La increíble historia del niño sin patria que se convirtió en el portavoz de los 12 atrapados en la cueva
Adul Sam-on, nacido en Birmania y educado por profesores cristianos en Tailandia, se convirtió en el líder de los menores que están encerrados en Tham Luang desde el 23 de junio
Infobae
Las imágenes del adolescente de ojos grandes deslumbrado por la antorcha de los buzos que lo encontraron, junto a otros 11 futbolistas en ciernes al fondo de la cueva de Tham Luang, dieron la vuelta al mundo.
"Me llamo Adul, estoy bien de salud", dijo en tailandés el niño flaco haciendo el saludo tradicional "wai". Adul Sam-on sigue en las entrañas de este laberinto subterráneo en el que los socorristas libran una carrera contrarreloj para evacuarlos.
Los profesores del colegio Ban Pa Moea, donde el niño estudia, alaban sus dotes lingüísticas, sobre todo en inglés, en un país donde sólo un tercio de los habitantes hablan la lengua de Shakespeare. Era el único capaz de conversar con los buzos británicos que los encontraron el lunes por la noche.
"¿Qué día es hoy?", pregunta Adul en inglés, y explica a los socorristas que él y sus compañeros tienen hambre. Nació en el Estado Wa, una región del este de Birmania, escenario de una guerra étnica. Adul también habla tailandés, birmano y chino y estudia en el mismo colegio desde que tiene siete años.
Dejó su familia para recibir una formación mejor en el norte de Tailandia. Sus padres se quedaron en Birmania pero lo visitan en la iglesia cristiana que lo acogió.
Los combates entre la etnia rebelde del Ejército Unido del Estado Wa (UWSA) y el ejército birmano provocaron el exilio de miles de habitantes de la zona, en busca de seguridad y de mejores condiciones de vida, sobre todo a Tailandia. Adul es una de las más de 400.000 personas registradas como apátridas en Tailandia, según la Agencia de Refugiados de la ONU. Algunas fuentes calculan sin embargo que habría 3,5 millones.
"Se hicieron progresos pero algunos apátridas de Tailandia siguen teniendo que enfrentarse a desafíos para poder acceder a sus derechos fundamentales", explica a Hannah Macdonald, una portavoz de la ONU.
Sin certificado de nacimiento ni documentos de identidad o pasaporte, Adul y los demás apátridas de Tailandia no pueden casarse legalmente, conseguir un empleo, abrir una cuenta bancaria, poseer bienes o sencillamente votar. El Estado se ha comprometido a registrar a todos los apátridas antes de 2024.
Los conocidos de Adul aseguran que el adolescente no se desanima. Además del fútbol, le gusta tocar el piano y la guitarra. "Es una maravilla", cuenta el director del colegio Phunawhit Thepsurin. "Es bueno tanto en los estudios como en el deporte".
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Las imágenes del adolescente de ojos grandes deslumbrado por la antorcha de los buzos que lo encontraron, junto a otros 11 futbolistas en ciernes al fondo de la cueva de Tham Luang, dieron la vuelta al mundo.
"Me llamo Adul, estoy bien de salud", dijo en tailandés el niño flaco haciendo el saludo tradicional "wai". Adul Sam-on sigue en las entrañas de este laberinto subterráneo en el que los socorristas libran una carrera contrarreloj para evacuarlos.
Los profesores del colegio Ban Pa Moea, donde el niño estudia, alaban sus dotes lingüísticas, sobre todo en inglés, en un país donde sólo un tercio de los habitantes hablan la lengua de Shakespeare. Era el único capaz de conversar con los buzos británicos que los encontraron el lunes por la noche.
"¿Qué día es hoy?", pregunta Adul en inglés, y explica a los socorristas que él y sus compañeros tienen hambre. Nació en el Estado Wa, una región del este de Birmania, escenario de una guerra étnica. Adul también habla tailandés, birmano y chino y estudia en el mismo colegio desde que tiene siete años.
Dejó su familia para recibir una formación mejor en el norte de Tailandia. Sus padres se quedaron en Birmania pero lo visitan en la iglesia cristiana que lo acogió.
Los combates entre la etnia rebelde del Ejército Unido del Estado Wa (UWSA) y el ejército birmano provocaron el exilio de miles de habitantes de la zona, en busca de seguridad y de mejores condiciones de vida, sobre todo a Tailandia. Adul es una de las más de 400.000 personas registradas como apátridas en Tailandia, según la Agencia de Refugiados de la ONU. Algunas fuentes calculan sin embargo que habría 3,5 millones.
"Se hicieron progresos pero algunos apátridas de Tailandia siguen teniendo que enfrentarse a desafíos para poder acceder a sus derechos fundamentales", explica a Hannah Macdonald, una portavoz de la ONU.
Sin certificado de nacimiento ni documentos de identidad o pasaporte, Adul y los demás apátridas de Tailandia no pueden casarse legalmente, conseguir un empleo, abrir una cuenta bancaria, poseer bienes o sencillamente votar. El Estado se ha comprometido a registrar a todos los apátridas antes de 2024.
Los conocidos de Adul aseguran que el adolescente no se desanima. Además del fútbol, le gusta tocar el piano y la guitarra. "Es una maravilla", cuenta el director del colegio Phunawhit Thepsurin. "Es bueno tanto en los estudios como en el deporte".