Trump llega a Reino Unido entre un maratón de protestas por su visita

La agenda del presidente de EE UU en su primer viaje oficial al país incluye una reunión con Theresa May y algunos empresarios, una visita a la Reina y un viaje a Escocia

Pablo Guimón
Londres, El País
Un gigantesco bebé inflable, naranja y enrabietado, sobrevolando el Parlamento británico. Un muro de sonido compuesto de música de mariachis y lloros de niños. Furgonetas aparcadas junto al Palacio de Westminster con el mensaje “vete a casa”. Protestas junto al palacio de Blenheim, lugar de nacimiento de Winston Churchill en Oxfordshire. Más protestas ante la embajada de Estados Unidos en Londres, manifestación en el centro de la capital, carnaval de resistencia en Edimburgo. Es lo que esperaba al presidente de EE UU, Donald Trump, a su llegada a Reino Unido este jueves.


Trump ha sido recibido junto a su esposa, Melania, en el aeropuerto de Stansted por varios dignatarios, en su primera visita oficial como presidente al país con el que Estados Unidos mantiene su histórica "relación especial". Después, la pareja ha viajado en helicóptero hasta la residencia del embajador estadounidense en Londres, Woody Johnson.

Pero en paralelo a la alfombra roja desplegada a su paso por las autoridades, las protestas acompañarán los movimientos del presidente. El viaje de Trump, que llega a Reino Unido después de azotar a sus aliados en la cumbre de la OTAN en Bruselas, y antes de reunirse en Finlandia con el presidente ruso, Vladímir Putin, ha generado un nivel de movilización sin precedentes en el país desde las masivas protestas callejeras contra la guerra de Irak en 2003.

El propio presidente señaló ante los reporteros de la Casa Blanca, antes de comenzar su viaje transatlántico, que Reino Unido parecía estar en “cierta agitación”. Se refería a la grave crisis política, desatada tras la dimisión en menos de 24 horas de dos ministros en protesta por el plan de la primera ministra, Theresa May, para el Brexit, que sacudió al Gobierno en el arranque de la semana. Lo cierto es que es muy probable que sí se encuentre un país agitado. Pero el motivo es él.

La visita de Trump, largamente amagada desde que asumió la presidencia, ha despertado un inusitado rechazo en Reino Unido. Se trata oficialmente de un viaje de trabajo, anunciado el pasado mes de abril, después de que los preparativos para un viaje de Estado en toda regla fueran aparcados. Más allá del rechazo general que el presidente produce en amplios sectores de Europa, sus desafortunados comentarios tras los atentados terroristas en Londres el año pasado, que provocaron su enfrentamiento dialéctico con el alcalde Sadiq Khan, o el hecho de que compartiera en Twitter vídeos antimusulmanes realizados por un grupo de la extrema derecha británica no han ayudado a mejorar su reputación en Reino Unido.

El año pasado, una petición online para evitar que la reina Isabel II recibiera a Trump cosechó más de un millón de firmas. El líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, pidió el mes pasado en el Parlamento a la primera ministra que cancelara la visita del presidente.

"No hay alianza más fuerte que la de nuestra relación especial con Estados Unidos y no habrá alianza más fuerte en los años venideros", dijo antes de la visita May, para quien mantener y reforzar los lazos con EE UU, en la medida en que lo permita la agenda proteccionista del presidente, es una prioridad para Reino Unido después del Brexit. A cambio, en Bruselas, Trump decidió regalar su aportación al debate sobre el Brexit. "Ves lo que está pasando en el mundo con la inmigración... Creo que por eso sucedió el Brexit", dijo el presidente. "Creo que en Reino Unido les gusto mucho. Y creo que están de acuerdo conmigo sobre la inmigración. Yo soy muy duro sobre la inmigración", recalcó. Y añadió que considera que ahora Reino Unido "está tomando un camino un poco diferente" en el asunto del Brexit. "No sé si es lo que votaron", señaló.

Para la primera ministra May, en cambio, la salida de Reino Unido de la UE es una oportunidad para cerrar con Estados Unidos un pacto "sin precedentes". "Mientras nos preparamos para abandonar la Unión Europea, tenemos la oportunidad de llegar a un acuerdo comercial que haga crecer los empleos en el Reino Unido y en Estados Unidos", ha dicho May durante la cena de gala que ha ofrecido en honor a Trump en el palacio de Blenheim. "También es una oportunidad para derribar las barreras burocráticas que frustran a los líderes empresariales a ambos lados del Atlántico", agregó.
Plan de viaje

Trump ha llegado a Londres a primera hora de la tarde. Por la noche, el presidente y la primera dama han sido agasajados por May con una cena de gala en el palacio de Blenheim, a la que ha acudido una selección de empresarios. A la cena, que ha consistido en salmón escocés, filete de ternera inglesa y fresas con helado, han ido unas 150 personas. Entre ellas, algunos miembros del Gobierno británico, como el recién nombrado ministro de Asuntos Exteriores, Jeremy Hunt, o el de Defensa, Gavin Williamson.

El presidente de EE UU y su esposa pasarán la noche en la residencia oficial del embajador de Estados Unidos en el londinense Regent’s Park. El viernes visitará con May unas instalaciones militares y después viajarán a Chequers, la residencia de campo de la primera ministra, donde celebraran una reunión bilateral de trabajo, seguida de una rueda de prensa conjunta. Finalmente, viajarán al castillo de Windsor para encontrarse con la reina. Esa misma noche, viajarán a Escocia, donde pasarán el fin de semana, previsiblemente en uno de los lujosos complejos de golf de los que Trump es propietario.

El itinerario del viaje delata una intención de minimizar, en la medida de lo posible, el impacto de las protestas. Downing Street y el palacio de Buckingham, en el centro de Londres, se sustituyen por Chequers y Windsor, más alejados y resguardados de las protestas. Aún así, la policía, que ha autorizado todas las protestas, espera más de 100.000 manifestantes, convocados por diversas entidades, que incluyen sindicatos y asociaciones de minorías étnicas.

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