La política migratoria enfrenta a los conservadores alemanes
El ministro del Interior cancela la presentación de su plan para el asilo por las diferencias con Merkel
Ana Carbajosa
Berlín, El País
La paz entre los partidos conservadores alemanes hermanos y unidos por una alianza de Gobierno ha durado poco. Tres meses después de pactar in extremis un Ejecutivo en Berlín, la canciller, Angela Merkel (CDU), y el ministro de Interior y líder bávaro, Horst Seehofer (CSU) han reabierto las heridas causadas por sus diferencias en política migratoria. Algunos miembros de la CDU apoyaron durante una reunión del grupo parlamentario las posiciones de Seehofer, lo que incrementa la presión sobre una canciller debilitada por el auge del populismo xenófobo y una serie de escándalos en la gestión migratoria.
El ascenso de la extrema derecha –Alternativa por Alemania (Afd)- y la convocatoria en otoño de unas elecciones regionales cruciales para los bávaros han dado pie a un efecto contagio en Unión social Cristiana, que abraza sin complejos la retórica anti inmigración de Afd.
Invitación a Salvini para visitar Berlín
Prueba irrefutable de que ministro de Interior alemán, Horst Seehofer, se esfuerza por competir con la extrema derecha alemana en exhibir una línea dura en materia migratoria fue la llamada telefónica que mantuvo con su homólogo italiano, Matteo Salvini.
El ministerio de Interior alemán confirma que Seehofer conversó al teléfono con el líder de la ultraderechista Liga italiana que ha impedido el atraque del Aquarius con 629 inmigrantes a bordo y al que invitó a visitar Berlín. “Fue un intercambio constructivo […] en el que acordaron intensificar la cooperación en materia migratoria”, indicó el ministerio.
Seehofer tenía previsto presentar el martes su “Plan Maestro de Migración”. Horas antes de la presentación, trascendió que las diferencias con la canciller le obligaban a cancelar el anuncio. En concreto, la pelea gira en torno a una polémica propuesta de la CSU, que quiere que se impida entrar a todo aquel demandante de asilo que llegue a las fronteras nacionales y que haya pedido asilo en otro país o haya sido expulsado de Alemania.
El rechazo de migrantes en la frontera que propone Seehofer equivaldría a sellar de facto las fronteras y establecer allí el control de las huellas dactilares que nutren la base de datos europea (Eurodac). Supondría además una reinterpretación unilateral y restrictiva del llamado reglamento de Dublín que obliga a los refugiados a tramitar su solicitud de asilo en el primer país de la UE en el que hayan puesto pie, pero que también establece un procedimiento con garantías legales en caso de incumplimiento. Merkel, que defiende en Bruselas la reforma de Dublín, se opone sin embargo a una medida que enfrentaría a la canciller a sus socios de la Unión y que podría ser imitada por otros países de la Unión.
Seehofer ha preferido cancelar la presentación antes que publicar “un medio plan con compromisos débiles” que no incluyan las medidas que el líder bávaro considera “necesarias para restaurar la ley y el orden en Alemania”. El Plan Maestro, con el que el ministro de Interior aspira a reducir las entradas de migrantes y acelerar las deportaciones, incluye otros 62 puntos, entre los que destaca la creación de centros en los que se tramiten las peticiones de asilo de forma acelerada y en los que deberían permanecer los demandantes hasta que se resuelva su caso y desde donde partirían los que vayan a ser expulsados. De momento, esta idea ha tenido una limitadísima acogida entre los Estados federados alemanes que deben albergarlos.
La bronca ha estallado en un momento, en el que parte del espectro político alemán parece dispuesto a sacar rédito electoral de los recelos que ha suscitado en Alemania la llegada de más de millón y medio de refugiados en los últimos dos años. Afd ha entrado por primera vez en el Bundestag con un discurso xenófobo y antiinmigración que le ha reportado el 13% de los votos en septiembre.
Elecciones en Baviera
Más allá de los escaños conquistados, el discurso de Afd ha impregnado al resto de formaciones que temen que los ultras seduzcan a su electorado. “La señora Merkel no parece querer un cambio real en la política de inmigración con controles y reglas”, tuiteó Christian Lindner, el líder liberal, muy crítico con la política migratoria de la canciller. En el caso de la CSU, el efecto contagio es evidente. En Octubre, Baviera celebra sus elecciones regionales en las que la Unión social Cristiana podría perder su mayoría absoluta debido al avance de Afd.
Mientras, los socialdemócratas (SPD), el tercer partido miembro del Gobierno alemán y contrario a las tesis de Seehofer, ya ha anunciado que presentará su propio plan de migración, sembrando nuevas semillas para la discordia en la gran coalición alemana.
El debate político se produce además en un clima de indignación nacional después de que un demandante de asilo iraquí cuya solicitud había sido rechazada presuntamente asesinara a una joven de 14 años en Mainz, al oeste del país.
