El largo deterioro de Sampaoli

El entrenador de la selección argentina es el foco de atención en una semana de furia en la concentración de la Albiceleste, donde nadie tiene claro quién manda

Juan I. Irigoyen
San Petersburgo, El País
Todo comenzó con un gol, como tantas otras veces en el fútbol. La caída de Jorge Sampaoli en la selección argentina se disparó con el grito del croata Rebic, tras el grosero error de Willy Caballero. Entonces, el pasado jueves en el estadio de Nizhni Nóvgorod, Argentina se desfiguró ante el cuadro balcánico para dejar su ilusión titiritando en Rusia, a expensas del partido de hoy (20.00, Telecinco) contra Nigeria.


Y del silencio de miedo en el viaje de vuelta a Moscú al ruido escandaloso en la concentración de la Albiceleste en Bronnitsy, siempre con Sampaoli en el escaparate. Sin embargo, hay que rebobinar hasta marzo para empezar a comprender la génesis del deterioro del técnico de Santa Fe al frente de la Albiceleste.

“Si Messi está bien, el equipo será mucho más de él que mío”, aseguró el entrenador de Argentina en la última gira de la selección en Manchester (victoria ante Italia, 2-0) y Madrid (dura caída ante España, 6-1). En el núcleo duro de la Albiceleste no se entendió bien la frase de Sampaoli. Intentaron, en cualquier caso, ignorarla, acostumbrados a confundirse con las declaraciones de su entrenador. Como cada vez que intenta imprimirle un toque bielsista a sus análisis. A pesar del tremendo revés en el amistoso ante España, los pesos pesados estaban a gusto con su entrenador. Hasta Messi, que siempre pedía un despacho en la Ciudad Deportiva Joan Gamper para recibir a los entrenadores de la Albiceleste, le abrió las puertas de su casa en Castelldefels.

Tanto se entusiasmó el técnico con su próspera relación con el 10, que hasta se animó a violar la intimidad del rosarino y colgó fotos del asado con el que lo agasajó. Messi ni chistó. Después de la durísima eliminatoria —lograron la clasificación en el último partido, después de tragarse a tres entrenadores—, Sampaoli había traído un poco de paz al predio de Ezeiza. Además, los jugadores se sentían escuchados por el técnico, como cuando le pidieron pasar a jugar con línea de cuatro en la zaga, en lugar de utilizar tres defensores como pretendía el seleccioandor. “No tenemos laterales”, justificaba Sampaoli. “Se necesita más tiempo para trabajar un equipo con tres centrales”, analizaban los jugadores.
Sampaoli conversa con Mascherano antes del entrenamiento de Argentina. ampliar foto
Sampaoli conversa con Mascherano antes del entrenamiento de Argentina. Lavandeira EFE

Hasta Islandia, en el estreno en Rusia, el técnico se suscribió a la idea de los futbolistas. No ante Croacia. “¿Se verá el equipo que quiere Jorge?”, le preguntaron a uno de los integrantes del cuerpo técnico en la previa del partido contra la selección balcánica. “¿El equipo de Sampaoli? ¿Cuál es la idea del técnico en realidad? Cambia tanto que nunca sabés lo que realmente quiere”, resolvieron. Fueron precisamente los vaivenes del entrenador lo que generaron cierta desconfianza en el grupo, sobre todo en la pretemporada que hicieron en la Ciudad Deportiva del Barcelona. “Nos marea”, concluían desde el vestuario.

Mareo, en la capital catalana; la lona, contra Croacia. Sin embargo, cuando Argentina se encaminaba al KO en Rusia, Nigeria tocó la campana. La victoria del equipo africano ante Islandia le dio una vida extra. El duelo Nigeria-Islandia encontró a un grupo dividido y ensimismado. El cuerpo técnico vio el partido por un lado, algunos jugadores por otro, Messi en soledad. Pero los goles de Musa unieron al grupo y volvieron a poner a Sampaoli en el foco. Reunión de urgencia entre jugadores, cuerpo técnico y directivos.

“Fue una semana difícil, de menor a mayor. Normalmente cuando se pierde hay acusaciones recíprocas, pasa en todos los equipos. Yo intento hablar mucho con mis jugadores, siempre”, subrayó un cabizbajo y arisco Sampaoli. Mascherano, un día antes, en una rueda de prensa arropado por el presidente de la AFA, Claudio Tapia, y Biglia, había barrido para el mismo lado. “Hasta los mejores técnicos del mundo hablan con los jugadores. Nosotros somos los que tomamos las decisiones en el campo”, puntualizó el Jefecito.

Habló Mascherano, habló Sampaoli, nadie disipó la duda: ¿Quién manda en el vestuario? “Si jugaran los históricos la explicación sería que lo hacen porque es un momento muy delicado y es más conveniente hacerlo con los que tienen más experiencia. De lo que sí estoy seguro es que van a tener la obligación de dejar hasta la última gota de transpiración para que Argentina pase de ronda”, aseguró el preparador de Argentina.

Y, de pasada, recordó el ruido en las redes sociales. “Yo las cosas las digo a la cara, no por mensaje. Pertenezco al mundo real, no al virtual. Pero me tengo que involucrar en el virtual porque las personas que me rodean lo utilizan. En el mundo virtual te tratan de delincuente por perder un partido”, aseguró. No hay paz en Argentina; hay, sin embargo, esperanza. “Mañana empieza el Mundial para nosotros. Nos quedan cinco finales y queremos ganarlas”, concluyó Sampaoli.

Entre lo real y lo virtual, entre los rumores y las verdades, entre el vestuario y los directivos, el deterioro de Sampaoli afronta su última prueba ante Nigeria.

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