El derrumbe de un gran puente de una autopista en Génova causa al menos 26 muertes

Salvini califica de inaceptable lo ocurrido y asegura que depurará responsabilidades: "Es inadmisible que en Italia se muera así"

Lorena Pacho
Génova, El País
Al menos 26 personas han muerto (entre ellos un bebé) y cinco han resultado heridas de gravedad este martes al derrumbarse el tramo de un puente en la ciudad italiana de Génova, según fuentes oficiales. El ministro de Interior, Matteo Salvini, tachó de inaceptable lo ocurrido y aseguró que depurará responsabilidades.


Hacia el mediodía, el momento en el que se produjo el derrumbe había alrededor de 30 coches y tres camiones en ese punto de la autovía A-10. Se trata del puente Morandi, que atraviesa el río Polcevera y pasa por una zona muy poblada y en la que hay varios centros comerciales y concesionarios, además de edificios residenciales y áreas industriales.

En las imágenes del hundimiento, cuyas causas se desconocen por ahora, se ven vehículos y camiones parados en el precipicio. Los vehículos que cayeron al vacío se cuentan por varias decenas. Los servicios de rescate tratan de salvar a las personas que quedaron atrapadas bajo los escombros del puente, que en su caída arrojó enormes bloques de cemento. Los testigos que aún se encuentran por la zona solo aciertan a hablar de “una imagen del terror”.

Davide Ghiglioni estaba en la zona cuando se produjo el derrumbe. Iba conduciendo y tuvo que detenerse en seco a 500 metros, en una curva antes de pasar por debajo del puente porque el tráfico había quedado bloqueado. Cuando levantó la vista una parte considerable del enorme viaducto que pasa sobre una zona urbana con edificios residenciales y áreas industriales “ya no estaba”.

“Al principio no sabía lo que pasaba, había mucha gente detenida y pensé que habría algún atasco para acceder al centro comercial. El puente no hizo un ruido particular al caer”, señala.

Los coches y camiones que circulaban sobre el puente se estaban precipitando al vacío y los que circulaban por debajo estaban dando la vuelta para cambiar de dirección apresuradamente, cuenta. “Comencé a ver mucho humo, en medio de la lluvia torrencial, todo era confusión. Dicen que la lluvia intensa ha podido ser uno de los factores que ha precipitado el derrumbe”, dice.

“Había piedras, polvo, cables sueltos colgando por todas partes, coches aplastados. La gente apagaba los motores y abandonaba los vehículos y corría dirección contraria a los escombros. Las motos se daban la vuelta para cambiar la marcha como podían, cuenta Ghiglioni, que es periodista y trabaja en Roma, pero pasaba estos días en su Génova natal. “Encontré a una chica herida levemente que estaba debajo del puente y vio como una piedra enorme caía sobre un coche que estaba parado y el conductor escapaba despavorido”, añade.

El viaducto fue construido en los años sesenta, tiene 90 metros de altura y algo mas de un kilómetro de longitud y está entre los barrios de Sampierdarena y Cornigliano, al oeste del centro. Una zona que junto al resto de la ciudad aún permanece en estado de shock. El puente, de paso casi obligado para ir al mar o al aeropuerto desde la ciudad era un símbolo de Génova –los genoveses lo llamaban “el puente de Brooklyn”—, relata un grupo de vecinos, pero siempre ha sido objeto de críticas y comentarios.

A lo largo de los años el viaducto ha necesitado pasar por diferentes obras de manutención y restauración. Varias asociaciones de expertos hablan de un “fallo de la ingeniería” debido al elevado coste de su mantenimiento.

El ingeniero genovés Antonio Brancich había alertado en 2016 de posibles fallos en la construcción del viaducto y comenzó a hablar de un “fallo de la ingeniería” y de un “puente que hay que volver a construir”. Hoy ha vuelto a reafirmar su postura en declaraciones a los medios locales: “El puente Morandi estaba continuamente en mantenimiento. Estaba afectado por gravísimos problemas de corrosión vinculados a la tecnología que el propio Morandi desarrolló y que demostró ser un fracaso”. “Si solo hay tres puentes como este en el mundo, por algo será”, concluye.

Alberto Zanardi, taxista de la ciudad lleva todo el día intentando circular en una ciudad bloqueada: “Estuve pasando por allí varias veces a lo largo de la mañana, hasta que mi mujer me llamó para pedirme un recado y salí de la zona”, dice mientras suspira. Se queja de que siempre había obras de mantenimiento en el viaducto. “Todo el mundo comenta lo que dicen los ingenieros, que deberían haberlo tirado antes”, dice, mientras lamenta lo que ha sucedido. “Alguien se ha equivocado, un puente no puede caerse”, zanja. Y destaca la labor de los equipos de rescate, que acudieron inmediatamente a la zona y llevan todo el día trabajando en busca de supervivientes entre el amasijo de ruinas y hierros.

Desde el avión, a punto de aterrizar en la ciudad, la enorme estructura mutilada, el puente más grande de Génova, destaca en la panorámica de la urbe. Desde el suelo, al final de en una hilera interminable de equipos de emergencia, bomberos y policías que trabajan sin parar para levantar los escombros en busca de víctimas se aprecia una abigarrada mole de ruinas a la orilla de las vías ferroviarias.

Los equipos de emergencia preparan para una larga noche de trabajo y antes de que caiga el sol se afanan en instalar cocinas y comedores portátiles para dar de cenar a los integrantes. A lo largo de la mañana las labores de rescate han sido complicadas, comentan exhaustos. Las lluvias y el intenso tráfico de la mañana, a las puertas de la fiesta del 15 de agosto no ayudaron.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, trasladó sus condolencias al pueblo italiano en un comunicado: "Estoy profundamente entristecido por el colapso hoy de un puente en Génova que se ha cobrado muchas vidas. En nombre de la Comisión Europea, expreso mi más sentido pésame y sinceras condolencias a las familias y amigos de los fallecidos y al pueblo italiano".

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