Ana Carbajosa
Berlín, El País
La paz entre los partidos conservadores alemanes hermanos y unidos por una alianza de Gobierno ha durado poco. Tres meses después de pactar in extremis un Ejecutivo en Berlín, la canciller, Angela Merkel (CDU), y el ministro de Interior y líder bávaro, Horst Seehofer (CSU) han reabierto las heridas causadas por sus diferencias en política migratoria. Algunos miembros de la CDU apoyaron durante una reunión del grupo parlamentario las posiciones de Seehofer, lo que incrementa la presión sobre una canciller debilitada por el auge del populismo xenófobo y una serie de escándalos en la gestión migratoria.
El ascenso de la extrema derecha –Alternativa por Alemania (Afd)- y la convocatoria en otoño de unas elecciones regionales cruciales para los bávaros han dado pie a un efecto contagio en Unión social Cristiana, que abraza sin complejos la retórica anti inmigración de Afd.
Invitación a Salvini para visitar Berlín
Prueba irrefutable de que ministro de Interior alemán, Horst Seehofer, se esfuerza por competir con la extrema derecha alemana en exhibir una línea dura en materia migratoria fue la llamada telefónica que mantuvo con su homólogo italiano, Matteo Salvini.
El ministerio de Interior alemán confirma que Seehofer conversó al teléfono con el líder de la ultraderechista Liga italiana que ha impedido el atraque del Aquarius con 629 inmigrantes a bordo y al que invitó a visitar Berlín. “Fue un intercambio constructivo […] en el que acordaron intensificar la cooperación en materia migratoria”, indicó el ministerio.
Seehofer tenía previsto presentar el martes su “Plan Maestro de Migración”. Horas antes de la presentación, trascendió que las diferencias con la canciller le obligaban a cancelar el anuncio. En concreto, la pelea gira en torno a una polémica propuesta de la CSU, que quiere que se impida entrar a todo aquel demandante de asilo que llegue a las fronteras nacionales y que haya pedido asilo en otro país o haya sido expulsado de Alemania.
El rechazo de migrantes en la frontera que propone Seehofer equivaldría a sellar de facto las fronteras y establecer allí el control de las huellas dactilares que nutren la base de datos europea (Eurodac). Supondría además una reinterpretación unilateral y restrictiva del llamado reglamento de Dublín que obliga a los refugiados a tramitar su solicitud de asilo en el primer país de la UE en el que hayan puesto pie, pero que también establece un procedimiento con garantías legales en caso de incumplimiento. Merkel, que defiende en Bruselas la reforma de Dublín, se opone sin embargo a una medida que enfrentaría a la canciller a sus socios de la Unión y que podría ser imitada por otros países de la Unión.
Seehofer ha preferido cancelar la presentación antes que publicar “un medio plan con compromisos débiles” que no incluyan las medidas que el líder bávaro considera “necesarias para restaurar la ley y el orden en Alemania”. El Plan Maestro, con el que el ministro de Interior aspira a reducir las entradas de migrantes y acelerar las deportaciones, incluye otros 62 puntos, entre los que destaca la creación de centros en los que se tramiten las peticiones de asilo de forma acelerada y en los que deberían permanecer los demandantes hasta que se resuelva su caso y desde donde partirían los que vayan a ser expulsados. De momento, esta idea ha tenido una limitadísima acogida entre los Estados federados alemanes que deben albergarlos.
La bronca ha estallado en un momento, en el que parte del espectro político alemán parece dispuesto a sacar rédito electoral de los recelos que ha suscitado en Alemania la llegada de más de millón y medio de refugiados en los últimos dos años. Afd ha entrado por primera vez en el Bundestag con un discurso xenófobo y antiinmigración que le ha reportado el 13% de los votos en septiembre.
Elecciones en Baviera
Más allá de los escaños conquistados, el discurso de Afd ha impregnado al resto de formaciones que temen que los ultras seduzcan a su electorado. “La señora Merkel no parece querer un cambio real en la política de inmigración con controles y reglas”, tuiteó Christian Lindner, el líder liberal, muy crítico con la política migratoria de la canciller. En el caso de la CSU, el efecto contagio es evidente. En Octubre, Baviera celebra sus elecciones regionales en las que la Unión social Cristiana podría perder su mayoría absoluta debido al avance de Afd.
Mientras, los socialdemócratas (SPD), el tercer partido miembro del Gobierno alemán y contrario a las tesis de Seehofer, ya ha anunciado que presentará su propio plan de migración, sembrando nuevas semillas para la discordia en la gran coalición alemana.
El debate político se produce además en un clima de indignación nacional después de que un demandante de asilo iraquí cuya solicitud había sido rechazada presuntamente asesinara a una joven de 14 años en Mainz, al oeste del país.