EEUU recupera los viajes espaciales tripulados de la mano del sector privado

EEUU recupera los viajes espaciales tripulados de la mano del sector privado NASA muestra a los astronautas: Victor Glover, Mike Hopkins, Bob Behnken, Doug Hurley, Nicole Aunapu Mann, Chris Ferguson, Eric Boe, Josh Cassada, y Suni Williams. Foto: EFE

EFE
La NASA reveló hoy los nombres de los nueve astronautas que viajarán al espacio en los próximos meses a lomos de naves comerciales estadounidenses, una estrategia que permite a Washington recuperar su independencia después de siete años al tiempo que supone una inyección para la industria local.


"Por primera vez desde 2011, estamos a punto de enviar astronautas estadounidenses, en cohetes estadounidenses, desde suelo estadounidense", se vanaglorió hoy el administrador de la NASA, Jim Bridenstine, durante la ceremonia de presentación de los astronautas, celebrada en el Centro Espacial Johnson, en Houston.

A partir de ahora serán dos de las principales empresas aeronáuticas del país, Boeing y SpaceX, las que lideren desde el sector privado el reto de los viajes espaciales, después de que Washington decidiera ceder su protagonismo hace siete años, con el objetivo de reducir sus ingentes costes.

Desde entonces, han sido China y, sobre todo, Rusia los países que han estado desarrollando unas infraestructuras que les han permitido convertirse en los auténticos referentes de la carrera espacial.

Sin embargo, lo cierto es que en los últimos años la estratosfera, más que el escenario de una competición mundial, se había convertido en un punto de encuentro entre los distintos países, como pone de manifiesto el buen momento que atraviesa la Estación Espacial Internacional (EEI), donde investigadores de diversas naciones colaboran codo con codo.

Fruto de este espíritu colaborador, en los últimos años Washington venía confiando en las infraestructuras rusas para enviar a sus astronautas, gracias a la nave Soyuz, que habitualmente despega desde la base kazaja de Baikonur, una instalación financiada, en cualquier caso, por Moscú.

Precisamente, ese ejemplo de la dependencia estadounidense es la primera barrera que busca derribar el Gobierno con su programa espacial privado.

Boeing es la responsable del desarrollo de la cápsula CST-100 Starliner, que será lanzada al espacio a mediados del año próximo desde la base de aérea de Cabo Cañaveral, propulsada por un cohete Atlas V de la United Launch Alliance.

Esta nave, con capacidad para hasta ocho personas y que puede ser reutilizada en hasta diez ocasiones, de acuerdo con la compañía, será la que traslade a la EEI a la veterana astronauta Suni Williams, quien a lo largo de su carrera ha pasado casi un año entero en el espacio, y al debutante Josh Cassada.

Antes de este viaje, la cápsula se habrá sometido a un primer vuelo de prueba, en el que tomarán parte tres cosmonautas: Eric Boe, que fue piloto del transbordador Endeavour, Chris Ferguson, que participó en el último lanzamiento de un transbordador desde suelo estadounidense, y la novata Nicole A. Mann.

Por su parte, la empresa SpaceX ha desarrollado la Crew Dragon, una cápsula "diseñada para trasladar a humanos a la EEI y a otros destinos", según la empresa, que hará sus primeros ensayos tripulados en la estratosfera en abril de 2019 y que será propulsada por un cohete Falcon lanzado desde el Centro Espacial Kennedy de Florida.

Los responsables de ese viaje de prueba serán los veteranos Doug Hurley, que pilotó tanto el Endevour como la nave Atlantis, y Bob Behnken, quien cuenta con seis paseos espaciales a sus espaldas.

Los primeros astronautas de la NASA que emplearán esta cápsula para desplazarse a la EEI serán Mike Hopkins, quien ya ha pasado 166 días en el laboratorio espacial, y el debutante, Victor Glover.

Estos nueve nombres pondrán el rostro en una nueva era espacial en la que tanto la procedencia como los medios volverán a ser fundamentales.

Una nueva tendencia que aunque parece diseñada por el inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, firme defensor de la producción local, en realidad es una de las pocas decisiones del anterior presidente, Barack Obama, que no han sido criticadas por la actual Administración.

Entradas populares