La crisis de los incendios complica el futuro político de Tsipras
El Gobierno griego, que presumía de la inminente salida del tercer rescate, no saldrá indemne de la peor catástrofe en la historia reciente
María Antonia Sánchez-Vallejo (ENVIADA ESPECIAL)
Rafina, El País
Ante un balance de víctimas que no deja de crecer, ni siquiera el anuncio de ayudas para los damnificados garantiza al Gobierno salir indemne de la peor catástrofe en la historia reciente de Grecia. Hasta el lunes, cuando un incendio segó en horas decenas de vidas, el Ejecutivo presumía de la inminente salida del tercer rescate y saboreaba el acuerdo con Macedonia. Pero la aparente falta de respuesta oficial a la emergencia ha puesto contra las cuerdas a las autoridades.
El ministro de Defensa, Panos Kamenos, que visitó este jueves la zona cero del incendio, tuvo que aguantar un chaparrón de reproches de los afectados y, en vez de calmar los ánimos, se defendió torpemente atribuyendo a las construcciones ilegales en la zona el alto número de muertos. Según el último balance oficial, la cifra se elevaba ayer a 85, al fallecer en el hospital dos de los heridos y ser localizados los cadáveres de otros tantos desaparecidos, cuyo número sigue siendo una incógnita.
Tras la avanzadilla de bomberos, policía y militares, el primer signo visible de presencia del Estado en Mati, epicentro del incendio, eran ayer los 150 funcionarios del Ministerio de Infraestructuras que evaluaban casa por casa el grado de afectación. De la gravedad de los daños, dependerá la percepción de las ayudas anunciadas el miércoles por el Ejecutivo: 5.000 euros por familia (6.000 para las numerosas) y 8.000 para negocios afectados, además de la exención temporal del pago del impuesto inmobiliario para los propietarios de inmuebles destruidos o gravemente dañados. El anuncio de las compensaciones no ha impedido que el Ejecutivo se vea acorralado por las críticas. Síntoma de una palpable incomodidad es, por ejemplo, la prohibición de Syriza, partido que lidera la coalición de Gobierno, a sus parlamentarios y dirigentes de participar en tertulias o programas de un canal privado de televisión especialmente crítico.
Tres días después de la tragedia el primer ministro, Alexis Tsipras, aún no había visitado la zona. En su lugar ha enviado a Kamenos, líder de Griegos Independientes (ANEL, derecha soberanista, socio menor del Gabinete), que acabó irritando aún más a los damnificados al atribuir a las construcciones ilegales en el área —y su consiguiente excedente de población— el efecto tapón que bloqueó la huida de las llamas. Además de la inacción oficial, los vecinos criticaron ante Kamenos el corte de la carretera general y el desvío del tráfico por la del litoral, mucho más angosta y sinuosa, donde se concentró el mayor número de víctimas y de daños materiales.
Cohesión nacional
“No podemos hablar de una respuesta lenta del Estado, porque hay procedimientos científicos, como el cotejo de ADN, que llevan su tiempo. Al revés, el Estado está actuando con rapidez, en coordinación con los poderes locales y la Administración regional”, matiza Evánguelos Vurnús, alcalde de Rafina, independiente, que sin embargo reconoce la inexistencia de un plan de evacuación y teme que el balance de víctimas supere los tres dígitos.
Si la aparente bonanza de la que disfrutaba el Ejecutivo por las mieles —más internacionales que domésticas— del acuerdo con Macedonia no ha saltado por los aires, se debe a la cohesión nacional ante la tragedia, una suerte de tácito pacto de silencio y luto que ha impedido que, como suele suceder en Grecia, Gobierno y oposición se enzarcen en críticas a la menor oportunidad.
Una lista con solo 25 desaparecidos
El Ayuntamiento de Rafina tiene un registro de 25 desaparecidos realizado con la ayuda de Cruz Roja. “En realidad pueden ser muchos más, decenas, nadie lo sabe”, explica Betsy Konstantinidu, vicepresidenta de la Cruz Roja griega. Un equipo especial de la ONG acompaña a bomberos y militares en el rastreo de restos humanos. “Hemos encontrado dos muertos entre las ruinas”, añade. En el Ayuntamiento hay también una lista de fallecidos que el alcalde, Evánguelos Vurnús, teme que supere el centenar. “Creemos que para el sábado habrá cifras definitivas de muertos y desaparecidos. Vamos todo lo rápido que podemos, pero estas cosas llevan tiempo”.
