El pulso interno sobre los inmigrantes pone en peligro al Gobierno alemán
Merkel y su ministro de Interior, representantes del bloque conservador en el Gobierno, se enfrentan por la política migratoria
Ana Carbajosa
Berlín, El País
Berlín ha vivido una semana de vértigo. Lo que el lunes comenzó como la desautorización de la canciller a uno de sus ministros, ha terminado convertida en una crisis política de primer orden, que amenaza con partir al Ejecutivo alemán y llevarse por delante frágiles equilibrios tejidos en Bruselas. Las próximas horas serán decisivas para el futuro de Alemania y también de Europa. Horst Seehofer, ministro de Interior, Construcción y Patria alemán ha declarado la guerra a una canciller debilitada, Angela Merkel, a la que considera incapaz de restringir la entrada de refugiados. Seehofer amenaza con actuar por libre y rechazar a refugiados en las fronteras, poniendo en serio peligro un Gobierno de tres meses de vida.
Más allá de las componendas que resulten de las negociaciones in extremis de las próximas horas, la crisis de Gobierno alemana es un reflejo de los movimientos tectónicos provocados por el auge de los populismos xenófobos en Europa y del repliegue nacional de las políticas de inmigración y asilo frente a la búsqueda de soluciones en el ámbito europeo. Si Seehofer defiende actuar unilateralmente, Merkel busca un consenso con los socios europeos.
Como telón de fondo, la CSU, el partido de Seehofer se juega su mayoría absoluta, en las elecciones regionales de Baviera el próximo octubre. Y es la extrema derecha –Alternativa por Alemania, Afd- la que con un discurso antiinmigración, ultranacionalista y antieuropeo podría destronar al partido bávaro. De ahí, las prisas de la CSU por abanderar la política de mano dura contra los migrantes, en un momento en el que las cifras muestran un claro descenso de llegadas de demandantes de asilo a Alemania.
Este lunes por la mañana, las ejecutivas de los dos partidos conservadores enfrentados y miembros de la coalición de Gobierno tienen previsto mantener sendas reuniones para buscar una salida a la crisis. Las diferencias de ambos líderes en materia migratoria no son nuevas, pero ahora Seehofer, líder del partido conservador bávaro (CSU) quiere aplicar controles en las fronteras alemanas y rechazar a cualquier refugiado que haya iniciado su procedimiento de asilo en otro país. Seehofer quiere rechazar en la frontera a los solicitantes sin ofrecer las garantías jurídicas que establece el reglamento de Dublín para los refugiados que llegan a países europeos. Quiere hacerlo y amenaza con hacerlo ya.
Plan maestro frustrado
La gestión de esta crisis que se ha agravado a velocidad vertiginosa se remonta a hace apenas una semana. El pasado martes, Seehofer tenía previsto presentar su llamado Plan maestro de asilo, pero Merkel se opuso a uno de los 63 puntos y el líder bávaro se vi obligado a cancelar la presentación.
El plan incluye la construcción de grandes centros en los que alojar a demandantes de asilo que vayan a ser deportados, pero el punto de la discordia es precisamente el rechazo en la frontera de personas que hayan solicitado asilo en otro país de la UE. Merkel estaría abierta a impedir la entrada a aquellos cuya solicitud ya haya sido rechazada en Alemania, pero no al resto. Durante la semana pasada hubo varias reuniones en busca de un acercamiento, alguna que se alargó incluso hasta altas horas de la noche, para tratar de enderezar la situación, pero que culminaron sin acuerdo.
Seehofer nunca ha visto con buenos ojos la política de puertas abiertas para los refugiados por la que Merkel ha permitido la entrada de más de un millón y medio de demandantes de asilo en dos años. Pero también es cierto que durante las duras negociaciones para la formación de Gobierno, Merkel y Seehofer parecieron por un momento haber enterrado el hacha de guerra. Era entonces bastante evidente que se trataba de un cierre en falso con un fin electoral, pero aún así, sorprende la beligerancia actual de la CSU en torno a un asunto –el cierre de fronteras- que los bávaros no plantearon en aquellas dilatadísimas negociaciones. Tres meses más tarde y sin que se haya producido ningún cambio real sobre el terreno más allá del avance de la ultraderecha, también en Baviera, el rechazo de migrantes en la frontera se ha convertido en un asunto crucial.
