Kanté, Pogba, Mbappé... nuevo estilo, cambio de guardia
Luis Villarejo
Madrid, EFE
Una adaptación de la famosa canción Go West de los Pet Shop Boys retumba en las calles de Francia. "A gauche NGolo Kanté, á droite N'Golo Kanté, derriére N'Golo Kanté, devant Kylian Mbappé'.
'A la izquierda, Kanté, a la derecha Kanté, detrás Kanté, arriba Mbappé'. Por todos los sitios aparece Kanté, el mediocentro de una familia de ocho hermanos que de niño fundía a con su esfuerzo a los críos en Suresnes. Es el termómetro del nuevo estilo que se ha impuesto en el Mundial tras una generación donde el toque tildado de tiki-taka por España, copiado luego por Alemania en el siguiente Brasil 2014, y que ahora invita a pensar en el cambio de guardia, en la aparición de un nuevo modelo, repleto de matices, que sale reforzado de esta Copa del Mundo. Hoy, Kanté con una amarilla, fue sustituido antes de tiempo.
Ha sido el Mundial de Pogba. El Mundial de los atletas. Enorme en el despliegue físico y eficaz este domingo en el estadio Luzhniki de Moscú con su gol en el 3-1. Y por supuesto de Mbappé, un futbolista que mezcla lo mejor de Ronaldo Nazario y de Thierry Henry. Cambio de ritmo, fortaleza y velocidad con clarividencia además en los metros finales para vacunar a sus rivales.
Francia, como guinda, disfrutó de Griezmann. En Francia, algunos le llaman Grizou haciendo un paralelismo como Zidane en el Mundial de Francia 98. A él no le hace gracia el apelativo. Prefiere que le llamen Grizi. Y es que Griezmann pone la aceleración, la chispa y la elegancia en el contragolpe, donde se siente como pez en el agua a la hora de dirigir el arreón y el vértigo con la pelota pegada al pie.
En clave LaLiga, el Atlético de Madrid de Diego Simeone es el gran vencedor del Mundial. Tiene a Griezmann, a Lucas en el once inicial; un nuevo fichaje Lemar, que vio la final con Francia desde el banquillo; y que con el fichaje de Rodri perfilará este año la zona central con más energía al lado de Koke y Thomas. Es lo más parecido a Francia que hay en España.
Croacia llegó con las fuerzas justas. Perisic, soberbio, a pesar de su desgaste. Demasiadas prórrogas por el camino, mucho más kilómetros que Francia, pero con un futbolista descomunal como Luka Modric, imperial durante todo el torneo. No pudo sumar al palmarés ganar Liga de Campeones y Mundial, prestigio que le deja a su amigo Varane, que hizo historia siendo jugador del Real Madrid.
Francia ingresó hoy por este título un total de 32 millones de euros, más una prima especial de Nike, patrocinador de su camiseta. Dinero que seguro invertirá en Fontainebleu, su gran academia que parecía dormida y que vuelve a estar de moda.
Didier Deschamps ha creado un módulo similar a lo que él era como futbolista. El era un motorcito. Los de ahora son Fórmulas Uno y en su sitio juegan Pogba y Kanté. Francia ganó su Mundial en el 98 con Deschamps de jugador. Sigue los pasos de Franz Beckenbauer. Su entonces seleccionador Aimé Jacquet levantó la Copa de Mundo en París, a pesar de ser criticado duramente todo el torneo. En su autobiografía, dijo que se lo dedicaba especialmente a la prensa regional. Un dardo en toda regla. Hoy Deschamps, no tiene enemigos y sonríe porque su forma de entender el fútbol dio un golpe encima de la mesa.
Madrid, EFE
Una adaptación de la famosa canción Go West de los Pet Shop Boys retumba en las calles de Francia. "A gauche NGolo Kanté, á droite N'Golo Kanté, derriére N'Golo Kanté, devant Kylian Mbappé'.
'A la izquierda, Kanté, a la derecha Kanté, detrás Kanté, arriba Mbappé'. Por todos los sitios aparece Kanté, el mediocentro de una familia de ocho hermanos que de niño fundía a con su esfuerzo a los críos en Suresnes. Es el termómetro del nuevo estilo que se ha impuesto en el Mundial tras una generación donde el toque tildado de tiki-taka por España, copiado luego por Alemania en el siguiente Brasil 2014, y que ahora invita a pensar en el cambio de guardia, en la aparición de un nuevo modelo, repleto de matices, que sale reforzado de esta Copa del Mundo. Hoy, Kanté con una amarilla, fue sustituido antes de tiempo.
Ha sido el Mundial de Pogba. El Mundial de los atletas. Enorme en el despliegue físico y eficaz este domingo en el estadio Luzhniki de Moscú con su gol en el 3-1. Y por supuesto de Mbappé, un futbolista que mezcla lo mejor de Ronaldo Nazario y de Thierry Henry. Cambio de ritmo, fortaleza y velocidad con clarividencia además en los metros finales para vacunar a sus rivales.
Francia, como guinda, disfrutó de Griezmann. En Francia, algunos le llaman Grizou haciendo un paralelismo como Zidane en el Mundial de Francia 98. A él no le hace gracia el apelativo. Prefiere que le llamen Grizi. Y es que Griezmann pone la aceleración, la chispa y la elegancia en el contragolpe, donde se siente como pez en el agua a la hora de dirigir el arreón y el vértigo con la pelota pegada al pie.
En clave LaLiga, el Atlético de Madrid de Diego Simeone es el gran vencedor del Mundial. Tiene a Griezmann, a Lucas en el once inicial; un nuevo fichaje Lemar, que vio la final con Francia desde el banquillo; y que con el fichaje de Rodri perfilará este año la zona central con más energía al lado de Koke y Thomas. Es lo más parecido a Francia que hay en España.
Croacia llegó con las fuerzas justas. Perisic, soberbio, a pesar de su desgaste. Demasiadas prórrogas por el camino, mucho más kilómetros que Francia, pero con un futbolista descomunal como Luka Modric, imperial durante todo el torneo. No pudo sumar al palmarés ganar Liga de Campeones y Mundial, prestigio que le deja a su amigo Varane, que hizo historia siendo jugador del Real Madrid.
Francia ingresó hoy por este título un total de 32 millones de euros, más una prima especial de Nike, patrocinador de su camiseta. Dinero que seguro invertirá en Fontainebleu, su gran academia que parecía dormida y que vuelve a estar de moda.
Didier Deschamps ha creado un módulo similar a lo que él era como futbolista. El era un motorcito. Los de ahora son Fórmulas Uno y en su sitio juegan Pogba y Kanté. Francia ganó su Mundial en el 98 con Deschamps de jugador. Sigue los pasos de Franz Beckenbauer. Su entonces seleccionador Aimé Jacquet levantó la Copa de Mundo en París, a pesar de ser criticado duramente todo el torneo. En su autobiografía, dijo que se lo dedicaba especialmente a la prensa regional. Un dardo en toda regla. Hoy Deschamps, no tiene enemigos y sonríe porque su forma de entender el fútbol dio un golpe encima de la mesa.