La primera dama de Nicaragua calificó la represión del régimen de Daniel Ortega como una "obra de Dios"
Luego de que las fuerzas de seguridad, junto con los grupos de choque, retomaran el control del noroeste del país, Rosario Murillo aseguró que se trató de un "acontecimiento milagroso"
Infobae
El régimen de Nicaragua calificó este martes el hecho de retomar el control del nororeste del país, tras reprimir las protestas civiles en la zona, como una "obra de la fe en Dios", en una jornada en la que unas cuatro personas murieron en medio de la crisis sociopolítica que deja al menos 218 muertos.
"Haber logrado esta mañana recuperar movilidad, seguridad, en la (carretera) Panamericana, estamos hablando de Nagarote, estamos hablando de La Paz Centro, dar lugar al tránsito y al tráfico internacional, un acontecimiento milagroso, obra de la fe en Dios", manifestó la vicepresidente del país, Rosario Murillo.
Las ciudades del noroeste de Nicaragua que sufrieron el ataque de las "fuerzas combinadas" del régimen, integradas por policías, antimotines, "parapolicías", paramilitares y grupos de choque oficialistas, fueron Nagarote y León.
Pobladores de los movimientos "19 de Abril" de ambas ciudades afirmaron a la agencia EFE que las "fuerzas combinadas" no atacaron los tranques (bloqueos de carreteras) en la Panamericana, sino que entraron directamente a los barrios.
Nagarote reportó cuatro personas heridas en el ataque, una de ellas grave, así como el fallecimiento de la suboficial mayor de la Policía Nacional, Zayra Julissa López.
Imágenes de la población de ambas ciudades publicadas en redes sociales muestran que los operativos se dieron en el interior de los barrios, donde la población había construido barricadas, con el objetivo de evitar el ingreso de las "fuerzas combinadas".
"Es difícil creer que nos impidan o nos quieran impedir, solo cuando uno es muy malvado, perverso, es que puede entenderse que cierren el tránsito, que las personas no puedan ir ni a los templos, ni a las Iglesias, falta de espíritu, y falta sobre todo, de fe", increpó Murillo.
El discurso de la también primera dama nuevamente contrastó con el reclamo de los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), que le han solicitado expresamente al régimen que detenga los ataques a la población, para evitar las muertes.
La Iglesia actúa como mediador en la crisis nicaragüense (REUTERS/Oswaldo Rivas)
La Iglesia actúa como mediador en la crisis nicaragüense (REUTERS/Oswaldo Rivas)
De la misma manera la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha responsabilizado al régimen de Nicaragua de graves violaciones a los derechos humanos, entre ellos "a la vida, integridad personal, salud, libertad personal, reunión, libertad de expresión y acceso a la justicia", incluyendo una posible práctica de "ejecuciones extrajudiciales".
Nicaragua lleva más de dos meses envuelta en la crisis sociopolítica más sangrienta desde la década de 1980, con Daniel Ortega también como presidente.
Las protestas contra Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, comenzaron por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, después de once años consecutivos en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción en su contra.
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El régimen de Nicaragua calificó este martes el hecho de retomar el control del nororeste del país, tras reprimir las protestas civiles en la zona, como una "obra de la fe en Dios", en una jornada en la que unas cuatro personas murieron en medio de la crisis sociopolítica que deja al menos 218 muertos.
"Haber logrado esta mañana recuperar movilidad, seguridad, en la (carretera) Panamericana, estamos hablando de Nagarote, estamos hablando de La Paz Centro, dar lugar al tránsito y al tráfico internacional, un acontecimiento milagroso, obra de la fe en Dios", manifestó la vicepresidente del país, Rosario Murillo.
Las ciudades del noroeste de Nicaragua que sufrieron el ataque de las "fuerzas combinadas" del régimen, integradas por policías, antimotines, "parapolicías", paramilitares y grupos de choque oficialistas, fueron Nagarote y León.
Pobladores de los movimientos "19 de Abril" de ambas ciudades afirmaron a la agencia EFE que las "fuerzas combinadas" no atacaron los tranques (bloqueos de carreteras) en la Panamericana, sino que entraron directamente a los barrios.
Nagarote reportó cuatro personas heridas en el ataque, una de ellas grave, así como el fallecimiento de la suboficial mayor de la Policía Nacional, Zayra Julissa López.
Imágenes de la población de ambas ciudades publicadas en redes sociales muestran que los operativos se dieron en el interior de los barrios, donde la población había construido barricadas, con el objetivo de evitar el ingreso de las "fuerzas combinadas".
"Es difícil creer que nos impidan o nos quieran impedir, solo cuando uno es muy malvado, perverso, es que puede entenderse que cierren el tránsito, que las personas no puedan ir ni a los templos, ni a las Iglesias, falta de espíritu, y falta sobre todo, de fe", increpó Murillo.
El discurso de la también primera dama nuevamente contrastó con el reclamo de los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), que le han solicitado expresamente al régimen que detenga los ataques a la población, para evitar las muertes.
La Iglesia actúa como mediador en la crisis nicaragüense (REUTERS/Oswaldo Rivas)
La Iglesia actúa como mediador en la crisis nicaragüense (REUTERS/Oswaldo Rivas)
De la misma manera la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha responsabilizado al régimen de Nicaragua de graves violaciones a los derechos humanos, entre ellos "a la vida, integridad personal, salud, libertad personal, reunión, libertad de expresión y acceso a la justicia", incluyendo una posible práctica de "ejecuciones extrajudiciales".
Nicaragua lleva más de dos meses envuelta en la crisis sociopolítica más sangrienta desde la década de 1980, con Daniel Ortega también como presidente.
Las protestas contra Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, comenzaron por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, después de once años consecutivos en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción en su contra.