Hace 74 años Ana Frank y su familia fueron descubiertos en el escondite donde vivieron más de dos años

Allí se refugiaron de la invasión nazi en Holanda por 25 meses. Al ser capturados fueron llevados a distintos campos de concentración. La joven murió a los 15 años creyendo que ninguno de los suyos había logrado sobrevivir. Su padre publicó en 1947 el diario cumpliendo el deseo de su hija

Fernanda Jara
mjara@infobae.com
Habían pasado once horas del viernes 4 de agosto de 1944 y en la "Casa de Atrás" las ocho personas que permanecían escondidas del inclemente Ejército Nazi, que había invadido Holanda durante la Segunda Guerra Mundial, llevaban sus vidas con la normalidad que habían ganado en poco más de dos años de cautiverio. Cada una hacía sus actividades en las distintas habitaciones de los tres pisos que ocupaban… pero todo cambió en un segundo.


El golpe que abrió con violencia la puerta de ingreso a la casa fue interrumpido por un aviso:"¡La Gestapo!", dijo uno de los cuidadores de los escondidos mientras era apuntado en la nuca por un militar nazi. Edith (la señora Frank) tejía a pocos metros. Había terminado el aislamiento de 25 meses y comenzado el triste y conocido final.

Por qué los Frank y otras cuatro personas se habían escondido

La familia Frank —compuesta por el matrimonio de Otto y Edith Hollander; y las niñas Margot y Ana— vivió en Alemania hasta 1933, año en que comenzó la persecución nazi contra los judíos, y se instalaron en Ámsterdam donde Otto fundó una empresa. En poco tiempo hicieron de Holanda su lugar.

Las niñas tenían la vida normal de las chicas de su edad. Cuando inició la década de 1940 Margot cursaba sus estudios secundarios, salía de paseo con sus amigas y Ana hacía amistades con facilidad y no le faltaban pretendientes. En los días previos a cumplir 13 años le mostró a su padre un cuaderno forrado en tela cuadrillé en tonos rojos con una pequeña cerradura en el frente que lucía en una vitrina; ese fue uno de los regalos de cumpleaños que recibió el 12 de junio de 1942. El cuaderno tenía el destino marcado: sería su diario íntimo y pasaría a ocupar el lugar de "mejor amiga" que tanto añoraba.

Unas semanas después, el 5 de julio, Edith recibió una notificación oficial que avisaba que Margot, de 16 años, debía partir a uno de los campos nazis. La mujer, asustada por saber el significado de esa citación, avisó a su marido.

Conocedor de lo que pasaba, el señor Frank había dispuesto unos meses antes un espacio contiguo al edificio de su empresa y lo estaba armando para ocultar a su familia en caso de que el ejército alemán invadiera Holanda. La partida, prevista para el 16 de julio, se adelantó una semana tras la citación. Otto dejó en la casa una nota en la que avisaba a sus amigos que la familia huía a Suiza, para despistar.

Desde el 9 de julio de 1942 hasta el 4 de agosto de 1944 la familia Frank vivió en el refugio que Ana llamó "la Casa de atrás". Días después llegó la familia Van Pels (Van Dann en el libro) y entre ellos Peter, un muchacho de 16 años con el que Ana tendría un despertar amoroso. En noviembre de ese año se sumó el odontólogo Fritz Pfeffer (Albert Dussel).

¿Quién fue Ana Frank y por qué fue importante para la historia su diario íntimo?

Annelies Marie Frank (conocida en español como Ana Frank) era una niña alemana con ascendencia judía que contó en primera persona la invasión alemana en Holanda durante la Segunda Guerra Mundial.

A través de sus escritos (un diario íntimo, algunos cuadernos y varias hojas sueltas) se conocieron detalles de la persecución nazi hacia los judíos, pero también se dejó conocer como una niña curiosa por la vida, ansiosa de conocer el mundo y la naturaleza.

“Espero poder confiarte todo, ya que nunca se lo he hecho a nadie, y espero que seas de gran ayuda para mí”. Ana Frank, 12 de junio de 1942.

Aquel diario, bautizado "Kitty", se convirtió en indispensable en la vida de Ana: describió muchos de los días del cautiverio, contó cómo vivían en el refugio, detalló el miedo que sentía ante cada explosión de las bombas que destruían el mundo que conocía y contaba el temor a ser descubiertos que la invadía. También relató el floreciente amor correspondido de su compañero de escondite, Peter.