Merkel (CDU, conservador de ámbito nacional) se opone al rechazo en frontera por considerar que una medida que restrinja la libertad de movimiento en la UE y que afecte al sistema de asilo comunitario debe ser acordada en Bruselas y no en Berlín. La UE, como ha puesto de manifiesto la llegada del Aquarius a costas europeas, afronta muy dividida las políticas de asilo y no está nada claro que la cita de Bruselas vaya a aportar gran claridad al caos político alemán.
En cualquier caso, Merkel pide dos semanas de plazo, el tiempo que falta para el próximo consejo europeo, donde los Estados Miembros buscarán soluciones a las disfunciones de un sistema de asilo incapaz de dar respuesta a las necesidades actuales. En esas dos semanas, Merkel aspira también a alcanzar acuerdos bilaterales con países europeos como Grecia o Italia para enviarles refugiados que hayan iniciado su proceso de asilo en esos países y no en Alemania.
El Gobierno de Berlín desmintió que Merkel quiera celebrar en unos días una cumbre europea extraordinaria dedicada al asilo, pero el portavoz de Merkel, Steffen Seibert sí confirmó el domingo en un tuit que “por supuesto el Gobierno alemán está manteniendo conversaciones al respecto con varios estados Miembros y con la Comisión Europea”.
Merkel teme que un movimiento unilateral de Berlín la termine de enfrentar con los socios de la UE a quienes aspira a convencer de la necesidad de un reparto más equitativo de refugiados. La negociación del capítulo migratorio se solapa además con las cruciales negociaciones sobre la reforma de la zona euro. Este lunes, el primer ministro italiano, Guiseppe Conte visitará Berlín y el martes lo hará Emmanuel Macron. Recordó el domingo todo lo que se juega Alemania y Europa en este conflicto Annegret Kramp-Karrenbauer, secretaria general de la CDU y la política elegida por Merkel para sucederla. “Alemania se encuentra en el corazón de Europa. Si actuamos solos, a nivel nacional, nuestra posición puede debilitarse y tener efectos en otros ámbitos como el euro”, estimó.
La guerra entre Seehofer y Merkel es tan abierta, que la posibilidad de que se parta en dos el bloque conservador alemán ha dejado de ser un escenario de ciencia ficción. Si el hermanamiento que mantienen desde hace siete décadas la CDU y la CSU termina por quebrarse, el frágil Ejecutivo alemán de coalición que tardó seis meses en formarse podría también colapsar. “No puedo seguir trabajando con esta mujer”, habría dicho el líder bávaro en alusión a Merkel esta semana tras una de las reuniones mantenidas esta semana para tratar de enderezar la situación. La frase publicada inicialmente en el dominical de Die Welt, ocupaba el domingo los titulares de las ediciones digitales de la prensa alemana.
Seehofer ha asegurado también que “nadie en la CSU está interesado en derribar a la canciller ni en disolver al alianza parlamentaria entre la CSU y la CDU ni en destrozar la coalición”, según publicaba este domingo el sensacionalista Bild, el más leído de Alemania. Pero a renglón seguido repetía cuáles son sus condiciones, que en principio hacen viable la continuidad de la coalición. “Lo que queremos es encontrar una solución de futuro que nos permita rechazar a refugiados en nuestras fronteras”.
Percepción y realidad
Los números no ofrecen respuesta al por qué de la irrupción de esta crisis, más bien al revés. Indican que el pico de entradas ha quedado atrás. Las cifras de la Oficina para la Migración y el Refugio reflejan que el año pasado 198.317 personas solicitaron asilo en Alemania frente a las 722.370 que lo hicieron en 2016. En los cuatro primeros meses de este mes, la cifra asciende a 56.127 personas.
Pero lo cierto es que la percepción es bien distinta de una realidad moldeada en buena parte por la prensa sensacionalista. El diario Bild por ejemplo lleva el debate migratorio a portada casi a diario y no duda en explotar informativamente crímenes cuando el perpetrador es un extranjero. Vincular la migración con la criminalidad –también a la baja- es una constante también de Afd, el partido que ya cuenta con 92 diputados en el Bundestag y una intención de voto del 15% según las últimas encuestas. La alarma social no se corresponde con la realidad, pero poco importa. Una encuesta realizada esta semana por al cadena pública ARD reflejaba que el 86% de los encuestados están a favor de acelerar las expulsiones de migrantes y el 62% cree correcto expulsar en la frontera a las personas que lleguen sin los papeles en regla. Justo lo que pide Seehofer.
