Lunin se estrena como alumno aplicado con Óscar de escudero en el Leganés

Madrid, AS
Son las 9:32. En el cinturón metropolitano de Madrid el sol ya aprieta. Quedan reminiscencias de un verano que a Leganés ha traído lluvia. De fichajes. Van 16. Y los que quedan. El último se deja ver. Destaca en medio del grupo de futbolistas que accede al césped de la Instalación Deportiva Butarque entre bromas, carreritas y algún que otro bostezo. Se le ve por alto (1,91 metros), por corpulento (80 kilos de puro músculo) y por rubio. No hay otro como él. Se llama Andriy Lunin y este lunes arribó a la cuidad cedido por el Real Madrid. En su primer entreno con los pepineros, ha sido la estrella.



Pellegrino decidió blindar ayer la sesión. Iba a ser a puerta abierta, pero quizá por el revuelo que podría organizar la presencia del arquero, decidió echar el candado. Solo 15 minutos accesibles para la prensa. Después, persiana. Un cuarto de hora jugoso pese a lo insípido del relato.

El primero en el césped
El prólogo lo ha escrito él, Lunin. Ha sido el primero en pisar el verde. Lo ha escoltado otro exmadridista, Óscar Rodríguez, y un canterano, el albanés Kleandro. Tête de la course a la que luego ha seguido un pelotón pepinero. Sin Szymanowski, Raúl García y Arnáiz, por cierto. Todos lesionados. Tampoco está Gabriel, vendido al Benfica por 10 millones de euros. Un ídolo se va. Otro llega para reemplazarlo en el imaginario colectivo de la parroquia pepinera.

Lo hace, eso sí, cometiendo una herejía al fútbol de siempre. Lunin portará el 99. Es dorsal de balompié 2.0. Cosa de modernos que desvela otro dato: jugará con ficha del filial por ser sub-23 gracias a sus 19 primaveras llenas de descaro y picardía.

Ambas las ha desplegado cuando, al ser recibido por el pasillo de rigor que hace el grupo a los novatos, ha tratado de evitar las collejas caminando de cuclillas entre sus verdugos. Error. Sus nuevos compañeros le han abroncado por el truco.

Lunin se ha puesto de pie, ha pasado corriendo entre el océano de manos que le han calentado la nuca y luego, a entrenarse. Algo separado del grupo, pero ejerciendo de satélite de Óscar, su escudero en estos primeros minutos de blanquiazul, Lunin ha dado una vuelta a los dos campos de entreno. Después, se ha separado para, con Cuéllar y Serantes, ejercitarse junto a Joseba Ituarte, el entrenador de porteros.

Así ha transcurrido el nudo breve de este relato al que le ha seguido un desenlace prematuro. Pasados los 15 minutos, la prensa abandona el recinto. Pero ahí sigue Lunin. Entrenando en su nuevo hogar. Aquí será estrella. Son las 9:47. Fin del primer capítulo.

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