Miles de brasileños festejan la victoria sobre Serbia y el adiós de Alemania
Nayara Batschke y Andrea Usero
Sao Paulo, EFE
Miles de brasileños ocuparon este miércoles las calles del país para apoyar a su selección en la victoria por 0-2 sobre Serbia, aunque el clima de fiesta y celebración ya imperaba desde antes con la eliminación de Alemania en la fase de grupos del Mundial de Rusia.
Adornados con banderillas, gorros y disfraces verdes y amarillos, los hinchas llenaron los bares y las vías de la icónica Avenida Paulista y del barrio bohemio Vila Madalena, en Sao Paulo, donde la fiesta empezó pronto pero, aseguraron, no tiene hora para terminar.
En el Museo del Fútbol de la capital paulista, decenas de parejas, grupos de amigos y familias con niños ocuparon un graderío dentro del mítico estadio del Pacaembú para acompañar desde una gran pantalla la victoria por 0-2 que garantizó la clasificación de Brasil para los octavos de final, donde se medirá contra México.
A pesar de una campaña bastante irregular por parte de Brasil, las paredes del Museo temblaron con los bramidos de las vuvuzelas de los hinchas con los dos goles anotados por el equipo.
Sin embargo, es un consenso entre la mayoría de ellos que la Canarinha "tiene mucho que mejorar" si quiere traer la Copa a casa.
"La selección puede hacer mucho más de lo que está enseñando en la cancha. El partido contra Serbia fue bueno, pero está lejos de haber sido un desempeño extraordinario", afirmó el técnico de farmacias Julian Godoy.
Para él, el equipo empezó la competición "muy mal", pero después se "acostumbró" al ritmo intenso y tuvo un último partido de la fase de grupos "bastante mejor".
Un sentimiento compartido por muchos, como la administradora Jeane Silva, quien celebró el resultado, pero cree que la pentacampeona del mundo "sigue debiendo mucho" a la hinchada.
Para el funcionario Moisés Silva, quien fue liberado tempranamente del trabajo y acudió al estadio con sus tres hijos pequeños, fue la eliminación de Alemania la "verdadera celebración", algo que le "dio más gusto que la victoria de Brasil".
"El fracaso de Alemania da confianza a Brasil y es un alivio para todos", pero aún así "esperaba más de la selección, porque la expectativa fue mucho mayor que los partidos de hasta ahora", añadió.
Después del pitido final, la alegría de los jugadores en la cancha contagió a los hinchas. La Avenida Paulista se tiñó de verde y amarillo, donde centenas de personas desfilaban bajo cánticos de "el hexa es nuestro" y "adelante selección de guerreros".
En Río de Janeiro, la céntrica plaza Mauá acogió a decenas de miles de personas que, entre samba, churrasco y cañas, se aglomeraron para ver el decisivo partido que pronto se convirtió en una verdadera fiesta carioca.
Lejos quedaron los fantasmas del fiasco del 1-7 frente a Alemania en las semifinales del Mundial pasado, así como el cuestionable arranque de Brasil en Rusia durante la primera fase, cuando no salió del 1-1 ante Suiza para luego protagonizar un tenso encuentro con Costa Rica.
En el duelo de este miércoles, los cariocas celebraron desde el principio, pero fue después del gol de Paulinho, en la primera mitad, que la fiesta se calentó y ya no paró, momento empezado por uno de los hinchas que apuntaba al suelo conmocionado y gritaba "Es nuestra, es nuestra. Ésta viene aquí a Brasil".
Respecto al bar en Vila da Penha, en la zona norte de Río, que prometió una ronda de chupitos gratis a sus clientes por cada caída de Neymar, la promesa fue cumplida y el establecimiento sobrepasó su aforo, con algunos clientes acompañando el partido desde el lado de fuera.
En este local la expectativa, las palmas, los gritos y las carcajadas venían, de hecho, cuando el camisa 10 de la Canarinha iba al suelo, en una animada fiesta en la que los goles -e incluso la victoria- desempeñaron un papel secundario.
Con el pitido final del árbitro en Moscú, los hinchas no contemplaron ni por un segundo la idea de marcharse, por lo que la fiesta se alargará noche adentro: "La copa es nuestra. Único pentacampeón es 'Brasilzón'", advertía la entusiasmada hinchada.