Ana Carbajosa
Berlín, El País
Berlín ha vivido una semana de vértigo. Lo que el lunes comenzó como la desautorización de la canciller a uno de sus ministros, ha terminado convertida en una crisis política de primer orden, que amenaza con partir al Ejecutivo alemán y llevarse por delante frágiles equilibrios tejidos en Bruselas. Las próximas horas serán decisivas para el futuro de Alemania y también de Europa. Horst Seehofer, ministro de Interior, Construcción y Patria alemán ha declarado la guerra a una canciller debilitada, Angela Merkel, a la que considera incapaz de restringir la entrada de refugiados. Seehofer amenaza con actuar por libre y rechazar a refugiados en las fronteras, poniendo en serio peligro un Gobierno de tres meses de vida.
Más allá de las componendas que resulten de las negociaciones in extremis de las próximas horas, la crisis de Gobierno alemana es un reflejo de los movimientos tectónicos provocados por el auge de los populismos xenófobos en Europa y del repliegue nacional de las políticas de inmigración y asilo frente a la búsqueda de soluciones en el ámbito europeo. Si Seehofer defiende actuar unilateralmente, Merkel busca un consenso con los socios europeos.
Como telón de fondo, la CSU, el partido de Seehofer se juega su mayoría absoluta, en las elecciones regionales de Baviera el próximo octubre. Y es la extrema derecha –Alternativa por Alemania, Afd- la que con un discurso antiinmigración, ultranacionalista y antieuropeo podría destronar al partido bávaro. De ahí, las prisas de la CSU por abanderar la política de mano dura contra los migrantes, en un momento en el que las cifras muestran un claro descenso de llegadas de demandantes de asilo a Alemania.
Este lunes por la mañana, las ejecutivas de los dos partidos conservadores enfrentados y miembros de la coalición de Gobierno tienen previsto mantener sendas reuniones para buscar una salida a la crisis. Las diferencias de ambos líderes en materia migratoria no son nuevas, pero ahora Seehofer, líder del partido conservador bávaro (CSU) quiere aplicar controles en las fronteras alemanas y rechazar a cualquier refugiado que haya iniciado su procedimiento de asilo en otro país. Seehofer quiere rechazar en la frontera a los solicitantes sin ofrecer las garantías jurídicas que establece el reglamento de Dublín para los refugiados que llegan a países europeos. Quiere hacerlo y amenaza con hacerlo ya.
Plan maestro frustrado
La gestión de esta crisis que se ha agravado a velocidad vertiginosa se remonta a hace apenas una semana. El pasado martes, Seehofer tenía previsto presentar su llamado Plan maestro de asilo, pero Merkel se opuso a uno de los 63 puntos y el líder bávaro se vi obligado a cancelar la presentación.
El plan incluye la construcción de grandes centros en los que alojar a demandantes de asilo que vayan a ser deportados, pero el punto de la discordia es precisamente el rechazo en la frontera de personas que hayan solicitado asilo en otro país de la UE. Merkel estaría abierta a impedir la entrada a aquellos cuya solicitud ya haya sido rechazada en Alemania, pero no al resto. Durante la semana pasada hubo varias reuniones en busca de un acercamiento, alguna que se alargó incluso hasta altas horas de la noche, para tratar de enderezar la situación, pero que culminaron sin acuerdo.
Seehofer nunca ha visto con buenos ojos la política de puertas abiertas para los refugiados por la que Merkel ha permitido la entrada de más de un millón y medio de demandantes de asilo en dos años. Pero también es cierto que durante las duras negociaciones para la formación de Gobierno, Merkel y Seehofer parecieron por un momento haber enterrado el hacha de guerra. Era entonces bastante evidente que se trataba de un cierre en falso con un fin electoral, pero aún así, sorprende la beligerancia actual de la CSU en torno a un asunto –el cierre de fronteras- que los bávaros no plantearon en aquellas dilatadísimas negociaciones. Tres meses más tarde y sin que se haya producido ningún cambio real sobre el terreno más allá del avance de la ultraderecha, también en Baviera, el rechazo de migrantes en la frontera se ha convertido en un asunto crucial.
