La historia detrás de la carta de Carlo Maria Viganò, el hombre que desafió al papa Francisco
El arzobispo que acusó al pontífice de encubrimiento de los abusos sexuales del cardenal Theodore McCarrick se había enfrentado antes con otras autoridades eclesiásticas. Sus memos, que se filtraron en el escándalo de VatiLeaks, describieron con dureza al secretario de Estado de Benedicto XVI, poco antes de la renuncia del Papa. Tuvo una pelea con Francisco y se lo acusa de haber acallado otro caso de abuso sexual, en Minnesota
Infobae
A las 9:30 de la mañana del miércoles 22 de agosto, vestido de manera informal —llevaba una gorra de béisbol de las Montañas Rocosas— aunque con su collar clerical, el ex nuncio en los Estados Unidos, el arzobispo Carlo Maria Viganò, se presentó en la casa de Marco Tosatti, un periodista del Vaticano. Quería darle forma a algo que sacudió al mundo en el fin de semana: una carta de 7.000 palabras en la que pidió la renuncia del papa Francisco porque conocía desde junio de 2013 —según afirmó Viganò— las acusaciones de abusos sexuales que pesaban sobre el cardenal Theodore McCarrick, y sólo lo sancionó cinco años más tarde.
En el texto de 11 páginas, el ex embajador Vaticano en Washington también acusó a otros miembros de la iglesia católica de formar "un lobby gay" y encubrir las acusaciones contra el cardenal estadounidense. El Papa, dijo, protegió esa "corriente homosexual" dentro de las autoridades católicas, que tienen "el poder de los tentáculos de un pulpo" y lo emplean para "estrangular a las víctimas y las vocaciones sacerdotales".
Tosatti detalló a The New York Times que suavizó los duros términos de las 11 páginas. Pero "la poesía le pertenece" a Viganò, agregó, en alusión al estilo.
Al terminar la carta, el arzobispo "simplemente desapareció", según Tosatti, "preocupado por su seguridad". Al despedirse, el periodista quiso besar el anillo de la autoridad católica, pero Viganò alejó su mano "con lágrimas en los ojos", según Tossati.
—Ahora que he terminado, me puedo ir, y también abandonar Roma —le dijo el arzobispo.
—¿Adónde irá? —le preguntó Tosatti.
—No te lo diré, así no tendrás que mentir cuando te lo pregunten. Y voy a apagar el teléfono —agregó, convencido de que El Vaticano había intervenido su celular, según reconstruyó el Times.
Aunque el Papa dijo que no iba a dignificar las acusaciones con una respuesta, las palabras del ex nuncio "han desencadenado una guerra civil ideológica, en la cual el habitual apuñalamiento por la espalda del Vaticano ha sido reemplazado por el combate abierto", según el periódico. Pero más allá de lo que el artículo interpretó como un ataque conservador a la visión de la iglesia que propone Francisco, menos centrada en temas divisivos, es posible que Viganò —"quien a su vez ha sido acusado de obstaculizar una investigación de conductas sexuales inapropiadas en Minnesota"— también esté "emparejando viejos tantos".
Según el artículo, durante su gestión en los Estados Unidos el nuncio influyó en el nombramiento de "nuevos obispos, acérrimos conservadores, en San Francisco, Denver y Baltimore". Su poder disminuyó tras la asunción de Francisco: "Lo congelaron". Y en 2015 directamente enfrentó al Papa. Durante la visita oficial del pontífice invitó a una recepción en Washington a "una crítica a ultranza de los derechos de los homosexuales", en un desafío abierto "al mensaje inclusivo de Francisco".
Kim Davis, la invitada, era una secretaria administrativa de un condado de Kentucky y se había hecho famosa por negar las licencias matrimoniales a personas del mismo sexo. El Papa lo ignoraba.
