Thibaut Courtois, el cerrojo
Santiago Aparicio
Moscú, EFE
Atesora Thibaut Courtois talento y madurez, alguna de las trazas que representan la mejor parte de la generación de futbolistas belgas en la que está inmerso y que pretende hacer historia en Rusia 2018, su última oportunidad.
Resguarda el meta de Bree las espaldas de una de las plantillas de oro del fútbol de su país. Una de esas camadas que sale de tanto en cuando y que termina de ser por sí mismo amenazada si no cumple con las expectativas.
La interrupción con el camino a medio recorrer es uno de los temores de la selección de Bélgica que se va a topar frente a frente con Brasil. Cuentan los diablos rojos con un perfil ofensivo, con una mayoría de activos concebidos para el ataque.
Courtais establece el equilibrio ante tanto ímpetu. Y más aun si el próximo en entrar al cuerpo a cuerpo mundialista es Brasil, que acumula siete goles anotados en lo que va de Rusia 2018 y que es una amenaza constante en cuanto sus 'cuatro magníficos' William, Coutinho, Neymar y Gabriel Jesús, se reactivan.
Cuatro tantos ha encajado Courtois en lo que va de un Mundial en el que no ha sido exigido de manera seria. Túnez y Japón fueron los únicos equipos nacionales capaces de batir al portero de Bélgica, que mantuvo a cero la puerta ante Panamá e Inglaterra.
Se espera del jugador del Chelsea la condición de decisivo que le ha acompañado en los mejores momentos de su carrera, cuando fue considerado uno de los tres guardametas más determinantes del mundo. Un nivel que alcanzó con el Atlético Madrid y cuyos méritos le llevaron a ser rescatado por el club londinense, su descubridor y el propietario de sus derechos. La entidad que le echó un ojo cuando jugaba en el Genk y ni siquiera era un veinteañero.
Bélgica se encontró de pronto con un portero de relumbrón. Un jugador de talla mundial, precoz, a la altura de otros históricos arqueros de renombre como Jean Marie Pfaff, Michel Preudhomme o Theo Custers. Hombres históricos que dejaron su leyenda entre la mejor parte de la historia de los diablos rojos.
De todos ellos es Pfaff el más recordado. Con él de guardián llegó Bélgica a ser subcampeón de la Eurocopa 1980 y semifinalista en el Mundial de México 1986 donde alcanzó las semifinales.
Aquella selección belga es el espejo en el que se contempla la actual. Con futbolistas recordados como Eric Gerets, Enzo Scifo, Rene Vandereycken, Leo Van der Elst o Jan Ceulemans se despide el reflejo de Eden Hazard, Kevin De Bruyne, Romelu Lukaku o Dries Mertens.
También de Courtois, un prematuro que se adentró dentro de una promoción ya en marcha, de un grupo fantástico de futbolistas del que ya forma parte como uno más. Pero mientras gran parte de sus compañeros echan cuentas de los grandes torneos que aún pueden llegar por jugar, el meta del Chelsea, a sus veintiséis años, afronta el futuro con todo por vivir y la mirada hacia adelante.
Moscú, EFE
Atesora Thibaut Courtois talento y madurez, alguna de las trazas que representan la mejor parte de la generación de futbolistas belgas en la que está inmerso y que pretende hacer historia en Rusia 2018, su última oportunidad.
Resguarda el meta de Bree las espaldas de una de las plantillas de oro del fútbol de su país. Una de esas camadas que sale de tanto en cuando y que termina de ser por sí mismo amenazada si no cumple con las expectativas.
La interrupción con el camino a medio recorrer es uno de los temores de la selección de Bélgica que se va a topar frente a frente con Brasil. Cuentan los diablos rojos con un perfil ofensivo, con una mayoría de activos concebidos para el ataque.
Courtais establece el equilibrio ante tanto ímpetu. Y más aun si el próximo en entrar al cuerpo a cuerpo mundialista es Brasil, que acumula siete goles anotados en lo que va de Rusia 2018 y que es una amenaza constante en cuanto sus 'cuatro magníficos' William, Coutinho, Neymar y Gabriel Jesús, se reactivan.
Cuatro tantos ha encajado Courtois en lo que va de un Mundial en el que no ha sido exigido de manera seria. Túnez y Japón fueron los únicos equipos nacionales capaces de batir al portero de Bélgica, que mantuvo a cero la puerta ante Panamá e Inglaterra.
Se espera del jugador del Chelsea la condición de decisivo que le ha acompañado en los mejores momentos de su carrera, cuando fue considerado uno de los tres guardametas más determinantes del mundo. Un nivel que alcanzó con el Atlético Madrid y cuyos méritos le llevaron a ser rescatado por el club londinense, su descubridor y el propietario de sus derechos. La entidad que le echó un ojo cuando jugaba en el Genk y ni siquiera era un veinteañero.
Bélgica se encontró de pronto con un portero de relumbrón. Un jugador de talla mundial, precoz, a la altura de otros históricos arqueros de renombre como Jean Marie Pfaff, Michel Preudhomme o Theo Custers. Hombres históricos que dejaron su leyenda entre la mejor parte de la historia de los diablos rojos.
De todos ellos es Pfaff el más recordado. Con él de guardián llegó Bélgica a ser subcampeón de la Eurocopa 1980 y semifinalista en el Mundial de México 1986 donde alcanzó las semifinales.
Aquella selección belga es el espejo en el que se contempla la actual. Con futbolistas recordados como Eric Gerets, Enzo Scifo, Rene Vandereycken, Leo Van der Elst o Jan Ceulemans se despide el reflejo de Eden Hazard, Kevin De Bruyne, Romelu Lukaku o Dries Mertens.
También de Courtois, un prematuro que se adentró dentro de una promoción ya en marcha, de un grupo fantástico de futbolistas del que ya forma parte como uno más. Pero mientras gran parte de sus compañeros echan cuentas de los grandes torneos que aún pueden llegar por jugar, el meta del Chelsea, a sus veintiséis años, afronta el futuro con todo por vivir y la mirada hacia adelante.