Turquía y EE UU acuerdan expulsar a la milicia kurda YPG de un enclave estratégico del norte de Siria
La hoja de ruta firmada por ambos países sacará a los combatientes de la ciudad de Manbij en seis meses
Pilar Cebrián
Estambul, El País
Estados Unidos y Turquía han acordado, tras casi dos años de negociaciones, la definitiva expulsión de la milicia kurdo-siria del YPG de Manbij. La ciudad del norte de Siria ha sido uno de los ejes de la disputa entre ambos países sobre su política exterior en la región. Ankara considera al YPG —Unidades de Protección Popular— una agrupación terrorista, así como una escisión del PKK; mientras que el Pentágono se ha servido de estos combatientes para luchar contra el autodenominado Estado Islámico (Isis por sus siglas en ingles o Daesh) y consolidar su presencia en el noreste del país. Washington se comprometió a la retirada de estos milicianos hacia el este del río Eufrates en el verano de 2016, una promesa que nunca llegó a materializarse.
La hoja de ruta firmada en Washington por el titular de Exteriores turco, Mevlut Çavusoglu, y el Secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, concluirá sus objetivos en un plazo de seis meses. El documento propone un plan para la expulsión del YPG de Manbij; así como los civiles afiliados de las instituciones locales; el despliegue de una fuerza policial compuesta por efectivos de Turquía y EE UU; y una nueva autoridad gubernamental. “Cuando el modelo de Manbij esté completo, aplicaremos otros similares en otras áreas de Siria ocupadas por los terroristas del YPG”, ha insistido Çavusoglu, después de recordar que el plan permitirá el regreso de los refugiados y desplazados sirios.
De esta manera el Gobierno turco de Recep Tayyip Erdogan consuma su proyecto para eliminar elementos de la guerrilla kurda de su área fronteriza. Después de la toma de Afrín el pasado mes de marzo, y la creación de una zona de seguridad entre Yarábulus y Azaz en 2017, el acuerdo bilateral con Estados Unidos supone un paso más para alejar a la facción kurdo-siria de su territorio. “Es la confirmación de una determinación conjunta para combatir el terrorismo”, ha publicado el Departamento de Estado de EE UU sobre el encuentro, en el que ha hecho referencia a “recuperar la seguridad y la estabilidad en Manbij”, por el “Grupo de Trabajo de EE UU y Turquía sobre Siria”, una iniciativa proyectada el pasado mes de febrero para recuperar las relaciones bilaterales.
En un período de campaña tan decisivo ante las elecciones generales del 24 de junio, el ejecutivo turco centra sus esfuerzos en éxitos militares que cosechan buenos resultados en los índices de popularidad. La definitiva victoria en Manbij, uno de los feudos limítrofes de la facción kurda, será un logro para el partido político de Erdogan. Es por ello que a menos de tres semanas de la cita electoral, el Ministro de Interior Suleyman Soylu ha sugerido que una posible operación militar sobre Qandil —el área montañosa del Kurdistán iraquí desde donde el PKK dirige sus operaciones— “es una cuestión de tiempo”. Además, recientemente el ejército turco ha doblado su presencia en el norte de Irak en 11 bases militares.
Por su parte, Estados Unidos tiene planes a largo plazo en el noreste de Siria pero necesita la aprobación de los demás países de la región. Así pues, Washington podría haber solicitado a Turquía la retirada de sus aliados kurdos proxy al este del río Eufrates puesto que necesita una fuerza local para justificar la presencia de sus tropas. Para que el área sea económicamente viable los efectivos norteamericanos están enseñando a los kurdos a trabajar la producción de petróleo y gas en el área de hidrocarburos más rica del territorio nacional, asegura Tony Badran, investigador de la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD). “Así como a desarrollar un futuro comercio de ese crudo con Jordania, Turquía o el Kurdistán iraquí”, señala.
Pilar Cebrián
Estambul, El País
Estados Unidos y Turquía han acordado, tras casi dos años de negociaciones, la definitiva expulsión de la milicia kurdo-siria del YPG de Manbij. La ciudad del norte de Siria ha sido uno de los ejes de la disputa entre ambos países sobre su política exterior en la región. Ankara considera al YPG —Unidades de Protección Popular— una agrupación terrorista, así como una escisión del PKK; mientras que el Pentágono se ha servido de estos combatientes para luchar contra el autodenominado Estado Islámico (Isis por sus siglas en ingles o Daesh) y consolidar su presencia en el noreste del país. Washington se comprometió a la retirada de estos milicianos hacia el este del río Eufrates en el verano de 2016, una promesa que nunca llegó a materializarse.
La hoja de ruta firmada en Washington por el titular de Exteriores turco, Mevlut Çavusoglu, y el Secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, concluirá sus objetivos en un plazo de seis meses. El documento propone un plan para la expulsión del YPG de Manbij; así como los civiles afiliados de las instituciones locales; el despliegue de una fuerza policial compuesta por efectivos de Turquía y EE UU; y una nueva autoridad gubernamental. “Cuando el modelo de Manbij esté completo, aplicaremos otros similares en otras áreas de Siria ocupadas por los terroristas del YPG”, ha insistido Çavusoglu, después de recordar que el plan permitirá el regreso de los refugiados y desplazados sirios.
De esta manera el Gobierno turco de Recep Tayyip Erdogan consuma su proyecto para eliminar elementos de la guerrilla kurda de su área fronteriza. Después de la toma de Afrín el pasado mes de marzo, y la creación de una zona de seguridad entre Yarábulus y Azaz en 2017, el acuerdo bilateral con Estados Unidos supone un paso más para alejar a la facción kurdo-siria de su territorio. “Es la confirmación de una determinación conjunta para combatir el terrorismo”, ha publicado el Departamento de Estado de EE UU sobre el encuentro, en el que ha hecho referencia a “recuperar la seguridad y la estabilidad en Manbij”, por el “Grupo de Trabajo de EE UU y Turquía sobre Siria”, una iniciativa proyectada el pasado mes de febrero para recuperar las relaciones bilaterales.
En un período de campaña tan decisivo ante las elecciones generales del 24 de junio, el ejecutivo turco centra sus esfuerzos en éxitos militares que cosechan buenos resultados en los índices de popularidad. La definitiva victoria en Manbij, uno de los feudos limítrofes de la facción kurda, será un logro para el partido político de Erdogan. Es por ello que a menos de tres semanas de la cita electoral, el Ministro de Interior Suleyman Soylu ha sugerido que una posible operación militar sobre Qandil —el área montañosa del Kurdistán iraquí desde donde el PKK dirige sus operaciones— “es una cuestión de tiempo”. Además, recientemente el ejército turco ha doblado su presencia en el norte de Irak en 11 bases militares.
Por su parte, Estados Unidos tiene planes a largo plazo en el noreste de Siria pero necesita la aprobación de los demás países de la región. Así pues, Washington podría haber solicitado a Turquía la retirada de sus aliados kurdos proxy al este del río Eufrates puesto que necesita una fuerza local para justificar la presencia de sus tropas. Para que el área sea económicamente viable los efectivos norteamericanos están enseñando a los kurdos a trabajar la producción de petróleo y gas en el área de hidrocarburos más rica del territorio nacional, asegura Tony Badran, investigador de la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD). “Así como a desarrollar un futuro comercio de ese crudo con Jordania, Turquía o el Kurdistán iraquí”, señala.