Netanyahu inicia una gira para convencer a Europa de bloquear el pacto con Irán

El primer ministro israelí visita Berlín, París y Londres, defensores del acuerdo con Teherán roto por Trump

Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
En plena conjunción ideológica entre Estados Unidos e Israel, el alineamiento perfecto de la política exterior en Oriente Próximo de la Administración de Donald Trump con los intereses del Gobierno de Benjamín Netanyahu se escenifica ahora en Europa. El primer ministro israelí emprende este lunes una gira que le llevará sucesivamente a Berlín, París y Londres con el propósito de convencer a los tres firmantes del acuerdo nuclear con Irán de que den un paso atrás siguiendo los pasos de Washington. O que al menos acepten revisar lo pactado hace tres años a la vista de los documentos que el espionaje israelí extrajo de la capital iraní.


“Me voy a reunir en Europa con tres importantes líderes: Angela Merkel, Emmanuel Macron y Theresa May”, anunció Netanyahu el domingo al inicio de la reunión semanal de su Ejecutivo en Jerusalén. “Vamos a hablar sobre los principales acontecimientos de la región, pero poniendo énfasis en Irán, en la necesidad de seguir bloqueando su programa nuclear (…) y sus planes expansionistas y agresivos en Oriente Próximo y en especial en Siria”.

El mandatario israelí se enfrenta a la firme cohesión de todas las potencias —a las tres europeas se suman Rusia y China— que siguen respaldando el pacto nuclear con Teherán tras la retirada de EE UU. Mientras, el Organismo Internacional de la Energía Atómica avala con sus inspectores el cumplimiento del texto suscrito en 2015 bajo la presidencia del demócrata Barack Obama. Los intereses estratégicos y económicos de Alemania, Francia y Reino Unido —compartidos por la Unión Europea en su conjunto— no coinciden con la nueva que Netanyahu viene a predicar en nombre de Trump en sus tres capitales.

Previsiblemente, en su encuentro de este lunes en Berlín con la canciller Merkel volverá a encontrar receptividad para su mensaje en un Estado que se reconoce heredero de la responsabilidad histórica por el Holocausto del pueblo judío bajo el nazismo. Pero también se topará con la frialdad de las relaciones de un Gobierno de gran coalición que mantiene en suspenso las reuniones de alto nivel bilaterales. La última cita estaba prevista en Israel el año pasado, pero el desaire al entonces ministro de Exteriores alemán, Sigmar Gabriel, a quien Netanyahu se negó a recibir por haberse reunido con ONG pacifistas israelíes, dejó en barbecho la cumbre.

El estancamiento de la solución de los dos Estados, con las negociaciones con los palestinos paralizadas desde hace cuatro años, no ha contribuido al acercamiento. La declaración de la Casa Blanca reconociendo Jerusalén como capital de Israel y, en las últimas semanas, el traslado de la Embajada de EE UU desde Tel Aviv a la Ciudad Santa y los sangrientos incidentes en la frontera de Gaza —en los que han muerto 119 manifestantes palestinos desde el 30 de marzo por disparos de solados israelíes— parecen haber agrandado la brecha.

Mucho más táctico que estratega, el primer ministro Netanyahu ha hecho hincapié en dos premisas básicas antes de embarcarse en la gira europea: “Israel no va a permitir que Irán se dote de armas nucleares” y va a seguir manteniendo su “libertad de acción contra el afianzamiento de la presencia militar iraní en toda Siria”. Antes de trazar ambas líneas rojas ha asegurado que estaba amparado por sus recientes encuentros con el presidente ruso, Vladímir Putin, y el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo.

La gira proseguirá el martes en Francia, donde Macron acogerá a Netanyahu con grandeza en el marco de la inauguración de un ciclo cultural franco-israelí. El mensaje del Elíseo, no obstante, apenas diferirá del recibido la víspera en la cancillería alemana. La sintonía del eje París-Berlín respecto al acuerdo nuclear con Irán y sobre el proceso de paz en Oriente Próximo se funda en una visión compartida. El estallido de violencia en la frontera de Gaza ha perturbado aparentemente la relación bilateral. El primer ministro francés, Édouard Philippe, ha pospuesto indefinidamente la visita oficial que tenía programada a Israel, como reverso al ciclo cultural organizado en Francia, alegando problemas de agenda doméstica.

La etapa londinense del periplo diplomático ha sido añadida en el último momento. En la capital de la antigua potencia administradora, Netanyahu espera poder sacar partido el miércoles de la celebración del 70º aniversario del nacimiento del Estado de Israel. El líder del conservador partido Likud cuenta para ello con la cercanía ideológica de Theresa May, la primera ministra tory con la que se dio cita con boato en Londres el pasado noviembre con motivo del centenario de la Declaración Balfour, el memorando británico que dio impulso a la creación de un “hogar nacional para el pueblo judío” en el territorio de la Palestina bajo mandato de Reino Unido.

La visita oficial a Israel del príncipe Guillermo prevista a finales de este mes, la primera de un miembro de la familia real en siete décadas de existencia del Estado judío, es vista por la prensa hebrea como una reparación histórica hacia el antiguo protectorado de Tierra Santa. La política del número 10 de Downing street, sin embargo, apenas dista del consenso europeo sobre Irán y el conflicto de Oriente Próximo. Parece probable que Netanyahu se vea expuesto además a las protestas callejeras de las organizaciones propalestinas asentadas en Londres.

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