El avance del régimen sirio provoca una oleada de desplazados sin precedentes
Casi un millón de sirios se ha trasladado a otras zonas del país en los primeros cuatro meses de 2018
Natalia Sancha
Beirut, El País
“Más de 920.000 personas han sido desplazadas internamente en Siria durante los cuatro primeros meses de 2018”, ha sido el drástico balance que ha hecho este lunes en Ginebra Panos Moumtzis, el coordinador humanitario de la ONU para Siria. “Es el mayor desplazamiento que hemos presenciado en los siete años de conflicto y se ha producido en un periodo muy corto”, ha agregado. Estas cifras elevan el masivo trasvase demográfico en una contienda donde la mitad de la población siria de preguerra (estimada en 23 millones en 2010) se ha visto obligada a abandonar sus hogares por la violencia. De ellos, 6.2 millones han sido desplazados internamente, mientras que otros 5.6 han buscado refugio en los países vecinos y en Europa.
A pesar de que el número de frentes se ha visto reducido en el último año con los focos de violencia concentrados en el norte y este del país, los sirios siguen huyendo. En sentido contrario, el retorno de los refugiados en el extranjero se cuenta como gotas en el desierto, con 66.000 en 2017. Al menos 1.8 millones de personas se vieron forzadas a abandonar sus hogares en 2017, frente a los 600.000 desplazados que han retornado a sus casas, la mitad a Alepo.
El repunte del número de desplazados se explica en parte por la reducción de los diversos cercos en el país, donde las poblaciones asediadas han pasado del medio millón contabilizado por la ONU en 2016 a 8.100 personas este mes (habitantes de los norteños poblados de Foua y kefraya asediados por grupos armados insutrrectos). El pasado mes de abril, cerca de 150.000 personas fueron desplazadas del bastión insurrecto de Guta —suburbios al noreste de la capital siria— después de que el Ejército regular sirio lanzara una ofensiva para expulsar a las facciones insurrectas allí apostadas.
Otros 150.000 civiles han huido en lo que va de año de la provincia de Idlib, última del país en manos insurrectas y situada en la frontera occidental que linda con Turquía. Allí, los civiles se exponen a tanto los enfrentamientos intestinos que enfrentan a la rama local de Al Qaeda y varias facciones insurrectas, como al avance terrestre del Ejército regular sirio amparado por los bombarderos rusos. Entre los desplazados se encuentran también los 137.000 civiles que han huido del enclave kurdo de Afrín tras la invasión turca.
La ONU ha instado este viernes al trío Moscú-Teherán- Ankara, garantes de las zonas de distensión de las que Idlib forma parte, a “redoblar sus esfuerzos para reducir las tensiones”. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, sito en Londres, denunció este lunes la muerte de 15 civiles bajo los bombardeos sirios, entre ellos varios menores, después que los cazas sirios anunciaran haber repelido un ataque yihadista en el norte de Idlib.
Los desplazados no tienen a donde huir
“Nos preocupa profundamente ver cómo 2,5 millones de personas pueden convertirse en desplazados”, ha advertido el coordinador humanitario de la ONU. Las cifras hacen referencia a la población actual con la que cuenta la provincia de Idlib, de la que un 60% es desplazada tras ser evacuada de varias antiguas bolsas insurrectas del país como Alepo, Guta o Homs. “Realmente, este [por Idlib] es el último destino, no hay otro sitio a donde ir”, ha matizado sin omitir el temor a que se produzca una avalancha masiva transfronteriza hacia la vecina Turquía, que acoge a más de 3.5 millones de refugiados sirios.
El presupuesto de la ONU en 2018 para aportar ayuda básica a 13,1 millones de sirios se eleva a 2.964 millones de euros, de los que hasta ahora tan solo ha percibido el 26%. Con unos fondos menguantes, el peso de los refugiados se agrava para los países de acogida como Líbano, abriendo grietas en el diálogo que mantiene con la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) sobre el devenir de los 1.5 millones de sirios que alberga el país (una cuarta parte de la población total).
Ajenos a las disputas de pasillo, el goteo de cadáveres que se hunden en el Mediterráneo o regresan de las fronteras terrestres sirias, pone de manifiesto que, aunque a menor ritmo, los sirios siguen huyendo tanto de los combates como del drástico deterioro de la economía siria. Respaldado en tierra por los efectivos de las milicias pro-iraníes y desde el aire por los cazas rusos, el Ejército sirio ha logrado retomar el control del 60% del territorio nacional.
Sin embargo, y conforme se internacionaliza la guerra, poco se ha avanzado para alcanzar una solución política negociada ya sea en el proceso de paz auspiciado por la ONU en Ginebra como en el impulsado en paralelo por Rusia en Astaná. Entrado el octavo año de contienda, la factura humana del conflicto supera el medio millón de muertos, un tercio de ellos civiles, según el recuento que hace el Observatorio.