Sao Paulo, EFE
Miles de brasileños ocuparon este miércoles las calles del país para apoyar a su selección en la victoria por 0-2 sobre Serbia, aunque el clima de fiesta y celebración ya imperaba desde antes con la eliminación de Alemania en la fase de grupos del Mundial de Rusia.
Adornados con banderillas, gorros y disfraces verdes y amarillos, los hinchas llenaron los bares y las vías de la icónica Avenida Paulista y del barrio bohemio Vila Madalena, en Sao Paulo, donde la fiesta empezó pronto pero, aseguraron, no tiene hora para terminar.
En el Museo del Fútbol de la capital paulista, decenas de parejas, grupos de amigos y familias con niños ocuparon un graderío dentro del mítico estadio del Pacaembú para acompañar desde una gran pantalla la victoria por 0-2 que garantizó la clasificación de Brasil para los octavos de final, donde se medirá contra México.
A pesar de una campaña bastante irregular por parte de Brasil, las paredes del Museo temblaron con los bramidos de las vuvuzelas de los hinchas con los dos goles anotados por el equipo.
Sin embargo, es un consenso entre la mayoría de ellos que la Canarinha "tiene mucho que mejorar" si quiere traer la Copa a casa.
"La selección puede hacer mucho más de lo que está enseñando en la cancha. El partido contra Serbia fue bueno, pero está lejos de haber sido un desempeño extraordinario", afirmó el técnico de farmacias Julian Godoy.
Para él, el equipo empezó la competición "muy mal", pero después se "acostumbró" al ritmo intenso y tuvo un último partido de la fase de grupos "bastante mejor".
Un sentimiento compartido por muchos, como la administradora Jeane Silva, quien celebró el resultado, pero cree que la pentacampeona del mundo "sigue debiendo mucho" a la hinchada.
Para el funcionario Moisés Silva, quien fue liberado tempranamente del trabajo y acudió al estadio con sus tres hijos pequeños, fue la eliminación de Alemania la "verdadera celebración", algo que le "dio más gusto que la victoria de Brasil".
"El fracaso de Alemania da confianza a Brasil y es un alivio para todos", pero aún así "esperaba más de la selección, porque la expectativa fue mucho mayor que los partidos de hasta ahora", añadió.
Después del pitido final, la alegría de los jugadores en la cancha contagió a los hinchas. La Avenida Paulista se tiñó de verde y amarillo, donde centenas de personas desfilaban bajo cánticos de "el hexa es nuestro" y "adelante selección de guerreros".
En Río de Janeiro, la céntrica plaza Mauá acogió a decenas de miles de personas que, entre samba, churrasco y cañas, se aglomeraron para ver el decisivo partido que pronto se convirtió en una verdadera fiesta carioca.
Lejos quedaron los fantasmas del fiasco del 1-7 frente a Alemania en las semifinales del Mundial pasado, así como el cuestionable arranque de Brasil en Rusia durante la primera fase, cuando no salió del 1-1 ante Suiza para luego protagonizar un tenso encuentro con Costa Rica.
En el duelo de este miércoles, los cariocas celebraron desde el principio, pero fue después del gol de Paulinho, en la primera mitad, que la fiesta se calentó y ya no paró, momento empezado por uno de los hinchas que apuntaba al suelo conmocionado y gritaba "Es nuestra, es nuestra. Ésta viene aquí a Brasil".
Respecto al bar en Vila da Penha, en la zona norte de Río, que prometió una ronda de chupitos gratis a sus clientes por cada caída de Neymar, la promesa fue cumplida y el establecimiento sobrepasó su aforo, con algunos clientes acompañando el partido desde el lado de fuera.
En este local la expectativa, las palmas, los gritos y las carcajadas venían, de hecho, cuando el camisa 10 de la Canarinha iba al suelo, en una animada fiesta en la que los goles -e incluso la victoria- desempeñaron un papel secundario.
Con el pitido final del árbitro en Moscú, los hinchas no contemplaron ni por un segundo la idea de marcharse, por lo que la fiesta se alargará noche adentro: "La copa es nuestra. Único pentacampeón es 'Brasilzón'", advertía la entusiasmada hinchada.