Marruecos despide el Mundial con la alegría de cantar gol

Juan Vargas
Rabat, EFE
La afición marroquí vivió hoy el último capítulo de la primera participación de su selección en un Mundial desde 1998 y, pese a saberse eliminada de antemano y no pasar del empate contra España, se llevó la alegría de cantar "gol" tras dos partidos en los que el casillero de Marruecos había quedado a cero.


Los 'Leones del Atlas' se enfrentaban a su país vecino por primera vez desde 1961 y, aunque las derrotas previas ante Irán y Portugal (ambas por 1-0) habían extinguido la posibilidad de pasar a octavos de final, los hinchas llenaron los cafés de Rabat para ver el último partido de los suyos en Rusia.

En esta ocasión, las tradicionales camisetas carmesíes de Marruecos se mezclaban en la calle con la segunda equipación, blanca, que vistió el conjunto dirigido por Hervé Renard en su duelo frente a la 'Roja'.

El ambiente previo al pitido inicial dejaba claro que no se trataba de un partido intrascendente para Marruecos; estaba en juego el honor, la rivalidad geográfica y la oportunidad de superar a las estrellas de la Liga española, muy seguida al otro lado del Estrecho cada fin de semana por la televisión.

La falta de puntería condenó a Marruecos ante Irán y Portugal y las ganas de celebrar un tanto se hacían notar entre el público, que se entregó al delirio cuando, al cuarto de hora, Boutaib batió a De Gea para dar ventaja a los suyos.

Fue un gol, además, de los que se saborean con antelación; en cuanto el punta norteafricano robó el balón y emprendió su galopada en solitario hacia la portería española, la muchedumbre que atestaba las terrazas de Rabat se puso en pie para jalear a su delantero, acompañándolo con gritos hasta que empujó el cuero al fondo de la red.

Los cinco minutos que pasaron entre el tanto y la igualada de Isco fueron de pleno éxtasis, con un creciente ruido de bocinas y sonadas rondas de aplausos, que se apagaron con el 1-1.

En la segunda mitad, Marruecos perseveró en su búsqueda del triunfo. Un disparo al poste de Nordin Amrabat se llevó una enorme ovación, y finalmente En-Nesyri, cuyo ingreso al campo no despertó demasiado entusiasmo entre la hinchada, conectó un fantástico testarazo que, de nuevo, ponía por delante a los 'Leones del Atlas'.

Por momentos, los marroquíes se vieron ganadores, pero el desenlace, como ocurrió hace diez días en el partido contra Irán, fue cruel; tras una revisión con el VAR que se hizo eterna, el postrero gol de Iago Aspas fue concedido como legal, dejando el marcador en un definitivo 2-2.

Si bien la victoria estuvo muy cerca, los aficionados marroquíes reaccionaron con deportividad y aplaudieron a sus paisanos a la conclusión del encuentro. La euforia que acompañó a los tantos marroquíes se redujo considerablemente, dando paso a una sensación de satisfacción contenida.

Fue el epílogo a un paso por el Mundial que Marruecos ansiaba desde hace veinte años y cuyo final, pese a llegar antes de lo deseado, dejó un buen sabor de boca: ahora los 'Leones del Atlas' se sienten capaces de poner contra las cuerdas a cualquier selección del globo.

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