El martes 1 de agosto de 1944 Ana escribió por última vez. Tres días después a su último relato "los escondidos" fueron encontrados y deportados al campo de tránsito de Westerbork y un mes después, tras 3 días de viajar hacinados en un tren, llegaron a Auschwitz. Víctima del tifus, Ana murió en el campo Bergen-Belsen en marzo de 1945 a los pocos días de que muriera su hermana Margot.

La enfermedad y la tristeza de Ana por pensarse sola en el mundo (creía que su padre había sido seleccionado para morir en la cámara de gas) se llevaron su vida. Una de sus amigas de escuela la vio en el campo y contó detalles escalofriantes: Ana estaba calva, casi desnutrida y desnuda, apenas tapada por unos trapos, porque había tirado sus ropas infestadas de pulgas.

En 1947, Otto Frank publicó el diario de su hija Ana: “Het Achterhuis” (La casa de atrás). Desde entonces se ha traducido a más de 70 idiomas.

Al terminar la guerra, Otto regresó a Ámsterdam donde se reencontró con Miep Gies y Bep Voskuijil, dos de las personas que les colaboraron y los protegieron en los tiempos del cautiverio. Volvió sabiendo que su esposa Edith ya no regresaría, pero dudaba sobre el paradero de sus hijas. Tiempo después supo que ellas no habían logrado sobrevivir.

Derrumbado por la noticia compartió su pena con Bep y Miep quien, a modo de consuelo, le entregó el diario de Ana y todos sus escritos. Éstos habían sido recuperados por las mujeres minutos después del arresto y Miep prometió: "Es el diario de Ana y lo guardaré para dárselo cuando regrese". Al no regresar se lo dio a Otto quien al leerlo descubrió a su hija, conoció a la mujer que florecía con sus intrigas y supo que soñaba con ser escritora y publicar la "versión B" del diario para dar a conocer sus vivencias de guerra.

El diario de Ana fue publicado por primera vez en marzo de 1947 en los Países Bajos con el nombre que ella dejó "Het Achterhuis" (La casa de atrás). Ese relato representa desde entonces uno de los documentos históricos más valiosos que describen la Segunda Guerra y el Holocausto.

Lo último que escribió Ana Frank en su diario íntimo

“Espero poder confiarte todo, ya que nunca se lo he hecho a nadie, y espero que seas de gran ayuda para mí”. Ana Frank, 12 de junio de 1942

Martes, 1 de Agosto de 1944

Querida Kitty:

"Un manojo de contradicciones" es la última frase de mi última carta y la primera de ésta. "Un manojo de contradicciones", ¿se­rías capaz de explicarme lo que significa? ¿Qué significa contradicción? Como tantas otras palabras tiene dos significados: con­tradicción por fuera y contradicción por dentro. Lo primero es sencillamente no conformarse con la opinión de los demás, pre­tender saber más que los demás, tener la última palabra, en fin, to­das las cualidades desagradables por las que se me conoce; y lo se­gundo, que no es por lo que se me conoce, es mi propio secreto.

Ya te he contado alguna vez que mi alma está dividida en dos, como si dijéramos. En una de esas dos partes reside mi alegría ex­trovertida, mis bromas y risas, mi alegría de vivir y sobre todo el no tomarme las cosas a la tremenda. Eso también incluye el no ver nada malo en las coqueterías, en un beso, un abrazo, una broma indecente. Ese lado está generalmente al acecho y desplaza al otro, mucho más bonito, más puro y más profundo. ¿Verdad que nadie conoce el lado bonito de Ana, y que por eso a muchos no les caigo bien? Es cierto que soy un payaso divertido por una tarde, y luego durante un mes todos están de mí hasta las narices. En realidad soy lo mismo que una película de amor para los intelectuales: sim­plemente una distracción, una diversión por una vez, algo para ol­vidar rápidamente, algo que no está mal pero que menos aún está bien. Es muy desagradable para mí tener que contártelo, pero ¿por qué no habría de hacerlo, si sé que es la pura verdad? Mi lado más ligero y superficial siempre le ganará al más profundo y por eso siempre vencerá. No te puedes hacer una idea de cuántas ve­ces he intentado empujar a esta Ana, que sólo es la mitad de todo lo que lleva ese nombre, de golpearla, de esconderla, pero no lo logro y yo misma sé por qué no puede ser.

