La "Vida" al límite de Domagoj
Óscar González
Moscú, EFE
Los sueños de grandeza del fútbol inglés pasarán mañana, en gran parte, por la capacidad que tenga el equipo de Gareth Southgate para vencer la resistencia de Domagoj Vida, el excesivo central croata, ídolo de los suyos y azote de rivales, que espera complicarle la existencia a Harry Kane.
No hay límite en la vida de Vida, que explota convenientemente su imagen de malo de película, de guerrero huno o cantante de "thrash metal" y que ha acaparado la atención en Rusia 2018, tanto por su juego como por su ocurrencia de saludar el triunfo sobre los anfitriones con un "Gloria a Ucrania", que ha levantado ampollas en la afición local.
Eufórico por un triunfo en el que fue protagonista, al marcar un gol en la prórroga y otro en la tanda de penaltis, Vida se unió a su amigo el exfutbolista Ognjen Vukojevic para grabar lo que calificó como "una broma", que no ha sentado nada bien, puesto que el grito es utilizado por los ultranacionalistas ucranianos que se oponen a la anexión rusa de la península de Crimea.
La FIFA, que prohíbe cualquier manifestación política, se limitó a enviar un aviso de sanción al jugador y a multar al ayudante técnico croata, que ha sido despedido por su federación.
El central ha vuelto a salir indemne. A la espera de la siguiente, porque el defensa siempre ha jugado al límite.
Vida, que nació en Donji Miholjac, un pueblo cercano a Osijek en la frontera entre Croacia y Hungría, cumplió los sueños inconclusos de su padre Rudike y su hermano mayor Hrvoje. Ambos no pasaron de jugadores aficionados, convencidos de que el fútbol no les facilitaría más la vida que la explotación petrolera en la que trabajaban.
Entró con 11 años en el Osijek, debutó como profesional con 17 y con 21 ya se había ganado un traspaso por dos millones de euros al Bayer Leverkusen, que pagó dos millones de euros por un defensa que podía jugar de lateral o central y podía aportar una solución a sus problemas en la zaga. Se equivocó, Domagoj no jugó más que un partido en la Bundesliga y 8 en la Liga Europa y regresó a Croacia para enrolarse en el Dinamo de Zagreb.
Para entonces, su mala fama le precedía; la víspera de su primera concentración con Croacia, se enzarzó, borracho, en una pelea junto a unos amigos.
Tuvo numerosos enfrentamientos con el entrenador Ante Cacic -que después le dirigiría en la selección-. El más relevante le supuso una fuerte multa, después de abrirse una cerveza delante del técnico cuando el equipo se dirigía a disputar la final de Copa contra el NK Vrsar.
Cacic hizo que se bajase del autobús y pidió su expulsión. "Si es capaz de beber delante de mí, qué será lo siguiente", expuso. El club se conformó con imponerle de multa el 25 por ciento de su sueldo.
No fue lo único que hizo en el Dinamo Zagreb. La UEFA llegó a investigarle en 2011 por las sospechas de que detrás del 7-1 que endosó el Lyon al conjunto croata en la Liga de Campeones se encontraba la mafia de las apuestas.
Unas imágenes en las que se veía a Vida guiñándole un ojo a Bafetimbi Gomis, después de que el francés anotase el quinto gol, alertaron a la UEFA. Pero el expediente se cerró por falta de pruebas.
Vida fichó por Dinamo Kiev y allí se convirtió en un ídolo, primero, y luego en el capitán. Su imagen con el rostro y la camiseta totalmente ensangrentada tras chocar con Moumijan Ngomaleu, un jugador del Young Boys, durante un partido de la Liga de Campeones dio la vuelta al mundo, pero fue un gol el que le valió el aprecio de por vida de los aficionados del club ucraniano.
Fue el 17 de mayo de 2015, Vida marcó un gol en el minuto 84 que dio el título de Liga al Dinamo Kiev y acabó con el reinado del Shakhtar, que había ganado los anteriores cinco títulos de forma consecutiva.
Por eso, Vida, que en enero pasó al Besiktas turco tras cuatro años en Kiev, asegura que su grito no fue más que un guiño a sus amigos ucranianos. Una broma, según sus palabras, que le ha costado el puesto en el cuadro técnico de la selección a su amigo Vukojevic.
Pero Vida ha vuelto a salirse con la suya, para seguir afrontando a su modo la competición, para jugársela en cada partido como lo hizo contra Rusia, en los cuartos de final.
El defensa, que ya había marcado de cabeza en la prórroga, fue protagonista también en la tanda de penaltis. En ésta, Zlatko Dalic comprobó que, tras las cambios que había hecho, no contaba más que con cuatro lanzadores (Brozovic, Kovacic, Modric y Rakitic). Vida dio el paso al frente, no sin antes consultar cómo debía tirarlo.
Le pidió opinión a Rakitic, el lanzador que cierra las tandas de penaltis croatas, y éste le dijo que eligiera un lado y no cambiase. Luego se le acercó Drazen Ladic, exguardameta y ayudante del seleccionador, y le aconsejó que cuando se dirigiese hacia el balón pensase en algo agradable.
"Tomé los dos consejos. Elegí un lado y pensé en mi mujer y mi hijo. Me ayudó también que Smolov fallase el primer penalti, porque estaba lo suficientemente loco para tirarlo a lo Panenka...", aseguró.
Vida, que según la prensa británica es objeto de deseo de Leicester, Everton o Liverpool, volverá a pasear su locura mañana en el Luzhniki. Que se guarden de él, Harry Kane y compañía.
