Un plan de reparto de los rescatados desbloquea la crisis del ‘Lifeline’
El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, ha asegurado que la embarcación irá a un puerto maltés
Daniel Verdú
A bordo del 'Aquarius' / Roma, El País
Italia vuelve a evitar el desembarco de migrantes y el ministro del Interior, Matteo Salvini, canta victoria a medias. Malta aceptará que el barco Lifeline, fletado por una ONG alemana, atraque en su puerto. Pero Italia y otros tres Estados deberán repartirse a los 239 personas que viajan a bordo. La posición de Malta es un la nave sí, pero la carga, no. La situación se desbloqueó tras un encuentro secreto que mantuvieron Emmanuel Macron —de visita oficial al Vaticano— y el primer ministro italiano, Giuseppe Conte. Pero el navío sigue esperando luz verde para dirigirse al puerto.
La situación estaba bloqueada hasta este miércoles, pero, tras la reunión de Conte y Macron, hubo un giro de guion. “Acabo de hablar por teléfono con el presidente Muscat. El barco Lifeline atracará en Malta. Italia hará su parte y acogerá una cuota de inmigrantes que están en el Lifeline con la esperanza de que otros países europeos hagan lo mismo”, señaló Conte.
El Gobierno de Joseph Muscat matizó en un comunicado que cuatro países de la UE —no precisó cuáles, pero dos serían Italia y Francia— han aceptado participar en el reparto de los salvados por el Lifeline; otros dos se lo están pensando. Una solución construida de urgencia que anoche, a falta de la confirmación oficial del reparto, todavía no se había consumado: el Lifeline seguía esperando la luz verde de Malta. "Hemos recibido un mensaje de Malta a las 18.00 (hora local) diciendo que no se nos permite entrar en aguas territoriales. Por tanto, no podemos confirmar lo que se ha publicado en los medios de comunicación", escribió en Twitter la organización no gubernamental.
La noche antes, cuando Macron y Conte se encontraban reunidos, se permitió el desembarco en Pozzalo (Sicilia) de 108 migrantes que llevaban seis días a bordo del mercante Alexander Maersk. Dos soluciones para dos barcos diferentes, un mercante y uno de una ONG. Un plan ligado al intento de que Libia intercepte las pateras nada más zarpar y devuelva a los migrantes a centros de detención lejos de Europa, como hizo este domingo con 948 personas.
La estrategia se topa con las ONG que rastrean el Mediterráneo. Italia y Malta cada vez ponen más trabas a su labor humanitaria. El Open Arms, por ejemplo, este martes seguía rastreando la zona frente a Libia mientras que el Aquarius se dirigía al norte en busca de puerto para hacer el relevo de cada tres semanas. Malta le ha negado el permiso para atracar “sin ninguna explicación que lo justifique”. “Ahora nos dirigimos a Marsella. Estas idas y venidas están lejos de ser ideales porque nos mantienen lejos de la zona de rastreo y rescate durante mucho tiempo por una simple escala”, señala a bordo una portavoz de SOS Méditerranée, que junto a Médicos Sin Fronteras fleta el barco.
Barco confiscado
Desde que Italia cerró los puertos el día 9, solo los 108 del Alexander Maersk (propiedad de la mayor naviera de carga de mundo) y los 900 recogidos por un buque de la Guardia Costera italiana ha desembarcado en Italia, destino de todos los salvados durante años. En ambos casos, la salida ha sido de noche, cosa que solo ocurría excepcionalmente. Los últimos rescatados del Aquarius (630), fueron llevados a Valencia en tres embarcaciones por invitación del Gobierno español tras los portazos italiano y maltés.
Malta ha advertido de que el Lifeline será investigado “por ignorar las instrucciones dadas de acuerdo con las normas internacionales por las autoridades italianas, que desembocaron en esta situación”. Según Italia, la ONG alemana Seenotrettung fue informada de que los guardacostas libios iban a asumir el rescate. Seenotrettung sostiene que actuó porque llegó al lugar antes.
Las navieras están muy preocupadas por los obstáculos puestos a los barcos que rescatan migrantes porque cualquier desvío o demora es costosísimo. Su patronal internacional (ICS por sus siglas en inglés) reclama a los líderes de los Veintiocho que analicen el asunto de los rescates en la cumbre de mañana y el viernes sobre inmigración. Recalcan que “la negativa de Italia a facilitar un puerto predecible y con prontitud a los mercantes, que cumplen las obligaciones que les dicta la ley del mar, puede tener graves consecuencias para la seguridad y bienestar de cientos de personas en peligro”, según su secretario general, Peter Hinchliffe.