El ánimo conciliador se percibe en todos los poderes públicos. Por ejemplo, en el Ayuntamiento de Rafina estos días “se han aparcado las siglas y los colores; sólo importan los ciudadanos, las víctimas”, explica Chris Tsemperis, portavoz municipal. “A la alcaldía han venido los principales líderes de la oposición y no ha habido cámaras ni declaraciones a la salida; no es tiempo de hacer política”, añade. El portavoz se refería a la visita de, entre otros, Kyriakos Mitsotakis, líder de la conservadora Nueva Democracia, principal partido de oposición, que saca al menos 10 puntos de ventaja a Syriza en la mayoría de las encuestas de intención de voto. Tomando también la iniciativa sobre el terreno —y sobre el Gobierno—, Mitsotakis fue de los primeros en visitar la zona afectada, el martes, apenas 24 horas después del paso del fuego.
La intención manifiesta de Tsipras desde hace meses es agotar la legislatura y convocar elecciones en otoño de 2019, pese al insistente runrún en Atenas sobre un posible adelanto electoral para la primavera. Cosa extraña, nadie ha pronunciado estos días la palabra elecciones, pero el impacto del incendio amenaza con tener consecuencias, una vez se evapore la unidad nacional —y partidista— en torno al duelo.
Gestionar mal la emergencia derivada de un incendio tuvo para Gobiernos anteriores un coste electoral claro: el conservador Kostas Karamanlís se vio obligado a adelantar los comicios en 2009 —que perdió—, después de que un incendio de dimensiones infinitesimales comparado con el de Mati pusiera en evidencia la inacción gubernamental, que además se arrastraba desde el incendio en el Peloponeso y Evia de 2007, este sí dantesco: más de 70 víctimas en una semana.
“Volveremos a levantar Mati, pero el que conocíamos ha desaparecido para siempre, y no lo digo sólo por las abundantes pérdidas humanas y materiales. Es imposible reconstruir la localidad como hasta ahora, sin plan urbanístico alguno, con construcciones ilegales y cercas aquí y allá, a capricho de los propietarios de un pedazo de tierra. Seguiremos adelante, pero obedeciendo a la lógica y las leyes”. Las declaraciones, amparadas en el anonimato, de un responsable municipal apuntan a uno de los principales factores en juego en el incendio que el lunes dañó el 98% de los edificios de la localidad. La ausencia de un plan urbanístico razonable, el aprovechamiento de los resquicios legales para construir pisos o ampliaciones a lo que no eran más que casetas de playa, o la suma de recortes desde el primer rescate, en 2010 —desde entonces se han ahorrado más de 30 millones de euros en prevención de incendios—, demostraron el lunes ser yesca en contacto con una sola cerilla.
Por eso, y ante el empeoramiento de las condiciones meteorológicas en las últimas horas —este jueves hubo inundaciones por lluvias torrenciales al norte de Atenas—, una de las prioridades del Ayuntamiento, en coordinación con el Ministerio de Medio Ambiente, es limpiar la zona a fondo. Una tarea que esperan haya concluido a primeros de septiembre. “Las lluvias pueden acabar de arrasar el terreno. Debemos actuar rápido”.
En paralelo, los damnificados recibirán apoyo psicológico si lo piden. Entre lágrimas, el alcalde, Evánguelos Vurnús, asume que resultará difícil gestionar el duelo. “He visto los cadáveres, las quemaduras de los heridos, y no se me olvidará. Por eso hemos hecho especial hincapié en la asistencia de equipos especializados: psicólogos y psicólogos infantiles, psiquiatras… Ya no necesitamos más comida o agua, necesitamos otro tipo de ayuda”. El concejal Yerásimos Vuduris, médico de profesión, incide en la gestión del duelo, “sobre todo en niños y adolescentes que han perdido a alguno de sus abuelos o progenitores”. Todo ello será gestionado por la Administración local y decenas de voluntarios.
Para evitar precisamente el duelo a sus dos hijos, de 10 y 12 años, Dora Gunaridis, que ha visto su casa reducida a escombros, los ha enviado lejos de Mati, con unos familiares. “Mis hijos han perdido varios amigos, están muertos o desaparecidos. ¿Cómo explicas eso a dos críos? Lo de menos es la casa, lo más angustioso es no tener respuestas a sus preguntas”.
