Japón enfría a una Colombia unida por el Mundial tras la división electoral
Mar Romero Sala
Bogotá, EFE
El debut de Colombia en el Mundial de Rusia, amargo por su derrota 2-1 contra Japón, enfrió a un país unido en torno a su selección después de una polarizada campaña electoral que concluyó el domingo con la elección del uribista Iván Duque como presidente.
Colombia madrugó para ver el primer partido del equipo nacional, que se jugó en el estadio de Saransk a las 7.00 de la mañana hora colombiana (12.00 GMT).
Hombres, mujeres y niños de todos las colores políticos dejaron atrás sus diferencias y vistieron el amarillo de la selección con la ilusión de que el equipo dirigido por José Pékerman repitiera su brillante campaña del Mundial de Brasil 2014, sueño del que los sacaron los japoneses.
Ya nadie quiere hablar de política: "¿Las elecciones? No, yo lo que estoy es para el Mundial, eso ya pasó. Ahorita todos por Colombia", exclamó a Efe Nicolás, uno de los hinchas que se reunieron en el barrio de La Candelaria, el centro histórico de Bogotá, para seguir la competición en una pantalla gigante.
En un país donde la selección y el Mundial levantan más pasiones que los gobiernos, los colombianos dirigieron su atención al balón más que al presidente electo.
En Twitter no se habla más que del partido, que copa todas las tendencias actuales en el país.
No es nuevo; el mismo día de las elecciones, que Colombia ni siquiera jugaba, los colombianos estuvieron mucho más pendientes del Mundial -especialmente de la victoria de México contra Alemania- que de las votaciones.
Hasta las principales cadenas de televisión no emitieron sus noticieros habituales del mediodía para retransmitir en cambio el partido entre Brasil y Suiza.
De hecho, Duque también interrumpió sus continuos mensajes políticos en Twitter para colgar una foto de su hijo y él vistiendo la camiseta amarilla.
Por su parte, Gustavo Petro, que fue su rival el domingo, animó a la selección en la misma red social y afirmó que "Colombia se merece esta alegría" de la victoria, que sin embargo nunca llegó.
"Yo ya llevo dos derrotas, la de las elecciones y la de la selección, ¡no sé si aguantaré mucho más!", lamentó Laura, una joven de 25 años, quien votó por Petro el domingo pasado.
Sin embargo, asegura que "la esperanza no se pierde ni en la política ni en el fútbol", y añadió entre risas que "mientras gane en el próximo partido" no le importa "celebrarlo con un uribista".
Colombia jugará su segundo partido del Mundial el próximo domingo contra Polonia, que también cayó por 2-1 ante Senegal.
El país vivió en vilo la derrota contra Japón, causada en gran parte por la expulsión del colombiano Carlos Sánchez en los primeros minutos de partido.
El gol de Juan Fernando Quintero al final de la primera parte devolvió algo de calor a los aficionados en La Candelaria, que desafiaron la helada mañana bogotana y la llovizna con su alegría.
Una alegría que no duró mucho; regresaron las caras largas cuando Japón finalmente se impuso, un jarrón de agua fría para los aficionados, que no dejaron de aplaudir los intentos desesperados de su selección.
Así, el nutrido grupo de hinchas donde se mezclaban estudiantes en su receso, empresarios de camino al trabajo, habitantes de calle en busca de distracción y vendedores de empanadas se deshizo con la mirada puesta en el partido contra Polonia.
Ese día los colombianos volverán a unirse vestidos de amarillo pensando en la continuidad de su selección en el Mundial mientras el presidente electo dedica su tiempo a conformar el 11 ideal de su equipo de Gobierno para los próximos cuatro años.
Bogotá, EFE
El debut de Colombia en el Mundial de Rusia, amargo por su derrota 2-1 contra Japón, enfrió a un país unido en torno a su selección después de una polarizada campaña electoral que concluyó el domingo con la elección del uribista Iván Duque como presidente.
Colombia madrugó para ver el primer partido del equipo nacional, que se jugó en el estadio de Saransk a las 7.00 de la mañana hora colombiana (12.00 GMT).
Hombres, mujeres y niños de todos las colores políticos dejaron atrás sus diferencias y vistieron el amarillo de la selección con la ilusión de que el equipo dirigido por José Pékerman repitiera su brillante campaña del Mundial de Brasil 2014, sueño del que los sacaron los japoneses.
Ya nadie quiere hablar de política: "¿Las elecciones? No, yo lo que estoy es para el Mundial, eso ya pasó. Ahorita todos por Colombia", exclamó a Efe Nicolás, uno de los hinchas que se reunieron en el barrio de La Candelaria, el centro histórico de Bogotá, para seguir la competición en una pantalla gigante.
En un país donde la selección y el Mundial levantan más pasiones que los gobiernos, los colombianos dirigieron su atención al balón más que al presidente electo.
En Twitter no se habla más que del partido, que copa todas las tendencias actuales en el país.
No es nuevo; el mismo día de las elecciones, que Colombia ni siquiera jugaba, los colombianos estuvieron mucho más pendientes del Mundial -especialmente de la victoria de México contra Alemania- que de las votaciones.
Hasta las principales cadenas de televisión no emitieron sus noticieros habituales del mediodía para retransmitir en cambio el partido entre Brasil y Suiza.
De hecho, Duque también interrumpió sus continuos mensajes políticos en Twitter para colgar una foto de su hijo y él vistiendo la camiseta amarilla.
Por su parte, Gustavo Petro, que fue su rival el domingo, animó a la selección en la misma red social y afirmó que "Colombia se merece esta alegría" de la victoria, que sin embargo nunca llegó.
"Yo ya llevo dos derrotas, la de las elecciones y la de la selección, ¡no sé si aguantaré mucho más!", lamentó Laura, una joven de 25 años, quien votó por Petro el domingo pasado.
Sin embargo, asegura que "la esperanza no se pierde ni en la política ni en el fútbol", y añadió entre risas que "mientras gane en el próximo partido" no le importa "celebrarlo con un uribista".
Colombia jugará su segundo partido del Mundial el próximo domingo contra Polonia, que también cayó por 2-1 ante Senegal.
El país vivió en vilo la derrota contra Japón, causada en gran parte por la expulsión del colombiano Carlos Sánchez en los primeros minutos de partido.
El gol de Juan Fernando Quintero al final de la primera parte devolvió algo de calor a los aficionados en La Candelaria, que desafiaron la helada mañana bogotana y la llovizna con su alegría.
Una alegría que no duró mucho; regresaron las caras largas cuando Japón finalmente se impuso, un jarrón de agua fría para los aficionados, que no dejaron de aplaudir los intentos desesperados de su selección.
Así, el nutrido grupo de hinchas donde se mezclaban estudiantes en su receso, empresarios de camino al trabajo, habitantes de calle en busca de distracción y vendedores de empanadas se deshizo con la mirada puesta en el partido contra Polonia.
Ese día los colombianos volverán a unirse vestidos de amarillo pensando en la continuidad de su selección en el Mundial mientras el presidente electo dedica su tiempo a conformar el 11 ideal de su equipo de Gobierno para los próximos cuatro años.