Muniain saca al Athletic del apuro en el descuento
El punta navarro rompió unas tablas cantadas ante un ordenado Leganés en el estreno de San Mamés. Los locales tuvieron más fe y empuje en el tramo final.
Alfonso Herrán
As
Como en Bilbao no hay ni una semana de paz vestida con guantes, el vendaval Remiro, otro portero más en el ojo del huracán, sacudió de inicio el estreno de lo que el cartel anunciaba como nueva era, la recuperación del 'Bielsismo'. San Mamés se palpaba extraño, con cinco debutantes de arranque, incluido el técnico (luego se sumó Capa), y resulta que el protagonismo se lo llevaba un ausente.
Pero los males los arreglan los goles. Un gol de Muniain en el descuento, con los ánimos por los suelos, levantó a la tropa el asiento. Un centro de Capa por la derecha y la burla de Susaeta y Williams dejando pasar la bola causó un estropicio en la hasta ahí firme defensa del Leganés. La agarró Muniain, pillo él, en el corazón del área, donde se cuecen los goles.
Previamente devolvió el foco al cuadrante de juego Nolaskoain, ese chaval zurdo que Berizzo reconvirtió de medio ofensivo a central por su delicadeza al sacar el balón desde la cueva defensiva, con un gol de córner a la media hora. Y rozó el doblete en el 86'. Era el bautismo de San Mamés esta campaña, equilibrado cinco minutos después por Silva tras un rechace en el propio Nolaskoain y otro en Yeray que se coló en la meta de Unai Simón.
En ese tramo del partido, Berizzo ofreció parte de su repertorio, con los laterales viviendo en campo ajeno, aunque a Aduriz no le nombraron los narradores radiofónicos hasta el minuto 20. Hubo cierto goteo de fútbol, ante un Leganés muy encerrado, con las líneas juntas, pero por momentos se advirtió que la vida no cambia sólo en un partido: el equipo local acabó la primera parte muy planito, recordando al grupo poco profundo y sin centros laterales del año pasado, y una llegada del enemigo significó un gol, por flaqueza defensiva.
El partido frenó en seco, porque los leones se contagiaron del ritmo enemigo. Con todo, entre la trampa de Pellegrino y el desplome local, la gente, que se traía aire de fiesta por la Semana Grande bilbaína, se fue avinagrando. Viscoso el Athletic, le costaba un mundo enlazar al medio campo con la delantera porque era imposible romper las líneas del cuadro madrileño. A perro flaco... pues eso, que Aduriz se lesionó muscularmente en el 68' tras un buen remate de cabeza que atajó Cuéllar. El partido entró en zona bacheada con malos gestos, protestas y más de un roce. También se lesionó Carrillo, que salió en camilla.
Berizzo mandó a la guerra al intrépido Williams como nueve y Córdoba en el flanco izquierdo y más tarde añadió al frente a Raul García, que bajó al mediocentro muchos años después, con Dani García al lado. El partido parecía irse por el desagüe no sin antes dejar algo reconfortante para la platea entre tanto bostezo: el empuje característico de estos tiempos en el estadio de los leones, el gol final de Muniain y un paradón antes de Unai Simón a remate de Ojeda. Los porteros. Principio y fin del estreno del Athletic con permiso de Muniain.
Alfonso Herrán
As
Como en Bilbao no hay ni una semana de paz vestida con guantes, el vendaval Remiro, otro portero más en el ojo del huracán, sacudió de inicio el estreno de lo que el cartel anunciaba como nueva era, la recuperación del 'Bielsismo'. San Mamés se palpaba extraño, con cinco debutantes de arranque, incluido el técnico (luego se sumó Capa), y resulta que el protagonismo se lo llevaba un ausente.
Pero los males los arreglan los goles. Un gol de Muniain en el descuento, con los ánimos por los suelos, levantó a la tropa el asiento. Un centro de Capa por la derecha y la burla de Susaeta y Williams dejando pasar la bola causó un estropicio en la hasta ahí firme defensa del Leganés. La agarró Muniain, pillo él, en el corazón del área, donde se cuecen los goles.
Previamente devolvió el foco al cuadrante de juego Nolaskoain, ese chaval zurdo que Berizzo reconvirtió de medio ofensivo a central por su delicadeza al sacar el balón desde la cueva defensiva, con un gol de córner a la media hora. Y rozó el doblete en el 86'. Era el bautismo de San Mamés esta campaña, equilibrado cinco minutos después por Silva tras un rechace en el propio Nolaskoain y otro en Yeray que se coló en la meta de Unai Simón.
En ese tramo del partido, Berizzo ofreció parte de su repertorio, con los laterales viviendo en campo ajeno, aunque a Aduriz no le nombraron los narradores radiofónicos hasta el minuto 20. Hubo cierto goteo de fútbol, ante un Leganés muy encerrado, con las líneas juntas, pero por momentos se advirtió que la vida no cambia sólo en un partido: el equipo local acabó la primera parte muy planito, recordando al grupo poco profundo y sin centros laterales del año pasado, y una llegada del enemigo significó un gol, por flaqueza defensiva.
El partido frenó en seco, porque los leones se contagiaron del ritmo enemigo. Con todo, entre la trampa de Pellegrino y el desplome local, la gente, que se traía aire de fiesta por la Semana Grande bilbaína, se fue avinagrando. Viscoso el Athletic, le costaba un mundo enlazar al medio campo con la delantera porque era imposible romper las líneas del cuadro madrileño. A perro flaco... pues eso, que Aduriz se lesionó muscularmente en el 68' tras un buen remate de cabeza que atajó Cuéllar. El partido entró en zona bacheada con malos gestos, protestas y más de un roce. También se lesionó Carrillo, que salió en camilla.
Berizzo mandó a la guerra al intrépido Williams como nueve y Córdoba en el flanco izquierdo y más tarde añadió al frente a Raul García, que bajó al mediocentro muchos años después, con Dani García al lado. El partido parecía irse por el desagüe no sin antes dejar algo reconfortante para la platea entre tanto bostezo: el empuje característico de estos tiempos en el estadio de los leones, el gol final de Muniain y un paradón antes de Unai Simón a remate de Ojeda. Los porteros. Principio y fin del estreno del Athletic con permiso de Muniain.