"Yo no sabía quién era esa mujer, y él la escabulló para que me saludara, y desde luego que hizo una enorme publicidad con eso", le contó Francisco a Juan Carlos Cruz, una víctima de abuso, que a su vez lo reveló al periódico de Nueva York. "Me quedé espantado y despedí a ese nuncio", recordó Cruz que le dijo el Papa.
"Ahora, tres años más tarde, el arzobispo Viganò parece tratar de devolverle el favor", concluyó el artículo.
No es la primera manifestación del carácter fuerte de Viganò que se conoce en El Vaticano. De hecho, fue un choque con otras autoridades católicas lo que hizo que lo nombraran fuera de la sede papal, como nuncio en los Estados Unidos. Eso frustró sus esperanzas de convertirse en cardenal en 2011. Poco después se filtraron sus memos privados —un acto atribuido al mayordomo papal—, parte del escándalo VatiLeaks que para los conocedores de la política católica influyó en la renuncia de Benedicto XVI.
En su carta, Viganò también tiene palabras para el Secretario de Estado del Vaticano de aquel momento, Tarcisio Bertone, quien decidió su nombramiento en Washington: "Favoreció notoriamente la promoción de los homosexuales", escribió.
Entre sus antecedentes, en 1998 él mismo ocupó un lugar en la Secretaría de Estado de la Santa Sede. Entonces, según señaló en su carta, se enteró por primera vez de los abusos de McCarrick. En 2009 pasó a un cargo con menos influencia, pero mucho peso económico: sus vetos de contratos molestaron a otras autoridades —entre ellos, Bertone, quien decidiría su traslado a los Estados Unidos—; hubo quejas anónimas sobre el impulso que daba a la carrera de su sobrino; se dijo que tuvo intereses entre los servicios de seguridad.
"El arzobispo Viganò también ha sido acusado de encubrir malas conductas", agregó el Times. "Según documentos revelados como parte de una investigación penal de la Arquidiócesis de St. Paul-Minneapolis, en 2014 ordenó a los obispos que cerraran una pesquisa sobre las acusaciones de que el arzobispo John Nienstedt había tenido conductas sexuales impropias con hombres y con seminaristas adultos". Antes de partir, Viganò dejó a Tosatti una desmentida de esos hechos.
Otras controversias alrededor de esta autoridad católica que pidió la renuncia del Papa involucran a su hermano, Lorenzo Viganò. Al rechazar su nombramiento en Washington, el arzobispo había dicho que su hermano estaba enfermo y por eso debía quedarse en Roma; luego Lorenzo Viganò negó haber tenido un problema de salud y aclaró que en ese momento vivía en Chicago. No había hablado con su hermano durante mucho tiempo, molestos por una pelea por una herencia.
Tras la provocación durante la gira de Francisco, Viganò debió volar a Roma para explicar los hechos. Como quería regresar a la ciudad, se negó a devolver su apartamento vaticano. Esta semana los medios italianos afirmaron que el Papa no sólo lo echó de su cargo, sino también del apartamento.
"Aunque el arzobispo Viganò, alguna vez criticado por los tradicionalistas de la iglesia como excesivamente pragmático, se ha alineado con un grupo pequeño pero influyente de tradicionalistas de la iglesia que han pasado años tratando de detener a Francisco, muchos de sus críticos piensan que sus rencores personales están en el centro de sus motivos", especuló el Times.
Los simpatizantes del arzobispo lo han negado: "Lo describen como un hombre de principios, consternado por lo que ve como la destrucción de la iglesia que ama". Entre ellos, Tosatti explicó que, a los 77 años, su amigo sintió la necesidad de aliviar su conciencia.
La carta del ex nuncio “ha desencadenado una guerra civil ideológica, en la cual el habitual apuñalamiento por la espalda del Vaticano ha sido reemplazado por el combate abierto”, según The New York Times
En julio, recordó el periodista, recibió una llamada de Viganò, en la que le pidió que se encontraran en "un lugar discreto". Una vez allí le contó su historia, pero le aclaró que todavía no estaba listo para exponerla. Tras la divulgación del masivo abuso clerical en Pensilvania, Tosatti le pidió que no demorase más en hacerlo.