Merkel (CDU, conservador de ámbito nacional) se opone al rechazo en frontera por considerar que una medida que restrinja la libertad de movimiento en la UE y que afecte al sistema de asilo comunitario debe ser acordada en Bruselas y no en Berlín. La UE, como ha puesto de manifiesto la llegada del Aquarius a costas europeas, afronta muy dividida las políticas de asilo y no está nada claro que la cita de Bruselas vaya a aportar gran claridad al caos político alemán.
En cualquier caso, Merkel pide dos semanas de plazo, el tiempo que falta para el próximo consejo europeo, donde los Estados Miembros buscarán soluciones a las disfunciones de un sistema de asilo incapaz de dar respuesta a las necesidades actuales. En esas dos semanas, Merkel aspira también a alcanzar acuerdos bilaterales con países europeos como Grecia o Italia para enviarles refugiados que hayan iniciado su proceso de asilo en esos países y no en Alemania.
El Gobierno de Berlín desmintió que Merkel quiera celebrar en unos días una cumbre europea extraordinaria dedicada al asilo, pero el portavoz de Merkel, Steffen Seibert sí confirmó el domingo en un tuit que “por supuesto el Gobierno alemán está manteniendo conversaciones al respecto con varios estados Miembros y con la Comisión Europea”.
Merkel teme que un movimiento unilateral de Berlín la termine de enfrentar con los socios de la UE a quienes aspira a convencer de la necesidad de un reparto más equitativo de refugiados. La negociación del capítulo migratorio se solapa además con las cruciales negociaciones sobre la reforma de la zona euro. Este lunes, el primer ministro italiano, Guiseppe Conte visitará Berlín y el martes lo hará Emmanuel Macron. Recordó el domingo todo lo que se juega Alemania y Europa en este conflicto Annegret Kramp-Karrenbauer, secretaria general de la CDU y la política elegida por Merkel para sucederla. “Alemania se encuentra en el corazón de Europa. Si actuamos solos, a nivel nacional, nuestra posición puede debilitarse y tener efectos en otros ámbitos como el euro”, estimó.
La guerra entre Seehofer y Merkel es tan abierta, que la posibilidad de que se parta en dos el bloque conservador alemán ha dejado de ser un escenario de ciencia ficción. Si el hermanamiento que mantienen desde hace siete décadas la CDU y la CSU termina por quebrarse, el frágil Ejecutivo alemán de coalición que tardó seis meses en formarse podría también colapsar. “No puedo seguir trabajando con esta mujer”, habría dicho el líder bávaro en alusión a Merkel esta semana tras una de las reuniones mantenidas esta semana para tratar de enderezar la situación. La frase publicada inicialmente en el dominical de Die Welt, ocupaba el domingo los titulares de las ediciones digitales de la prensa alemana.
Seehofer ha asegurado también que “nadie en la CSU está interesado en derribar a la canciller ni en disolver al alianza parlamentaria entre la CSU y la CDU ni en destrozar la coalición”, según publicaba este domingo el sensacionalista Bild, el más leído de Alemania. Pero a renglón seguido repetía cuáles son sus condiciones, que en principio hacen viable la continuidad de la coalición. “Lo que queremos es encontrar una solución de futuro que nos permita rechazar a refugiados en nuestras fronteras”.
Percepción y realidad
Los números no ofrecen respuesta al por qué de la irrupción de esta crisis, más bien al revés. Indican que el pico de entradas ha quedado atrás. Las cifras de la Oficina para la Migración y el Refugio reflejan que el año pasado 198.317 personas solicitaron asilo en Alemania frente a las 722.370 que lo hicieron en 2016. En los cuatro primeros meses de este mes, la cifra asciende a 56.127 personas.
Pero lo cierto es que la percepción es bien distinta de una realidad moldeada en buena parte por la prensa sensacionalista. El diario Bild por ejemplo lleva el debate migratorio a portada casi a diario y no duda en explotar informativamente crímenes cuando el perpetrador es un extranjero. Vincular la migración con la criminalidad –también a la baja- es una constante también de Afd, el partido que ya cuenta con 92 diputados en el Bundestag y una intención de voto del 15% según las últimas encuestas. La alarma social no se corresponde con la realidad, pero poco importa. Una encuesta realizada esta semana por al cadena pública ARD reflejaba que el 86% de los encuestados están a favor de acelerar las expulsiones de migrantes y el 62% cree correcto expulsar en la frontera a las personas que lleguen sin los papeles en regla. Justo lo que pide Seehofer.