La evolución de Uruguay se queda a medias

Álvaro Vivar
Moscú, EFE
La selección uruguaya, que mejoró los octavos de 2014 pero empeoró el cuarto puesto de 2010, no perdió nunca su carácter, se mantuvo invicta hasta cuartos e hizo soñar a sus tres millones y medio de uruguayos con una nueva generación de medios hasta que, sin Edinson Cavani, cedió.


Uruguay fue un líder contundente en el grupo A con Luis Suárez y Cavani extendiendo su conexión por Rusia acompañados de nuevos rostros en un centro del campo que obligaba a pensar en un equipo charrúa mejorado con balón.

Esa capacidad para vivir en campo contrario la debían aportar jóvenes jugadores repartidos por grandes clubes: Matías Vecino, en el Inter de Milán, Rodrigo Bentancur, en el Juventus, Nahitán Nández, de Boca Juniors, y el 'roba balones' Lucas Torreira, un fijo en el Sampdoria y que tras el Mundial jugará en el Arsenal.

El seleccionador Óscar Washington Tabárez dejó en Uruguay a históricos de la Celeste e incluso en el banquillo a jugadores de su máxima confianza como 'Cebolla' Rodríguez o Carlos Sánchez, fijos en las eliminatorias sudamericanas. Y con la nueva hornada se fue a por el Mundial, pero la evolución de esta Uruguay no se completó.

Ante Portugal en octavos se vio una buena, quizás la mejor, versión del 4-4-2 en rombo con Bentancur adelantado. Aportó otro joven, el zurdo Diego Laxalt, del Génova y reconvertido a lateral, profundo por su costado como el sempiterno Martín Cáceres por la derecha.

Todo siempre bien flanqueado por Diego Godín y José María Giménez, tan solo al descubierto cuando este último vio perdidas las opciones ante Francia y se derrumbó a cinco minutos del final.

Fue ante los franceses cuando Uruguay ratificó su apego por el aspecto más defensivo, por el orden y la dureza bien controlada.

Esta Uruguay, apasionada por la batalla, el cuerpo a cuerpo, que la llevó al Mundial 2018, suele salir victoriosa cuando en punta brega Edison Cavani, pero faltó ante Francia.

El partidazo del punta del PSG en octavos, con un doblete ante Portugal, evidenció que su baja en cuartos sería irremplazable. Así fue. Uruguay nunca pudo correr. La mejor ocasión fue a balón parado, y tampoco estaba Cavani para el remate. Luis Suárez quedó huérfano en Nizhny Novgorod, escenario del final de Uruguay en Rusia.

El portero Fernando Muslera refrendó la irregular tarde de los uruguayos con un fallo terrible a tiro de Antoine Griezmann con el que Uruguay claudicó para poner barrera a su límite en Rusia.

A Uruguay, que reina en su continente con 15 títulos, le toca un retorno amargo a casa sin conocer aún el futuro de Tabárez (desde 2006 en el cargo) en vistas de la próxima Copa América, que se celebrará en Brasil en 2019.

Tiene tiempo La Celeste para plasmar nuevas fórmulas y algún día poder sumar un tercer Mundial tras 1930 y 1950.

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