale de él y que llega a los micrófonos es el mismo que refleja su pensamiento. Sabe que en el nuevo Boca, plagado de hombres de peso en ofensiva, está para ser actor de reparto y ya no el protagonista.
Lo que no cambia es su condición de ídolo. La ovación de la gente le da el plus para querer estar en su casa, con los que lo aman. Sentado en el banco o corriendo dentro de la cancha, Carlitos siempre está. Boca tendrá que saber aprovecharlo.
Ezequiel San Martín
Clarín
"Siempre estoy a disposición", es el mensaje. Carlos Tevez, su remitente. Guillermo Barros Schelotto es quien lo recibe. En el mundo del nuevo Boca, el ídolo ya no es el protagonista. Ahora cuenta con un papel secundario en el reparto y lo tiene asumido. Sabe que debe adaptarse y tomar cada chance que se le presenta. Este domingo, con Talleres, no pudo aprovechar la que le dio el DT desde el arranque. Falló un penal, un claro mano a mano y, pese a la victoria por 1-0 del debut de la Superliga, se fue triste de la Bombonera.
Su estado de ánimo tiene foco en el penal que no pudo aprovechar. Pero asumir el nuevo rol que le toca en este súper Boca debe tener algo que ver.
"Me toca sumar desde el lugar en el que estoy. Lo acepto porque es el club en el que quiero estar, el club que amo y me preparo para cuando me toque entrar a la cancha", había dicho tras la goleada por Copa Argentina. Tras la ida de la Libertadores, con Libertad, repitió el discurso. En ambos partidos largó desde el banco de suplentes y entró para jugar los últimos minutos.
Esta vez, Carlitos tuvo su primera oportunidad de titular para hacer dudar a Guillermo de la firme decisión que tomó de sacarle el papel protagónico que tenía en el Boca del bicampeonato. Pero dejó una imagen alejada de lo que alguna vez supo ser. Guido Herrera, el arquero de Talleres, le borró dos veces la sonrisa de la cara que le generó el enorme recibimiento de la hinchada: "Vení, vení, cantá conmigo, que un amigo vas a encontrar, que de la mano, de Carlos Tevez, todos la vuelta vamos a dar", se escuchó en la previa.
La primera de Tevez fue apenas pasada la media hora del partido. Tras un pase de Zárate, el hombre que llegó para quitarle el puesto, se sacó a Juan Cruz Komar de encima con un caño y quedó frente al arco perfilado para la zurda. Muy buena maniobra, pero con mala resolución: remató con poca fuerza y Herrera controló sin problemas.
La del penal fue la otra. No la generó él, pero la pidió y sus compañeros no dudaron en darle la chance. Era él o Zárate, según reveló Guillermo en conferencia de prensa. Volvió a fallar. Le dio con la cara interna de su pie diestro y el arquero hizo lo que debía hacer. "Primero iba a cruzarlo, pero cambié y Herrera adivinó. Me lo atajó bien", reconoció.
Su remate fue tan previsible como sus movimientos. Los defensores, salvo ese desliz de Komar del primer tiempo, rápidamente le tomaron el tiempo.
Tevez ya había pateado a ese mismo lugar contra Alvarado, en el primer partido oficial del semestre y según reveló Herrera, en eso se basó su "secreto" para taparle el remate.
Si algo no le faltó a Tevez fue actitud. Sin la velocidad de otros años, igual sabe moverse por el patio de su casa y cómo hacer tronar a una Bombonera, que no dudó a la hora de elegir a quien apoyar este domingo. Lo mejor que mostró fue ese juego físico que mamó desde sus picados en Fuerte Apache y con el que siempre se destacó. Ya sea para aguantar una marca y ganar una falta o para pelear.
Dentro de la coyuntura de un equipo que sigue con una gran deuda futbolística, Tevez no desentonó. Pero lo bajo que quedó esa vara difícilmente pueda servirle a Boca para la triple competencia y a él para recuperar el puesto.
El resultado del partido le hizo un guiño. La victoria evitó que el penal y el mano a mano fueran determinantes.
"Me sentí bien" y "quiero agarrar confianza" fueron las frases que utilizó al finalizar el partido. Carlitos sabe que ya no tiene un lugar en el equipo ideal de Guillermo, quien viene trabajando desde principio de año lo que terminó de ejecutar en el comienzo del actual semestre: quería sacar a Tevez de la conducción, pero no tenía con quién reemplazarlo. Con la llegada de Zárate eso cambió.
Tevez asumió el nuevo rol que tiene y Guillermo todavía busca el mejor lugar donde ubicarlo. El DT lo quiere de nueve, esa posición en la que Carlos ya dijo no sentirse tan cómodo, y hoy lo demostró. Lo puso a jugar bien de punta y lo rodeó con Zárate y Pavón. No rindió. Y si el Mellizo no lo cambia de lugar, cuando vuelva Darío Benedetto será muy difícil ver seguido a Tevez en el campo de juego.
Pese a eso, el ídolo, que además dejó de ser capitán, no se queja. El mensaje que sale de él y que llega a los micrófonos es el mismo que refleja su pensamiento. Sabe que en el nuevo Boca, plagado de hombres de peso en ofensiva, está para ser actor de reparto y ya no el protagonista.
Lo que no cambia es su condición de ídolo. La ovación de la gente le da el plus para querer estar en su casa, con los que lo aman. Sentado en el banco o corriendo dentro de la cancha, Carlitos siempre está. Boca tendrá que saber aprovecharlo.