Daniel Verdú
A bordo del 'Aquarius' / Roma, El País
Italia vuelve a evitar el desembarco de migrantes y el ministro del Interior, Matteo Salvini, canta victoria a medias. Malta aceptará que el barco Lifeline, fletado por una ONG alemana, atraque en su puerto. Pero Italia y otros tres Estados deberán repartirse a los 239 personas que viajan a bordo. La posición de Malta es un la nave sí, pero la carga, no. La situación se desbloqueó tras un encuentro secreto que mantuvieron Emmanuel Macron —de visita oficial al Vaticano— y el primer ministro italiano, Giuseppe Conte. Pero el navío sigue esperando luz verde para dirigirse al puerto.
La situación estaba bloqueada hasta este miércoles, pero, tras la reunión de Conte y Macron, hubo un giro de guion. “Acabo de hablar por teléfono con el presidente Muscat. El barco Lifeline atracará en Malta. Italia hará su parte y acogerá una cuota de inmigrantes que están en el Lifeline con la esperanza de que otros países europeos hagan lo mismo”, señaló Conte.
El Gobierno de Joseph Muscat matizó en un comunicado que cuatro países de la UE —no precisó cuáles, pero dos serían Italia y Francia— han aceptado participar en el reparto de los salvados por el Lifeline; otros dos se lo están pensando. Una solución construida de urgencia que anoche, a falta de la confirmación oficial del reparto, todavía no se había consumado: el Lifeline seguía esperando la luz verde de Malta. "Hemos recibido un mensaje de Malta a las 18.00 (hora local) diciendo que no se nos permite entrar en aguas territoriales. Por tanto, no podemos confirmar lo que se ha publicado en los medios de comunicación", escribió en Twitter la organización no gubernamental.
La noche antes, cuando Macron y Conte se encontraban reunidos, se permitió el desembarco en Pozzalo (Sicilia) de 108 migrantes que llevaban seis días a bordo del mercante Alexander Maersk. Dos soluciones para dos barcos diferentes, un mercante y uno de una ONG. Un plan ligado al intento de que Libia intercepte las pateras nada más zarpar y devuelva a los migrantes a centros de detención lejos de Europa, como hizo este domingo con 948 personas.
La estrategia se topa con las ONG que rastrean el Mediterráneo. Italia y Malta cada vez ponen más trabas a su labor humanitaria. El Open Arms, por ejemplo, este martes seguía rastreando la zona frente a Libia mientras que el Aquarius se dirigía al norte en busca de puerto para hacer el relevo de cada tres semanas. Malta le ha negado el permiso para atracar “sin ninguna explicación que lo justifique”. “Ahora nos dirigimos a Marsella. Estas idas y venidas están lejos de ser ideales porque nos mantienen lejos de la zona de rastreo y rescate durante mucho tiempo por una simple escala”, señala a bordo una portavoz de SOS Méditerranée, que junto a Médicos Sin Fronteras fleta el barco.
Barco confiscado
Desde que Italia cerró los puertos el día 9, solo los 108 del Alexander Maersk (propiedad de la mayor naviera de carga de mundo) y los 900 recogidos por un buque de la Guardia Costera italiana ha desembarcado en Italia, destino de todos los salvados durante años. En ambos casos, la salida ha sido de noche, cosa que solo ocurría excepcionalmente. Los últimos rescatados del Aquarius (630), fueron llevados a Valencia en tres embarcaciones por invitación del Gobierno español tras los portazos italiano y maltés.
Malta ha advertido de que el Lifeline será investigado “por ignorar las instrucciones dadas de acuerdo con las normas internacionales por las autoridades italianas, que desembocaron en esta situación”. Según Italia, la ONG alemana Seenotrettung fue informada de que los guardacostas libios iban a asumir el rescate. Seenotrettung sostiene que actuó porque llegó al lugar antes.
Las navieras están muy preocupadas por los obstáculos puestos a los barcos que rescatan migrantes porque cualquier desvío o demora es costosísimo. Su patronal internacional (ICS por sus siglas en inglés) reclama a los líderes de los Veintiocho que analicen el asunto de los rescates en la cumbre de mañana y el viernes sobre inmigración. Recalcan que “la negativa de Italia a facilitar un puerto predecible y con prontitud a los mercantes, que cumplen las obligaciones que les dicta la ley del mar, puede tener graves consecuencias para la seguridad y bienestar de cientos de personas en peligro”, según su secretario general, Peter Hinchliffe.