Brasil: Tite tiene que quedarse
Fernando Kallas
As
Brasil ha caído eliminado antes de lo esperado y es normal que, en toda derrota, se busque identificar los equívocos que llevaron a la derrota del equipo que era considerado favorito. Los errores existieron, algunos eran fáciles de identificar, pero el revés de este viernes en Kazán ante Bélgica no es otro 1-7. Y el trabajo de Tite en el mando de la selección brasileña tiene muchos aspectos positivos que deberían justificar su permanencia como entrenador de la canarinha de cara a Qatar 2022.
No se puede olvidar que Tite asumió una selección en ruinas y en un corto período de tiempo hizo una verdadera revolución en un equipo que venía de vivir los peores dos años de su gloriosa historia.
Cuando Tite tomó el mando de Brasil en 2016, el equipo todavía vivía el trauma de la humillación ante Alemania y estaba destrozada emocionalmente tras una inédita eliminación en la fase de grupos de la Copa América, además de amargar la sexta posición de la clasificación sudamericana para Rusia 2018, corriendo serio riesgo de quedarse fuera de su primer Mundial.
Casi que inmediatamente, Tite arregló el equipo, dio vida nueva al espíritu anímico del grupo y sólo perdió dos de 26 partidos en dos años.
La derrota ante Bélgica debe servir de lección para el técnico de cara a un ciclo de cuatro años de preparación para un Mundial. Principalmente en la gestión del grupo, en la flexibilidad del sistema y en cómo lidiar con el emocional de su gran estrella, Neymar. También servirá para balancear la relación con la prensa brasileña, que durante todo este proceso le trató casi como una figura mesiánica y poco contestó sus decisiones. Un poco de crítica puede ser bueno para evitar la acomodación.
Brasil se ha reencontrado con Tite. Y él se ha ganado el derecho a seguir cuatro años más desarrollando su trabajo.
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Brasil ha caído eliminado antes de lo esperado y es normal que, en toda derrota, se busque identificar los equívocos que llevaron a la derrota del equipo que era considerado favorito. Los errores existieron, algunos eran fáciles de identificar, pero el revés de este viernes en Kazán ante Bélgica no es otro 1-7. Y el trabajo de Tite en el mando de la selección brasileña tiene muchos aspectos positivos que deberían justificar su permanencia como entrenador de la canarinha de cara a Qatar 2022.
No se puede olvidar que Tite asumió una selección en ruinas y en un corto período de tiempo hizo una verdadera revolución en un equipo que venía de vivir los peores dos años de su gloriosa historia.
Cuando Tite tomó el mando de Brasil en 2016, el equipo todavía vivía el trauma de la humillación ante Alemania y estaba destrozada emocionalmente tras una inédita eliminación en la fase de grupos de la Copa América, además de amargar la sexta posición de la clasificación sudamericana para Rusia 2018, corriendo serio riesgo de quedarse fuera de su primer Mundial.
Casi que inmediatamente, Tite arregló el equipo, dio vida nueva al espíritu anímico del grupo y sólo perdió dos de 26 partidos en dos años.
La derrota ante Bélgica debe servir de lección para el técnico de cara a un ciclo de cuatro años de preparación para un Mundial. Principalmente en la gestión del grupo, en la flexibilidad del sistema y en cómo lidiar con el emocional de su gran estrella, Neymar. También servirá para balancear la relación con la prensa brasileña, que durante todo este proceso le trató casi como una figura mesiánica y poco contestó sus decisiones. Un poco de crítica puede ser bueno para evitar la acomodación.
Brasil se ha reencontrado con Tite. Y él se ha ganado el derecho a seguir cuatro años más desarrollando su trabajo.