Natalia Sancha
Beirut, El País
“Más de 920.000 personas han sido desplazadas internamente en Siria durante los cuatro primeros meses de 2018”, ha sido el drástico balance que ha hecho este lunes en Ginebra Panos Moumtzis, el coordinador humanitario de la ONU para Siria. “Es el mayor desplazamiento que hemos presenciado en los siete años de conflicto y se ha producido en un periodo muy corto”, ha agregado. Estas cifras elevan el masivo trasvase demográfico en una contienda donde la mitad de la población siria de preguerra (estimada en 23 millones en 2010) se ha visto obligada a abandonar sus hogares por la violencia. De ellos, 6.2 millones han sido desplazados internamente, mientras que otros 5.6 han buscado refugio en los países vecinos y en Europa.
A pesar de que el número de frentes se ha visto reducido en el último año con los focos de violencia concentrados en el norte y este del país, los sirios siguen huyendo. En sentido contrario, el retorno de los refugiados en el extranjero se cuenta como gotas en el desierto, con 66.000 en 2017. Al menos 1.8 millones de personas se vieron forzadas a abandonar sus hogares en 2017, frente a los 600.000 desplazados que han retornado a sus casas, la mitad a Alepo.
El repunte del número de desplazados se explica en parte por la reducción de los diversos cercos en el país, donde las poblaciones asediadas han pasado del medio millón contabilizado por la ONU en 2016 a 8.100 personas este mes (habitantes de los norteños poblados de Foua y kefraya asediados por grupos armados insutrrectos). El pasado mes de abril, cerca de 150.000 personas fueron desplazadas del bastión insurrecto de Guta —suburbios al noreste de la capital siria— después de que el Ejército regular sirio lanzara una ofensiva para expulsar a las facciones insurrectas allí apostadas.
Otros 150.000 civiles han huido en lo que va de año de la provincia de Idlib, última del país en manos insurrectas y situada en la frontera occidental que linda con Turquía. Allí, los civiles se exponen a tanto los enfrentamientos intestinos que enfrentan a la rama local de Al Qaeda y varias facciones insurrectas, como al avance terrestre del Ejército regular sirio amparado por los bombarderos rusos. Entre los desplazados se encuentran también los 137.000 civiles que han huido del enclave kurdo de Afrín tras la invasión turca.
La ONU ha instado este viernes al trío Moscú-Teherán- Ankara, garantes de las zonas de distensión de las que Idlib forma parte, a “redoblar sus esfuerzos para reducir las tensiones”. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, sito en Londres, denunció este lunes la muerte de 15 civiles bajo los bombardeos sirios, entre ellos varios menores, después que los cazas sirios anunciaran haber repelido un ataque yihadista en el norte de Idlib.
Los desplazados no tienen a donde huir
“Nos preocupa profundamente ver cómo 2,5 millones de personas pueden convertirse en desplazados”, ha advertido el coordinador humanitario de la ONU. Las cifras hacen referencia a la población actual con la que cuenta la provincia de Idlib, de la que un 60% es desplazada tras ser evacuada de varias antiguas bolsas insurrectas del país como Alepo, Guta o Homs. “Realmente, este [por Idlib] es el último destino, no hay otro sitio a donde ir”, ha matizado sin omitir el temor a que se produzca una avalancha masiva transfronteriza hacia la vecina Turquía, que acoge a más de 3.5 millones de refugiados sirios.
El presupuesto de la ONU en 2018 para aportar ayuda básica a 13,1 millones de sirios se eleva a 2.964 millones de euros, de los que hasta ahora tan solo ha percibido el 26%. Con unos fondos menguantes, el peso de los refugiados se agrava para los países de acogida como Líbano, abriendo grietas en el diálogo que mantiene con la Agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) sobre el devenir de los 1.5 millones de sirios que alberga el país (una cuarta parte de la población total).
Ajenos a las disputas de pasillo, el goteo de cadáveres que se hunden en el Mediterráneo o regresan de las fronteras terrestres sirias, pone de manifiesto que, aunque a menor ritmo, los sirios siguen huyendo tanto de los combates como del drástico deterioro de la economía siria. Respaldado en tierra por los efectivos de las milicias pro-iraníes y desde el aire por los cazas rusos, el Ejército sirio ha logrado retomar el control del 60% del territorio nacional.
Sin embargo, y conforme se internacionaliza la guerra, poco se ha avanzado para alcanzar una solución política negociada ya sea en el proceso de paz auspiciado por la ONU en Ginebra como en el impulsado en paralelo por Rusia en Astaná. Entrado el octavo año de contienda, la factura humana del conflicto supera el medio millón de muertos, un tercio de ellos civiles, según el recuento que hace el Observatorio.