Ámsterdam es “una jungla urbana” por la noche

Arre Zuurmond, ombudsman de la capital holandesa, advierte del deterioro del centro por culpa de su congestión

Isabel Ferrer
La Haya, El País
Durante el día, Ámsterdam es una ciudad bulliciosa y llena de turistas, que se toman con deportividad lo inevitable: perderse en el cinturón de los canales mientras pasean. De noche, el mismo centro histórico se transforma en una “jungla urbana donde reina la ley del más fuerte”. Donde “se vende droga al aire libre, hay carreras ilegales de coches y bicicletas, taxis sin licencia, basuras, borrachos y turistas que cantan y gritan”. Arre Zuurmond, su ombudsman, ha pintado este sábado tan penosa imagen de una de las capitales europeas más hermosas y preferidas por los visitantes. Encargado de señalar los errores de la Administración en defensa de la ciudadanía, sus palabras figuran en una entrevista publicada por el rotativo Trouw. La policía, los tribunales y el propio Ayuntamiento han admitido que tiene razón.


Uno de los mayores problemas de Ámsterdam en su atractivo: recibe unos 18 millones de turistas anuales (Holanda tiene 17 millones de habitantes), y aunque ha hecho grandes esfuerzos por diversificar la oferta promocionando otros destinos dentro del país, concentra lo más llamativo. O al menos, lo más fácil de admirar: los cuadros de Rembrandt en el Rijksmuseum, y los de Van Gogh en la sala que lleva su nombre; unos canales del Siglo de Oro que son Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, y un Barrio Rojo que atrae a miles de turistas por sus famosas ventanas a pie de calle donde se ejerce la prostitución.

Arre Zuurmond ha trasladado su residencia durante dos semanas al centro, para comprobar la situación sobre el terreno, y asegura que una noche contaron "900 delitos, entre las 2 y las 4 de la madrugada”. También ha señalado la presencia de 2.000 taxis ilegales de ronda por las calles, y escenas absurdas “como orinar sobre un coche de la policía sin que el propio conductor te diga nada”.

Según él, el consistorio ha impuesto normas estrictas contra los alborotadores, y las correspondientes multas, pero en el Barrio Rojo, una zona especialmente estrecha, “las calles están tan llenas, que en caso de emergencia los servicios médicos no podrían llegar”. A todo ello se añaden costumbres poco acertadas por parte de algunos comercios o restaurantes. “Pueden dejar las basuras en la acera a las cinco de la mañana, y entonces llegan las gaviotas, o las ratas”, dice. En su opinión, el Ayuntamiento hace lo que puede, pero otras instancias deberían sumarse para contener la situación. “Los encargados de los impuestos, de los subsidios y de la limpieza, deberían unir sus fuerzas en el centro de Ámsterdam”. Femke Halsema, la nueva alcaldesa, visitó la noche del viernes las zonas más afectadas por la situación para hablar con vecinos, comerciantes y policías.

“Ámsterdam es una ciudad para vivir y trabajar. Hay que evitar convertirla en un parque temático”, dijeron el pasado mayo, ecologistas, liberales de izquierda y derecha, y socialdemócratas, los principales partidos del Consistorio. Entre las medidas previstas, figura reducir a 30 días el alquiler de casas a través de Airbnb, suprimir los autocares del centro y diversificar la oferta comercial para evitar la proliferación de tiendas para turistas. Halsema, antigua líder de Groen Links, el partido ecologista, asegura que no perderá el tiempo.

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