El 'momento Hierro'

Roberto Morales
Krasnodar, EFE
Es ahora o nunca. Posiblemente no tendrá otro oportunidad Fernando Hierro para demostrar su madera de entrenador al mismo nivel. La selección española pide cambios para recuperar su identidad en el Mundial 2018 y volver a ilusionar con proclamarse campeona. La personalidad que mostraba en el césped como jugador, es el momento de trasladarla al banquillo.


Llegó por accidente al cargo de seleccionador y respetó la herencia dejada por Julen Lopetegui para el estreno ante Portugal. Introdujo un retoque con la apuesta por Lucas Vázquez frente a Irán y devolvió a Thiago al que era su sitio natural para el cierre ante Marruecos.

Nada de lo probado ha hecho aparecer la verdadera imagen de España. Aquel equipo trabajado al detalle, con variantes tácticas que los jugadores plasmaban de memoria con un solo gesto desde el banquillo de Lopetegui. La Roja perdió la sonrisa a dos días de su estreno y cuando la ha mostrado ha sido de manera forzada. En el intento de mandar un mensaje en vano.

Sobre el campo no ha sonreído en toda la competición. Se torció el gesto pronto con el tanto tempranero de Portugal por un penalti, seguido del primer error de un David de Gea desconocido. Aún la lucha ante la adversidad dejó una reacción de personalidad ante la campeona de Europa, pero cuando España se sintió superior a sus rivales, su imagen se desmoronó.

Crisis en la portería, cinco goles en seis disparos. Falta de seguridad en defensa con errores graves de futbolistas experimentados. Un centro del campo en el que Busquets pide a gritos un compañero de fatigas para achicar espacios. Sin la aparición continua de los laterales como seña de identidad. Perdiendo el sentido a tener la posesión por la falta de verticalidad y sin saber manejar el ritmo de los partidos desde la pelota.

El fútbol de España pasó a depender de Isco y su personalidad desbordante en Rusia, tomando el testigo de un Andrés Iniesta que tira de orgullo según va sintiendo que su fútbol de altos quilates va durando cada vez menos minutos de los 90 reglamentarios.

Todo eso lo ve Hierro desde la banda y ante Marruecos tardó en reaccionar. 74 minutos para introducir cambios en un equipo atascado, incapaz de superar a un rival ya eliminado. Los focos apuntan a Fernando porque España está en un momento de entrenador. "Este no es el camino", confesó en las primeras palabras de una autocrítica que se extendió entre cada jugador que tomó la palabra.

Y llega el momento en el que el seleccionador tiene que zanjar definitivamente el tiempo ya que llevó a este grupo de jugadores a una clasificación inmaculada al Mundial y tomar decisiones, algunas dolorosas. El once necesita cambios, retoques que corrijan errores y potencien virtudes.

La primera decisión debe comenzar por la portería. Quitar a De Gea tras su error ante Portugal habría sido dejarle tocado para el resto de campeonato, pero no ha vuelto desde aquel partido y los jugadores de campo necesitan recuperar la seguridad perdida que se transmitía desde la portería. La experiencia de Pepe Reina y el alto nivel de Kepa aparecen como alternativas.

Es la decisión más difícil de tomar para Hierro que también debe reajustar el sistema sin tocar el estilo. Para frenar la sangría defensiva tiene pocas opciones. Apenas aparece Nacho ante la falta de minutos del resto de zagueros. Para acompañar a Busquets sí tiene un puñado de jugadores: Koke, Saúl o mantener a Thiago. El bajo rendimiento de Silva y los gritos por más minutos de Marco Asensio. La opción de jugar con extremos con Lucas Vázquez e incluso dos puntas para aprovechar el momento goleador de Diego Costa e Iago Aspas. Las cartas están sobre la mesa y hay seis días para decidir cambios. España está ante el 'momento Hierro'

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