Moscú, EFE
Los sueños de grandeza del fútbol inglés pasarán mañana, en gran parte, por la capacidad que tenga el equipo de Gareth Southgate para vencer la resistencia de Domagoj Vida, el excesivo central croata, ídolo de los suyos y azote de rivales, que espera complicarle la existencia a Harry Kane.
No hay límite en la vida de Vida, que explota convenientemente su imagen de malo de película, de guerrero huno o cantante de "thrash metal" y que ha acaparado la atención en Rusia 2018, tanto por su juego como por su ocurrencia de saludar el triunfo sobre los anfitriones con un "Gloria a Ucrania", que ha levantado ampollas en la afición local.
Eufórico por un triunfo en el que fue protagonista, al marcar un gol en la prórroga y otro en la tanda de penaltis, Vida se unió a su amigo el exfutbolista Ognjen Vukojevic para grabar lo que calificó como "una broma", que no ha sentado nada bien, puesto que el grito es utilizado por los ultranacionalistas ucranianos que se oponen a la anexión rusa de la península de Crimea.
La FIFA, que prohíbe cualquier manifestación política, se limitó a enviar un aviso de sanción al jugador y a multar al ayudante técnico croata, que ha sido despedido por su federación.
El central ha vuelto a salir indemne. A la espera de la siguiente, porque el defensa siempre ha jugado al límite.
Vida, que nació en Donji Miholjac, un pueblo cercano a Osijek en la frontera entre Croacia y Hungría, cumplió los sueños inconclusos de su padre Rudike y su hermano mayor Hrvoje. Ambos no pasaron de jugadores aficionados, convencidos de que el fútbol no les facilitaría más la vida que la explotación petrolera en la que trabajaban.
Entró con 11 años en el Osijek, debutó como profesional con 17 y con 21 ya se había ganado un traspaso por dos millones de euros al Bayer Leverkusen, que pagó dos millones de euros por un defensa que podía jugar de lateral o central y podía aportar una solución a sus problemas en la zaga. Se equivocó, Domagoj no jugó más que un partido en la Bundesliga y 8 en la Liga Europa y regresó a Croacia para enrolarse en el Dinamo de Zagreb.
Para entonces, su mala fama le precedía; la víspera de su primera concentración con Croacia, se enzarzó, borracho, en una pelea junto a unos amigos.
Tuvo numerosos enfrentamientos con el entrenador Ante Cacic -que después le dirigiría en la selección-. El más relevante le supuso una fuerte multa, después de abrirse una cerveza delante del técnico cuando el equipo se dirigía a disputar la final de Copa contra el NK Vrsar.
Cacic hizo que se bajase del autobús y pidió su expulsión. "Si es capaz de beber delante de mí, qué será lo siguiente", expuso. El club se conformó con imponerle de multa el 25 por ciento de su sueldo.
No fue lo único que hizo en el Dinamo Zagreb. La UEFA llegó a investigarle en 2011 por las sospechas de que detrás del 7-1 que endosó el Lyon al conjunto croata en la Liga de Campeones se encontraba la mafia de las apuestas.
Unas imágenes en las que se veía a Vida guiñándole un ojo a Bafetimbi Gomis, después de que el francés anotase el quinto gol, alertaron a la UEFA. Pero el expediente se cerró por falta de pruebas.
Vida fichó por Dinamo Kiev y allí se convirtió en un ídolo, primero, y luego en el capitán. Su imagen con el rostro y la camiseta totalmente ensangrentada tras chocar con Moumijan Ngomaleu, un jugador del Young Boys, durante un partido de la Liga de Campeones dio la vuelta al mundo, pero fue un gol el que le valió el aprecio de por vida de los aficionados del club ucraniano.
Fue el 17 de mayo de 2015, Vida marcó un gol en el minuto 84 que dio el título de Liga al Dinamo Kiev y acabó con el reinado del Shakhtar, que había ganado los anteriores cinco títulos de forma consecutiva.
Por eso, Vida, que en enero pasó al Besiktas turco tras cuatro años en Kiev, asegura que su grito no fue más que un guiño a sus amigos ucranianos. Una broma, según sus palabras, que le ha costado el puesto en el cuadro técnico de la selección a su amigo Vukojevic.
Pero Vida ha vuelto a salirse con la suya, para seguir afrontando a su modo la competición, para jugársela en cada partido como lo hizo contra Rusia, en los cuartos de final.
El defensa, que ya había marcado de cabeza en la prórroga, fue protagonista también en la tanda de penaltis. En ésta, Zlatko Dalic comprobó que, tras las cambios que había hecho, no contaba más que con cuatro lanzadores (Brozovic, Kovacic, Modric y Rakitic). Vida dio el paso al frente, no sin antes consultar cómo debía tirarlo.
Le pidió opinión a Rakitic, el lanzador que cierra las tandas de penaltis croatas, y éste le dijo que eligiera un lado y no cambiase. Luego se le acercó Drazen Ladic, exguardameta y ayudante del seleccionador, y le aconsejó que cuando se dirigiese hacia el balón pensase en algo agradable.
"Tomé los dos consejos. Elegí un lado y pensé en mi mujer y mi hijo. Me ayudó también que Smolov fallase el primer penalti, porque estaba lo suficientemente loco para tirarlo a lo Panenka...", aseguró.
Vida, que según la prensa británica es objeto de deseo de Leicester, Everton o Liverpool, volverá a pasear su locura mañana en el Luzhniki. Que se guarden de él, Harry Kane y compañía.