Giuseppe Conte ya es primer ministro de Italia
El Ejecutivo populista apoyado por Liga y 5 Estrellas jura el cargo tras una semana de caos institucional
Daniel Verdú
Roma, El País
A las 16.08, en el Salón de las Fiestas del palacio del Quirinal, residencia de papas y monarcas antes de ser la sede de la Presidencia de la República Italiana, un profesor de Derecho Privado a quien nadie en Italia conocía hace solo una semana, estampó este viernes su firma en el acta que le confirmaba como primer ministro. Giuseppe Conte (Volturara Appula, 1964), que pisaba por tercera vez en seis días las moquetas del palacio, sacó segundos antes de la americana su estilográfica Montblanc, sonrió todo lo que pudo e Italia respiró aliviada tras una semana de infarto. Para quienes votaron a uno de los dos partidos que le propusieron —Movimiento 5 Estrellas (M5S) y Liga— fue el inicio de una nueva era. Para el resto, tal y como habían ido las cosas, simplemente, un mal menor.
El profesor Conte es el 66ª primer ministro de Italia de los últimos 72 años. Él gobernará. Pero serán Luigi Di Maio y Matteo Salvini quienes le dirán de ahora en adelante cómo hacerlo. Ambos líderes, que juraron el cargo junto a los otros 16 ministros, se han reservado las vicepresidencias del Ejecutivo y dos carteras fundamentales para desplegar el esplendor de sus promesas electorales (Interior, para el líder de la Liga, y Trabajo y Desarrollo Económico, para Di Maio que, con 31 años, asume dos áreas y será el encargado de los subsidios). Es difícil pensar que, llegados a este punto —Conte no ha elegido ni a uno de los 18 ministros que le acompañarán—, le consientan demasiadas aventuras por su cuenta.
La primera prueba la dio este viernes el ultraderechista Salvini, ganador moral de la crisis de los últimos días. Mientras aseguraba que el primer ministro “no será tutelado”, anunció por su cuenta un “bonito recorte a los 5.000 millones que Italia destina a la acogida de inmigrantes”. El nuevo ministro del Interior ocupó ya su despacho por la tarde y volvió a insistir en su intención de activar una disposición que permita la agilización de las expulsiones migrantes irregulares y el endurecimiento de las penas. “Devolverlos a su casa será nuestra prioridad”, lanzó la noche antes a su militancia. El viernes evitó dar cifras concretas, pero la Liga y el M5S pusieron bajo sospecha en su programa de Gobierno a 500.000 inmigrantes irregulares.
Italia, como tantas veces, volverá a ser laboratorio político de Europa. Pero la grave crisis institucional que ha vivido el país esta última semana quedó liquidada —o aplazada—con la ceremonia del viernes. Los mercados, desconcertados por una caída en la que no se podría atisbar el final, dieron ayer una tregua al país: la Bolsa continuó subiendo y la prima de riesgo cayó a niveles de la semana pasada (220 puntos básicos, 100 menos que el lunes).
Nadie imaginó que llegaría este momento hace solo unos meses, cuando todas las encuestas apostaban por un pacto entre el Partido Democrático (PD) de Matteo Renzi y Forza Italia, dos formaciones que son hoy carne de diván. Pero el cacareado establishment, incluso el del país con la cuarta mayor deuda pública del mundo (2,3 billones de euros), es capaz de absorberlo casi todo. El primer Gobierno formado por fuerzas populistas de Europa juró lealtad a la Constitución y a la República y empezó a tomar posesión de los palacios de Roma. Conte, que se subió por primera vez a un coche oficial y abandonó el taxi en el que los asesores del M5S le han aconsejado moverse cuando desde que recibido el encargo, tiene la misión de ejecutar el contrato de Gobierno acordado por ambas formaciones populistas.
Ejecutar las promesas
El nuevo premier deberá firmar la instauración de un tipo fijo de IRPF alrededor del 20% para todas las rentas; verá también como se intenta instaurar una suerte de renta básica de ciudadanía de 780 euros o cómo la ministra de Sanidad, Giulia Grillo, propone suprimir la obligatoriedad que pesa sobre los padres de vacunar a sus hijos (una campaña del M5S basada en uno de los fraudes médicos que las consideran la causa de enfermedades como el autismo).
Los 18 ministros que acompañarán a Conte, incluido el polémico Paolo Savona —su euroescepticismo bloqueó hasta el último minuto la formación de Gobierno—, que ya había jurado como ministro de Industria hace 25 años en el Gobierno de Carlo Azeglio Ciampi, fueron desfilando y jurando fidelidad a la Constitución y a la República delante de Sergio Mattarella. El presidente, tras soportar un acoso y derribo sin precedentes en Italia, logró liquidar de todos los puestos relevantes cualquier rastro de antieuropeísmo. Pero Salvini, algo incómodo ayer, encorvado durante toda la ceremonia en el Quirinal, insistió en que Savona, desde su nueva cartera —Asuntos Europeos— podrá renegociar las reglas de la UE.