"El 22 de agosto regresó, esa vez con una declaración escrita", detalló el Times. "Tosatti dijo que no vio documentos ni otras pruebas, y que luego de tres horas terminaron".
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A las 9:30 de la mañana del miércoles 22 de agosto, vestido de manera informal —llevaba una gorra de béisbol de las Montañas Rocosas— aunque con su collar clerical, el ex nuncio en los Estados Unidos, el arzobispo Carlo Maria Viganò, se presentó en la casa de Marco Tosatti, un periodista del Vaticano. Quería darle forma a algo que sacudió al mundo en el fin de semana: una carta de 7.000 palabras en la que pidió la renuncia del papa Francisco porque conocía desde junio de 2013 —según afirmó Viganò— las acusaciones de abusos sexuales que pesaban sobre el cardenal Theodore McCarrick, y sólo lo sancionó cinco años más tarde.
En el texto de 11 páginas, el ex embajador Vaticano en Washington también acusó a otros miembros de la iglesia católica de formar "un lobby gay" y encubrir las acusaciones contra el cardenal estadounidense. El Papa, dijo, protegió esa "corriente homosexual" dentro de las autoridades católicas, que tienen "el poder de los tentáculos de un pulpo" y lo emplean para "estrangular a las víctimas y las vocaciones sacerdotales".
Tosatti detalló a The New York Times que suavizó los duros términos de las 11 páginas. Pero "la poesía le pertenece" a Viganò, agregó, en alusión al estilo.
Al terminar la carta, el arzobispo "simplemente desapareció", según Tosatti, "preocupado por su seguridad". Al despedirse, el periodista quiso besar el anillo de la autoridad católica, pero Viganò alejó su mano "con lágrimas en los ojos", según Tossati.
—Ahora que he terminado, me puedo ir, y también abandonar Roma —le dijo el arzobispo.
—¿Adónde irá? —le preguntó Tosatti.
—No te lo diré, así no tendrás que mentir cuando te lo pregunten. Y voy a apagar el teléfono —agregó, convencido de que El Vaticano había intervenido su celular, según reconstruyó el Times.
Aunque el Papa dijo que no iba a dignificar las acusaciones con una respuesta, las palabras del ex nuncio "han desencadenado una guerra civil ideológica, en la cual el habitual apuñalamiento por la espalda del Vaticano ha sido reemplazado por el combate abierto", según el periódico. Pero más allá de lo que el artículo interpretó como un ataque conservador a la visión de la iglesia que propone Francisco, menos centrada en temas divisivos, es posible que Viganò —"quien a su vez ha sido acusado de obstaculizar una investigación de conductas sexuales inapropiadas en Minnesota"— también esté "emparejando viejos tantos".
Según el artículo, durante su gestión en los Estados Unidos el nuncio influyó en el nombramiento de "nuevos obispos, acérrimos conservadores, en San Francisco, Denver y Baltimore". Su poder disminuyó tras la asunción de Francisco: "Lo congelaron". Y en 2015 directamente enfrentó al Papa. Durante la visita oficial del pontífice invitó a una recepción en Washington a "una crítica a ultranza de los derechos de los homosexuales", en un desafío abierto "al mensaje inclusivo de Francisco".
Kim Davis, la invitada, era una secretaria administrativa de un condado de Kentucky y se había hecho famosa por negar las licencias matrimoniales a personas del mismo sexo. El Papa lo ignoraba.
"Yo no sabía quién era esa mujer, y él la escabulló para que me saludara, y desde luego que hizo una enorme publicidad con eso", le contó Francisco a Juan Carlos Cruz, una víctima de abuso, que a su vez lo reveló al periódico de Nueva York. "Me quedé espantado y despedí a ese nuncio", recordó Cruz que le dijo el Papa.
"Ahora, tres años más tarde, el arzobispo Viganò parece tratar de devolverle el favor", concluyó el artículo.
