Los refugiados sirios entran en la campaña de las elecciones turcas

El discurso contra los 3,5 millones de sirios que viven en el país se ha convertido en uno de los temas centrales

Andrés Mourenza
Estambul, El País
En el escenario, con el golfo de Esmirna a su espalda, la candidata nacionalista Meral Aksener promete que si gana las elecciones del próximo domingo devolverá a los refugiados “a su casa”. Mientras, el zapatero Ünal, su callada mujer y sus tres hijas apuran la comida a la que les ha invitado el partido como parte de su estrategia electoral. Él asiente a las palabras de Aksener: los sirios deben irse de Turquía. “Conozco a 30 compañeros que lo han dejado porque no pueden competir con quienes emplean a trabajadores sirios -se queja-. Los sirios trabajan por la mitad y muchos utilizan a sus hijos en lugar de enviarlos a la escuela”. Por eso, dice, votará a la oposición.


Al inicio de la contienda en el país vecino hace siete años, los turcos abrieron las puertas de su país a los “hermanos sirios” -como los denomina el presidente Recep Tayyip Erdogan- que huían de la guerra. Hoy, algo más de 3,5 millones de refugiados (equivalente a un 4,5% de la población turca) habitan en el país. “La percepción sobre los sirios ha comenzado a tornarse negativa a medida que la sociedad turca se ha dado cuenta de que su estancia va camino de convertirse en permanente”, explica a EL PAÍS la antropóloga Senay Özden, cofundadora del centro cultural sirio-turco Hamisch en Estambul. Por ello, un proyecto de ley que hubiese permitido a los sirios adoptar la nacionalidad de forma exprés tuvo que ser aparcado en 2016. Solo 120.000 han iniciado los trámites para convertirse en ciudadanos turcos y el resto vive con el estatus de “huésped temporal”, ya que Turquía no concede el asilo a refugiados que vengan de fuera de Europa.

El académico Samir Hafez es uno de esos sirios nacionalizado turco. Cada día atiende hasta 30 llamadas telefónicas de sus compatriotas exiliados. “En Turquía los refugiados sirios sufren numerosos problemas, desde aquellos relativos al permiso de residencia, a problemas en los colegios o en los hospitales. Y no tienen a nadie que los represente”, se lamentaba en declaraciones al diario Karar. Por ello un grupo de refugiados comenzó a recabar firmas para convertir a Hafez en el primer diputado sirio en el Parlamento turco y pidió al Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), que gobierna desde 2002, que lo llevara en sus listas.

La candidatura de Hafez no prosperó. Con todo, el AKP sí que incluyó en sus listas a Muhammed Elseyhuni, un sirio que, pocos años antes de que se iniciase la guerra en su país, llegó con lo puesto a la localidad de Bursa. Allí, un dirigente del AKP lo ayudó a prosperar y hoy es un referente empresarial en su ciudad. Como señal de agradecimiento, cuando accedió a la nacionalidad turca, adoptó el apellido Erdogan, el mismo del actual presidente y líder del partido gobernante. Muhammed Erdogan concurrirá en el 9º puesto por la provincia de Bursa, con muchas posibilidades de lograr el acta de diputado y habrá otro sirio-turco que concurrirá desde una provincia sureña. Con estas nominaciones, la formación de Erdogan busca rascar apoyo en el caladero de los refugiados. No son muchos, apenas 50.000 sirios nacionalizados turcos podrán votar en estas elecciones, pero los comicios se prometen ajustados y cada voto es importante.

Sin embargo, la estrategia podría volverse contra el AKP. Actualmente, el 59% de los turcos desaprueba la política del Gobierno sobre los refugiados y solo el 32% la apoya, de acuerdo con una reciente encuesta del centro demoscópico Remres. Según otro sondeo, en este caso de la empresa Gezici, el sexto problema más grave para los turcos, por detrás de cuestiones como la economía, el paro o el terrorismo, son “los sirios”.

De ahí que la oposición haya convertido el discurso antimigratorio en uno de sus lemas de campaña, con el fin de arañar votos entre los pobres, aquellos que como el zapatero Ünal se ven obligados a competir con los sirios en lo más bajo de la escala social. El líder de la oposición, Kemal Kiliçdaroglu, del partido centroizquierdista CHP, también ha pedido expulsar a los refugiados y se ha quejado de que “en algunos hospitales los turcos son tratados como ciudadanos de segunda clase porque se les da prioridad a los refugiados sirios”. Un rumor que se ha extendido como la pólvora en las redes sociales pese a que no hay datos que lo sustenten. “Lo que esperas de un partido socialdemócrata es que defienda los derechos de los más débiles, pero aquí, en lugar de tratar de calmar la animosidad contra los refugiados, lo que hacen es atizar el discurso del odio para ganar votos”, critica Özden.

El 93% de los votantes del CHP defiende que los sirios regresen a su hogar en cuanto sea posible, reveló un estudio de la Universidad Bilgi de Estambul en febrero. Pero quienes apoyan al AKP no les van muy a la zaga: son el 83%. Por eso Erdogan también ha comenzado a cambiar su discurso sobre los refugiados y a principios de año dijo que Turquía “no puede mantenerlos para siempre”, señalándoles la puerta de salida. En este sentido, el Gobierno ha acelerado el programa de retorno voluntario, especialmente en dirección a las zonas que Turquía controla militarmente en el noroeste de Siria. Si el año pasado, por estas fechas, poco más de 20.000 sirios habían regresado a su patria (datos de ACNUR), el pasado abril la Dirección General de Migración del Ministerio del Interior turco anunciaba que ya son más de 162.000.

Pero hay que ser realistas, pide el académico sirio Samir Hafez: “La mayoría de las zonas a las que se puede regresar en Siria son rurales y 2,5 millones de los refugiados sirios que viven en Turquía proceden de áreas urbanas. Así que es difícil que regresen. Por eso necesitan representantes, da igual que sea yo o que sea otro”.

Entradas populares