Daniel Verdú
Roma, El País
A las 16.08, en el Salón de las Fiestas del palacio del Quirinal, residencia de papas y monarcas antes de ser la sede de la Presidencia de la República Italiana, un profesor de Derecho Privado a quien nadie en Italia conocía hace solo una semana, estampó este viernes su firma en el acta que le confirmaba como primer ministro. Giuseppe Conte (Volturara Appula, 1964), que pisaba por tercera vez en seis días las moquetas del palacio, sacó segundos antes de la americana su estilográfica Montblanc, sonrió todo lo que pudo e Italia respiró aliviada tras una semana de infarto. Para quienes votaron a uno de los dos partidos que le propusieron —Movimiento 5 Estrellas (M5S) y Liga— fue el inicio de una nueva era. Para el resto, tal y como habían ido las cosas, simplemente, un mal menor.
El profesor Conte es el 66ª primer ministro de Italia de los últimos 72 años. Él gobernará. Pero serán Luigi Di Maio y Matteo Salvini quienes le dirán de ahora en adelante cómo hacerlo. Ambos líderes, que juraron el cargo junto a los otros 16 ministros, se han reservado las vicepresidencias del Ejecutivo y dos carteras fundamentales para desplegar el esplendor de sus promesas electorales (Interior, para el líder de la Liga, y Trabajo y Desarrollo Económico, para Di Maio que, con 31 años, asume dos áreas y será el encargado de los subsidios). Es difícil pensar que, llegados a este punto —Conte no ha elegido ni a uno de los 18 ministros que le acompañarán—, le consientan demasiadas aventuras por su cuenta.
La primera prueba la dio este viernes el ultraderechista Salvini, ganador moral de la crisis de los últimos días. Mientras aseguraba que el primer ministro “no será tutelado”, anunció por su cuenta un “bonito recorte a los 5.000 millones que Italia destina a la acogida de inmigrantes”. El nuevo ministro del Interior ocupó ya su despacho por la tarde y volvió a insistir en su intención de activar una disposición que permita la agilización de las expulsiones migrantes irregulares y el endurecimiento de las penas. “Devolverlos a su casa será nuestra prioridad”, lanzó la noche antes a su militancia. El viernes evitó dar cifras concretas, pero la Liga y el M5S pusieron bajo sospecha en su programa de Gobierno a 500.000 inmigrantes irregulares.
Italia, como tantas veces, volverá a ser laboratorio político de Europa. Pero la grave crisis institucional que ha vivido el país esta última semana quedó liquidada —o aplazada—con la ceremonia del viernes. Los mercados, desconcertados por una caída en la que no se podría atisbar el final, dieron ayer una tregua al país: la Bolsa continuó subiendo y la prima de riesgo cayó a niveles de la semana pasada (220 puntos básicos, 100 menos que el lunes).
Nadie imaginó que llegaría este momento hace solo unos meses, cuando todas las encuestas apostaban por un pacto entre el Partido Democrático (PD) de Matteo Renzi y Forza Italia, dos formaciones que son hoy carne de diván. Pero el cacareado establishment, incluso el del país con la cuarta mayor deuda pública del mundo (2,3 billones de euros), es capaz de absorberlo casi todo. El primer Gobierno formado por fuerzas populistas de Europa juró lealtad a la Constitución y a la República y empezó a tomar posesión de los palacios de Roma. Conte, que se subió por primera vez a un coche oficial y abandonó el taxi en el que los asesores del M5S le han aconsejado moverse cuando desde que recibido el encargo, tiene la misión de ejecutar el contrato de Gobierno acordado por ambas formaciones populistas.
Ejecutar las promesas
El nuevo premier deberá firmar la instauración de un tipo fijo de IRPF alrededor del 20% para todas las rentas; verá también como se intenta instaurar una suerte de renta básica de ciudadanía de 780 euros o cómo la ministra de Sanidad, Giulia Grillo, propone suprimir la obligatoriedad que pesa sobre los padres de vacunar a sus hijos (una campaña del M5S basada en uno de los fraudes médicos que las consideran la causa de enfermedades como el autismo).
Los 18 ministros que acompañarán a Conte, incluido el polémico Paolo Savona —su euroescepticismo bloqueó hasta el último minuto la formación de Gobierno—, que ya había jurado como ministro de Industria hace 25 años en el Gobierno de Carlo Azeglio Ciampi, fueron desfilando y jurando fidelidad a la Constitución y a la República delante de Sergio Mattarella. El presidente, tras soportar un acoso y derribo sin precedentes en Italia, logró liquidar de todos los puestos relevantes cualquier rastro de antieuropeísmo. Pero Salvini, algo incómodo ayer, encorvado durante toda la ceremonia en el Quirinal, insistió en que Savona, desde su nueva cartera —Asuntos Europeos— podrá renegociar las reglas de la UE.