María Antonia Sánchez-Vallejo (ENVIADA ESPECIAL)
Rafina, El País
Ante un balance de víctimas que no deja de crecer, ni siquiera el anuncio de ayudas para los damnificados garantiza al Gobierno salir indemne de la peor catástrofe en la historia reciente de Grecia. Hasta el lunes, cuando un incendio segó en horas decenas de vidas, el Ejecutivo presumía de la inminente salida del tercer rescate y saboreaba el acuerdo con Macedonia. Pero la aparente falta de respuesta oficial a la emergencia ha puesto contra las cuerdas a las autoridades.
El ministro de Defensa, Panos Kamenos, que visitó este jueves la zona cero del incendio, tuvo que aguantar un chaparrón de reproches de los afectados y, en vez de calmar los ánimos, se defendió torpemente atribuyendo a las construcciones ilegales en la zona el alto número de muertos. Según el último balance oficial, la cifra se elevaba ayer a 85, al fallecer en el hospital dos de los heridos y ser localizados los cadáveres de otros tantos desaparecidos, cuyo número sigue siendo una incógnita.
Tras la avanzadilla de bomberos, policía y militares, el primer signo visible de presencia del Estado en Mati, epicentro del incendio, eran ayer los 150 funcionarios del Ministerio de Infraestructuras que evaluaban casa por casa el grado de afectación. De la gravedad de los daños, dependerá la percepción de las ayudas anunciadas el miércoles por el Ejecutivo: 5.000 euros por familia (6.000 para las numerosas) y 8.000 para negocios afectados, además de la exención temporal del pago del impuesto inmobiliario para los propietarios de inmuebles destruidos o gravemente dañados. El anuncio de las compensaciones no ha impedido que el Ejecutivo se vea acorralado por las críticas. Síntoma de una palpable incomodidad es, por ejemplo, la prohibición de Syriza, partido que lidera la coalición de Gobierno, a sus parlamentarios y dirigentes de participar en tertulias o programas de un canal privado de televisión especialmente crítico.
Tres días después de la tragedia el primer ministro, Alexis Tsipras, aún no había visitado la zona. En su lugar ha enviado a Kamenos, líder de Griegos Independientes (ANEL, derecha soberanista, socio menor del Gabinete), que acabó irritando aún más a los damnificados al atribuir a las construcciones ilegales en el área —y su consiguiente excedente de población— el efecto tapón que bloqueó la huida de las llamas. Además de la inacción oficial, los vecinos criticaron ante Kamenos el corte de la carretera general y el desvío del tráfico por la del litoral, mucho más angosta y sinuosa, donde se concentró el mayor número de víctimas y de daños materiales.
Cohesión nacional
“No podemos hablar de una respuesta lenta del Estado, porque hay procedimientos científicos, como el cotejo de ADN, que llevan su tiempo. Al revés, el Estado está actuando con rapidez, en coordinación con los poderes locales y la Administración regional”, matiza Evánguelos Vurnús, alcalde de Rafina, independiente, que sin embargo reconoce la inexistencia de un plan de evacuación y teme que el balance de víctimas supere los tres dígitos.
Si la aparente bonanza de la que disfrutaba el Ejecutivo por las mieles —más internacionales que domésticas— del acuerdo con Macedonia no ha saltado por los aires, se debe a la cohesión nacional ante la tragedia, una suerte de tácito pacto de silencio y luto que ha impedido que, como suele suceder en Grecia, Gobierno y oposición se enzarcen en críticas a la menor oportunidad.
Una lista con solo 25 desaparecidos
El Ayuntamiento de Rafina tiene un registro de 25 desaparecidos realizado con la ayuda de Cruz Roja. “En realidad pueden ser muchos más, decenas, nadie lo sabe”, explica Betsy Konstantinidu, vicepresidenta de la Cruz Roja griega. Un equipo especial de la ONG acompaña a bomberos y militares en el rastreo de restos humanos. “Hemos encontrado dos muertos entre las ruinas”, añade. En el Ayuntamiento hay también una lista de fallecidos que el alcalde, Evánguelos Vurnús, teme que supere el centenar. “Creemos que para el sábado habrá cifras definitivas de muertos y desaparecidos. Vamos todo lo rápido que podemos, pero estas cosas llevan tiempo”.