Tengo mucho miedo de que todos los que me conocen tal y como siempre soy, descubran que tengo otro lado, un lado mejor y más bonito. Tengo miedo de que se burlen de mí, de que me en­cuentren ridícula, sentimental y de que no me tomen en serio. Estoy acostumbrada a que no me tomen en serio, pero sólo la Ana "ligera" está acostumbrada a ello y lo puede soportar; la Ana de mayor "peso" es demasiado débil. Cuando de verdad logro alguna vez con gran esfuerzo que suba a escena la auténtica Ana durante quince minutos se encoge como una mimosa sensitiva en cuanto le toca decir algo, cediéndole la palabra a la primera Ana y desapa­reciendo antes de que me pueda dar cuenta.

O sea, que la Ana buena no se ha mostrado nunca, ni una sola vez, en sociedad, pero cuando estoy sola casi siempre lleva la voz cantante. Sé perfectamente cómo me gustaría ser y cómo soy… por dentro, pero lamentablemente sólo yo pienso que soy así. Y ésa quizá sea, no, seguramente es, la causa de que yo misma me considere una persona feliz por dentro y de que la gente me con­sidere una persona feliz por fuera. Por dentro, la auténtica Ana me indica el camino, pero por fuera no soy más que una cabrita exaltada que trata de soltarse de las ataduras.

Como ya te he dicho, siento las cosas de modo distinto a cuando las digo, y por eso tengo fama de correr detrás de los chi­cos, de coquetear, de ser una sabihonda y de leer novelitas de poca monta. La Ana alegre lo toma a risa, replica con insolencia, se en­coge de hombros, hace como si no le importara, pero no es cierto: la reacción de la Ana callada es totalmente opuesta. Si soy sincera de verdad, te confieso que me afecta, y que hago un esfuerzo enorme para ser de otra manera, pero que una y otra vez sucumbo a ejércitos más fuertes.

Dentro de mí oigo un sollozo: "Ya ves lo que has conseguido: malas opiniones, caras burlonas y molestas, gente que te consi­dera antipática, y todo ello sólo por no querer hacer caso de los buenos consejos de tu propio lado mejor". ¡Ay, cómo me gustaría hacerle caso, pero no puedo! Cuando estoy callada y seria todos piensan que es una nueva comedia y entonces tengo que salir del paso con una broma y para qué hablar de mi propia familia, que enseguida se piensa que estoy enferma y me hacen tragar píldo­ras para el dolor de cabeza y calmantes, me palpan el cuello y la sien para ver si tengo fiebre, me preguntan si estoy estreñida y me critican cuando estoy de mal humor, y yo no lo aguanto; cuando se fijan tanto en mí, primero me pongo arisca, luego triste y al fi­nal termino volviendo mi corazón, con el lado malo hacia fuera y el bueno hacia dentro, buscando siempre la manera de ser como de verdad me gustaría ser y como podría ser… si no hubiera otra gente en este mundo.

Tu Ana M. Frank

Aquí termina el diario de Ana.

El Diario de Ana Frank (cuya autenticidad fue puesta en dudas por los negacionistas del Holocausto) llegó al teatro y luego al cine con diferentes adaptaciones. Actualmente el texto lleva vendidas más de 30 millones de copias, fue traducido a más de 70 idiomas y es libro de no ficción, después de la Biblia, más vendido en todo el mundo.

El legado de Ana Frank

El 3 de mayo de 1957 Otto, y un grupo de personas que luchaban contra la discriminación racial, crearon la Fundación Ana Frank y lograron salvar el edificio donde estaba la casa anexa del cautiverio.

El propósito de la Fundación, descrito por Otto Frank, es "fomentar el contacto y la comunicación entre jóvenes de diferentes culturas, religiones y razas, y oponerse a la intolerancia y discriminación racial".

El 3 de mayo de 1960 abrió sus puertas la Casa Ana Frank donde se conservan pertenencias de Ana, reliquias familiares y de la casa del cautiverio. Entre sus tantas sedes de divulgación hay una en Argentina, el Centro Ana Frank, ubicado en Superí 2647, CABA.

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