Japón salvó el honor de asiáticos y africanos

José Antonio Pascual
Moscú, EFE
Rusia 2018 pasará a la historia como una Copa del Mundo muy pobre para el fútbol de Asia y África, dos confederaciones que confiaban en su progresión, en jugadores absolutamente instalados y adaptados a las grandes ligas, por cuanto tan solo Japón logró llegar a octavos de final.


Incluso los 'samurais azules' estuvieron muy cerca de dar una absoluta campanada, cuando, ya entrada la segunda mitad, dominaban por 2-0 a Bélgica, que a la postre acabó remontando el encuentro para seguir con vida y acabar en la tercera plaza del torneo.

Al margen de la ilusionante participación nipona, de los buenos momentos de fútbol de Marruecos que no encontraron su recompensa, y del triunfo de Corea del Sur ante Alemania, las selecciones asiáticas y africanas dieron un paso atrás.

Japón no llegaba con buenos pronunciamientos ni mucho menos. La destitución del 'sargento' bosnio Vahid Halilhodzic era señal inequívoca de su mala perspectiva. La Federación echó mano de Akira Nishino y el equipo superó las espectativas.

Lo hizo desde el primer momento al sorprender de entrada a Colombia, si bien se vio beneficiado el conjunto nipón por la temprana expulsión de Carlos Sánchez. Luego igualó ante Senegal y pese a perder ante Polonia superó la fase inicial gracias al juego limpio.

No obstante, su explosión llegó ante Bélgica, a la que tuvo al borde del k.o. con un 2-0 y una superioridad sorprendente incluso en el juego. En cambio, no pudo resistir las acometidas de los diablos rojos y claudicó finalmente, con lo que repitió sus actuaciones de 2002 y 2010 y se quedó a muy poco de hacer historia.

La mayor decepción fue probablemente la de Egipto. Se esperaba mucho del conjunto de Héctor Cúper. El estado físico de su gran figura, Mohamed Salah, después de lesionarse en la final de la Liga de Campeones, fue determinante.

Se despidió con tres derrotas, la última ante Arabia Saudí, que pese a sufrir una goleada en el partido inaugural frente a Rusia, demostró que, a instancias del técnico hispano-argentino Juan Antonio Pizzi, intentó practicar un buen fútbol.

Marruecos desplegó mejor juego que resultados cosechó. Fue una auténtica pesadilla para Portugal y España, ante las que mereció mucho más. La carencia de pegada le costó no dar la sorpresa y se despidió junto a la Irán de Carlos Queiroz, que estuvo muy cerca de la clasificación en un grupo marcado por la igualdad y el equilibrio.

Australia, que tuvo que echar mano de la experiencia del técnico holandés Bert van Maarjwik, subcampeón mundial con Holanda en 2010, decepcionó por momentos. Se esperaba mucho más de un equipo con jugadores acostumbrados a competir en el primer nivel que únicamente sumó un punto, ante Dinamarca. Volvió a mostrarse inofensiva e irregular, como en anteriores citas universales.

Nigeria confiaba en repetir pretéritas hazañas, pero se quedó en el intento. Trató de dar guerra con su físico portentoso y con jugadores de primer nivel, como Senegal, pero no le dio para progresar.

Tampoco a Túnez y a Corea del Sur, que completaron la participación africana y asiática con luces y sombras.

El equipo mediterráneo complicó la vida a Inglaterra en el primer partido y tan solo cedió al final. Al siguiente encuentro sucumbió por todo lo alto ante Bélgica y se despidió. Al menos salvó el honor con un triunfo ante Panamá.

Los guerreros 'Taeguk', sin embargo, exhibieron mucho más y estuvieron a un magnífico nivel, tanto que con su campanada ante Alemania, a la que vencieron 2-0, acabaron con la marcha de los defensores del título.

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