El ánimo conciliador se percibe en todos los poderes públicos. Por ejemplo, en el Ayuntamiento de Rafina estos días “se han aparcado las siglas y los colores; sólo importan los ciudadanos, las víctimas”, explica Chris Tsemperis, portavoz municipal. “A la alcaldía han venido los principales líderes de la oposición y no ha habido cámaras ni declaraciones a la salida; no es tiempo de hacer política”, añade. El portavoz se refería a la visita de, entre otros, Kyriakos Mitsotakis, líder de la conservadora Nueva Democracia, principal partido de oposición, que saca al menos 10 puntos de ventaja a Syriza en la mayoría de las encuestas de intención de voto. Tomando también la iniciativa sobre el terreno —y sobre el Gobierno—, Mitsotakis fue de los primeros en visitar la zona afectada, el martes, apenas 24 horas después del paso del fuego.
La intención manifiesta de Tsipras desde hace meses es agotar la legislatura y convocar elecciones en otoño de 2019, pese al insistente runrún en Atenas sobre un posible adelanto electoral para la primavera. Cosa extraña, nadie ha pronunciado estos días la palabra elecciones, pero el impacto del incendio amenaza con tener consecuencias, una vez se evapore la unidad nacional —y partidista— en torno al duelo.
Gestionar mal la emergencia derivada de un incendio tuvo para Gobiernos anteriores un coste electoral claro: el conservador Kostas Karamanlís se vio obligado a adelantar los comicios en 2009 —que perdió—, después de que un incendio de dimensiones infinitesimales comparado con el de Mati pusiera en evidencia la inacción gubernamental, que además se arrastraba desde el incendio en el Peloponeso y Evia de 2007, este sí dantesco: más de 70 víctimas en una semana.
“Volveremos a levantar Mati, pero el que conocíamos ha desaparecido para siempre, y no lo digo sólo por las abundantes pérdidas humanas y materiales. Es imposible reconstruir la localidad como hasta ahora, sin plan urbanístico alguno, con construcciones ilegales y cercas aquí y allá, a capricho de los propietarios de un pedazo de tierra. Seguiremos adelante, pero obedeciendo a la lógica y las leyes”. Las declaraciones, amparadas en el anonimato, de un responsable municipal apuntan a uno de los principales factores en juego en el incendio que el lunes dañó el 98% de los edificios de la localidad. La ausencia de un plan urbanístico razonable, el aprovechamiento de los resquicios legales para construir pisos o ampliaciones a lo que no eran más que casetas de playa, o la suma de recortes desde el primer rescate, en 2010 —desde entonces se han ahorrado más de 30 millones de euros en prevención de incendios—, demostraron el lunes ser yesca en contacto con una sola cerilla.
Por eso, y ante el empeoramiento de las condiciones meteorológicas en las últimas horas —este jueves hubo inundaciones por lluvias torrenciales al norte de Atenas—, una de las prioridades del Ayuntamiento, en coordinación con el Ministerio de Medio Ambiente, es limpiar la zona a fondo. Una tarea que esperan haya concluido a primeros de septiembre. “Las lluvias pueden acabar de arrasar el terreno. Debemos actuar rápido”.
En paralelo, los damnificados recibirán apoyo psicológico si lo piden. Entre lágrimas, el alcalde, Evánguelos Vurnús, asume que resultará difícil gestionar el duelo. “He visto los cadáveres, las quemaduras de los heridos, y no se me olvidará. Por eso hemos hecho especial hincapié en la asistencia de equipos especializados: psicólogos y psicólogos infantiles, psiquiatras… Ya no necesitamos más comida o agua, necesitamos otro tipo de ayuda”. El concejal Yerásimos Vuduris, médico de profesión, incide en la gestión del duelo, “sobre todo en niños y adolescentes que han perdido a alguno de sus abuelos o progenitores”. Todo ello será gestionado por la Administración local y decenas de voluntarios.
Para evitar precisamente el duelo a sus dos hijos, de 10 y 12 años, Dora Gunaridis, que ha visto su casa reducida a escombros, los ha enviado lejos de Mati, con unos familiares. “Mis hijos han perdido varios amigos, están muertos o desaparecidos. ¿Cómo explicas eso a dos críos? Lo de menos es la casa, lo más angustioso es no tener respuestas a sus preguntas”.