No es la primera manifestación del carácter fuerte de Viganò que se conoce en El Vaticano. De hecho, fue un choque con otras autoridades católicas lo que hizo que lo nombraran fuera de la sede papal, como nuncio en los Estados Unidos. Eso frustró sus esperanzas de convertirse en cardenal en 2011. Poco después se filtraron sus memos privados —un acto atribuido al mayordomo papal—, parte del escándalo VatiLeaks que para los conocedores de la política católica influyó en la renuncia de Benedicto XVI.
En su carta, Viganò también tiene palabras para el Secretario de Estado del Vaticano de aquel momento, Tarcisio Bertone, quien decidió su nombramiento en Washington: "Favoreció notoriamente la promoción de los homosexuales", escribió.
Entre sus antecedentes, en 1998 él mismo ocupó un lugar en la Secretaría de Estado de la Santa Sede. Entonces, según señaló en su carta, se enteró por primera vez de los abusos de McCarrick. En 2009 pasó a un cargo con menos influencia, pero mucho peso económico: sus vetos de contratos molestaron a otras autoridades —entre ellos, Bertone, quien decidiría su traslado a los Estados Unidos—; hubo quejas anónimas sobre el impulso que daba a la carrera de su sobrino; se dijo que tuvo intereses entre los servicios de seguridad.
"El arzobispo Viganò también ha sido acusado de encubrir malas conductas", agregó el Times. "Según documentos revelados como parte de una investigación penal de la Arquidiócesis de St. Paul-Minneapolis, en 2014 ordenó a los obispos que cerraran una pesquisa sobre las acusaciones de que el arzobispo John Nienstedt había tenido conductas sexuales impropias con hombres y con seminaristas adultos". Antes de partir, Viganò dejó a Tosatti una desmentida de esos hechos.
Otras controversias alrededor de esta autoridad católica que pidió la renuncia del Papa involucran a su hermano, Lorenzo Viganò. Al rechazar su nombramiento en Washington, el arzobispo había dicho que su hermano estaba enfermo y por eso debía quedarse en Roma; luego Lorenzo Viganò negó haber tenido un problema de salud y aclaró que en ese momento vivía en Chicago. No había hablado con su hermano durante mucho tiempo, molestos por una pelea por una herencia.
Tras la provocación durante la gira de Francisco, Viganò debió volar a Roma para explicar los hechos. Como quería regresar a la ciudad, se negó a devolver su apartamento vaticano. Esta semana los medios italianos afirmaron que el Papa no sólo lo echó de su cargo, sino también del apartamento.
"Aunque el arzobispo Viganò, alguna vez criticado por los tradicionalistas de la iglesia como excesivamente pragmático, se ha alineado con un grupo pequeño pero influyente de tradicionalistas de la iglesia que han pasado años tratando de detener a Francisco, muchos de sus críticos piensan que sus rencores personales están en el centro de sus motivos", especuló el Times.
Los simpatizantes del arzobispo lo han negado: "Lo describen como un hombre de principios, consternado por lo que ve como la destrucción de la iglesia que ama". Entre ellos, Tosatti explicó que, a los 77 años, su amigo sintió la necesidad de aliviar su conciencia.
La carta del ex nuncio “ha desencadenado una guerra civil ideológica, en la cual el habitual apuñalamiento por la espalda del Vaticano ha sido reemplazado por el combate abierto”, según The New York Times
En julio, recordó el periodista, recibió una llamada de Viganò, en la que le pidió que se encontraran en "un lugar discreto". Una vez allí le contó su historia, pero le aclaró que todavía no estaba listo para exponerla. Tras la divulgación del masivo abuso clerical en Pensilvania, Tosatti le pidió que no demorase más en hacerlo.
"El 22 de agosto regresó, esa vez con una declaración escrita", detalló el Times. "Tosatti dijo que no vio documentos ni otras pruebas, y que luego de tres horas terminaron".