Los Mossos abaten a un hombre que entró en la comisaría de Cornellà a gritos de “Alá”

El sospechoso se ha acercado al agente de la puerta armado con un cuchillo

Jesús García
Rebeca Carranco
Óscar López-Fonseca
Barcelona, El País
Los Mossos d’Esquadra sostienen que el asalto protagonizado por Abdelouahab Taib a la comisaría de Cornellà (Barcelona) fue un “atentado terrorista”. El hombre, argelino y 29 años, accedió al recinto a las 5.55 con un cuchillo, gritó “Alá” y profirió expresiones en árabe que la agente sobre la que se abalanzó no supo descifrar. La mosso vio peligrar su vida, según la versión oficial, y disparó contra Taib, que falleció. La policía investiga cómo las circunstancias personales del hombre —su mujer había descubierto que era gay, y él se había aferrado más al Islam— motivaron el atentado.


La policía autonómica apoya su hipótesis de que es un atentado “aislado” en tres indicios. El principal, la mención a “Alá”, precisó el comisario Rafel Comes, responsable de la lucha antiterrorista. Comes citó otros dos, aunque más circunstanciales: el hecho de que quisiera “acabar con la vida” de un miembro de las fuerzas de seguridad y el nivel de alerta antiterrorista, que coincide además con el primer aniversario de los atentados de Barcelona y Cambrils. Tras el episodio, el Ministerio del Interior mantuvo el nivel 4 reforzado (sobre 5) de alerta.

Abdelhouahab Taib, coinciden todas las fuentes, no tiene antecedentes policiales, no figuraba entre los sospechosos de yihadismo sometidos a investigación y ni siquiera estaba en el radar por riesgo de radicalización. En las bases de datos del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO) tampoco hay referencias a él. Era un perfecto desconocido para la lucha antiterrorista. Hasta este lunes, cuando trascendieron algunas circunstancias de su biografía. Taib llevaba “varios años” en España y algo más de dos en Cornellà, en el área metropolitana de Barcelona. Contaba con un NIE español que había obtenido tras casarse con una mujer española con la que convivía en un piso en la calle Garraf, a escasos 150 metros de la comisaría. La mujer, coinciden los vecinos, se había convertido al islam después de conocerlo y había cambiado su forma de vestir: lucía el tradicional velo islámico, así como ropa de manga larga para cubrir piernas y brazos.

La separación de la pareja, en realidad, empezó a fraguarse un año antes, cuando la mujer descubrió que Taib era homosexual. Lo explicó ella misma, cuando los Mossos le tomaron declaración en calidad de testigo. El descubrimiento de la orientación sexual de su marido le llevó a alejarse de él. Cuando le comunicó su intención de abandonarle, Taib empezó a explicitarle “ideas suicidas”, según la declaración. La principal preocupación de Taib era que la comunidad musulmana descubriera su condición de homosexual. De hacerse pública, supondría una deshonra y una vergüenza para él, le explicó. La mujer subrayó ante los Mossos que su pareja se sentía frustrada por esa circunstancia. Incluso expresó sus sospechas de que Taib, en realidad, se casó con ella solamente para obtener los papeles de residencia. Hace justo una semana iniciaron los trámites de divorcio, según explicaron los vecinos y confirmaron fuentes policiales.

Fuentes de la investigación subrayan que ese episodio no explica, por sí mismo y a falta de reunir más indicios, la motivación del ataque. En paralelo a ese proceso, Taib comenzó a realizar algunos cambios en su vida que denotaban una mayor religiosidad. En una rueda de prensa por la tarde, los Mossos insistieron en que el móvil del ataque es terrorista, pero abrieron la puerta a que otras circunstancias personales también hayan influido en el comportamiento del argelino. “Podría ser una conclusión, pero necesitamos tiempo para confirmarlo”, admitió el comisario Comes.

El resultado de los registros practicados en casa de la pareja aportará más datos. Un equipo de los Tedax aseguró el espacio —en la casa no se encontraron explosivos ni armas de fuego— y los Mossos desalojaron preventivamente a los vecinos del número 2 de la calle Garraf. Las entradas y registros ordenados por el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno podrían apuntalar o rebajar la hipótesis del atentado. Por la mañana —cuando aún no habían trascendido tantos detalles de lo ocurrido—, la fiscal general del Estado, María José Segarra, afirmó que era “prematuro” determinar si se trataba de un ataque terrorista o de la “actuación de un perturbado”.

Los hechos ocurrieron poco antes de las seis de las mañanas. Los Mossos explicaron algunos detalles de lo ocurrido, pero omitieron otros que consideraron sensibles para la investigación. El comisario Comes explicó que Taib “llamó al interfono” de la comisaría e indicó “de manera insistente” que debía “hacer una consulta”. La agente que estaba en la pecera de las dependencias —resguardada tras un cristal— le abrió la puerta de la comisaría. Fue entonces cuando, según ese relato oficial, el hombre se “abalanzó” sobre la agente “con voluntad homicida y predeterminada de acabar con su vida”.

Comes insistió tres veces en esa idea: el asaltante tenía “voluntad de matar” a la agente, que por ello lo abatió a tiros. El comisario calificó los hechos como muy graves y lamentó “la muerte de una persona”. ¿Cómo pudo abalanzarse Taib sobre la agente si ésta estaba en la pecera? O bien la mosso salió a recibirlo o bien —esto es lo que sostienen algunas fuentes— el hombre logró acceder a través de una puerta. La policía no quiso despejar esa incógnita, pero subrayó que la agente intentó repeler el ataque antes de disparar. No aclaró, sin embargo, cuántos disparos efectuó. Ni en qué zonas del cuerpo fue alcanzado el asaltante.

El cadáver de Taib fue levantado horas después, mientras los expertos de balística y la policía científica recogían indicios de lo ocurrido. Se da la circunstancia de que Europol (la organización policial que asiste a los 28 países de la UE) alertó a las Fuerzas de Seguridad españolas el 17 de agosto, aniversario de los atentados de Barcelona, de que circulaba por las redes de Telegram utilizadas por los yihadistas para comunicarse y lanzar proclamas una fotografía con dos mossos sobre la que se había superpuesto una mano con un cuchillo. Todo ello, bajo la leyenda en inglés “answer the call” (responde a la llamada), utilizada por el Estado Islámico para incitar a los musulmanes a cometer atentados. Fuentes de la lucha antiterrorista considera que este detalle refuerza la hipótesis que en el ataque a la comisaría de Cornellá tuvo naturaleza terrorista.

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