Panamá vivió en Rusia un Mundial fútbol con dos realidades

Rogelio Adonican Osorio
Panamá, EFE
La selección de Panamá cerró su histórica participación en Rusia 2018 con resultados que revelan la falta de fútbol en el país centroamericano, donde la afición y la opinión pública vivió un Mundial paralelo.


Tras la agónica clasificación de Panamá, el mismo técnico de la selección, el colombiano Hernán Darío Gómez, vendió hasta la saciedad la idea de que la selección iba a Rusia aprender y a disfrutar del Mundial, un discurso que reiteraron también directivos y cuerpo técnico de la Federación Panameña de Fútbol (Fapafut).

Solo uno de los jugadores, Gabriel Torres, se dignó en decir: "Vamos a disfrutarlo, porque es nuestro primer Mundial, pero con seriedad. Sabemos que no podemos ir allá a hacer el ridículo", mientras el resto parecía que se contagiaba con el sentir rumbero del panameño.

Paralelamente, el aficionado panameño vivía un Mundial de nimiedades, como ser la barra más alegre, la bandera más bonita, el más bebedor de cerveza, el que más mujeres rusas enamoraba, entre otras cosas.

El seguidor a ciegas de la selección panameña puso los caballos por delante de la carreta, dejando atrás que al Mundial se va a jugar fútbol, no ha ser el animador en los "fan fest" de FIFA.

El técnico de la selección de Panamá se le volvió a ver bastante contrariado en una rueda de prensa por el resultado con Túnez, que venció a la "roja" centroamericana 2-1, una muestra de que al parecer pasó por su mente la posibilidad de triunfo.

Pero ¿cómo ganar a Túnez, una selección que tiene cinco mundiales seguidos, que clasificó invicta en su eliminatoria, que se le plantó bien a Inglaterra, y que a Bélgica le hizo dos heridas, si cuando te disparan con láser, se contesta con hondas y piedras?

Seguro el "Bolillo" Gómez sabía eso, pero con su actitud "berraca" apeló nuevamente al patrioterismo panameño y se escapó por la ventana, para no dar la cara por los resultados y la falta de trabajo a lo largo de su estancia de unos cuatros en Panamá.

En esa misma conferencia de prensa, el estratega colombiano, que no tiene claro si se queda o se va del banquillo panameño, señaló: "Quedamos últimos, sí... pero el peor equipo?", "Hay que respetar más a la selección. No se puede decir que fuimos el peor equipo de esa forma", agregó.

Los números de Panamá, a pesar del esfuerzo de los jugadores, la dejan como la peor selección del Mundial: tres partidos jugados, cero victoria, tres derrotas, dos goles a favor, y once en contra y cero puntos.

El Mundial Rusia 2018, más que una fiesta, terminó siendo un aprendizaje duro para todos.

Pero de lo malo, siempre hay algo que se rescata, y es que estos resultados dan el campanazo para que los federados panameños abran los ojos y se pongan a trabajar si desean seguir jugando en la elite Mundial.

A los panameños les deja una tarea titánica: ponerse al ritmo de las países mundialistas, apoyar a su liga, y a la federación le queda hacer de esa liga un producto atractivo y seguro para que el seguidor asista a apoyar a su club.

Porque ese parche de ser mundialista va más allá de decirlo y parecerlo, es serlo.

En Panamá la Liga no es de las mejores, aún hay muchos clubes que no cuentan con una oficina, son clubes de papel, y en cuanto a los jugadores, muchos son paralelamente trabajadores de la calle y futbolistas.

El término profesionalismo no llega a la Liga Panameña de Fútbol (LPF), aunque muchos clubes lo intentan, pero falta trabajo y que todos se convenzan que la liga es el semillero de las selecciones.

Solo se tiene un campo de césped natural, las canchas son sintéticas y sin el tamaño reglamentario, no hay un centro de alto rendimiento donde las selecciones se puedan concentrar, es decir este niño mundialista fue producto, siete meses después, de una noche de fiesta y descontrol.

Con la falta de infraestructura no se puede competir, no se puede ir a plantar cara en un Mundial. Primero hay que arreglar la casa, para luego esperar resultados a nivel internacional.

En fin, hay que ver las cosas como son: Panamá vivió un Mundial de dos realidades.

De esta Copa se rescata que 23 jugadores lo intentaron hasta la saciedad, intentaron correr a la velocidad de jugadores que están en otro plano futbolístico y que hasta este mes solo los veían en la consola de vídeojuegos o en la televisión.

Y no se puede negar que estos chicos unieron a un pueblo y vendieron ilusiones a muchos, que se ven en el reflejo de estos jugadores nacidos en lugares de alto peligro en la capital panameña.

Para el Mundial de Catar 2022 se debe mejorar a lo interno y rápido, antes de pensar de ir a verse las caras con países en donde el fútbol es una ciencia, más que un juego o una excusa para las birras y el asado entre familiares y amigos.

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