Algo más que unos colores
El Mundial no solo es fútbol, es moda y un nicho de mercado
Lorena Pacho
Roma, El País
Para futbolistas y aficionados la camiseta es un elemento sacrosanto. No es solo estética, es una cuestión de identidad, de orgullo nacional y de pertenencia a un grupo. En un Mundial se convierte en la tarjeta de presentación del espíritu deportivo de todo un país y en una pasarela enorme aunque poco convencional. Los jugadores traspasan las barreras del deporte para convertirse en el buque insignia de un negocio multimillonario.
El campeonato del mundo no solo es fútbol, también es moda y un suculento nicho de mercado. Las grandes marcas se pelean por vestir a los mejores equipos. Una competición de estas características es una ocasión inmejorable para relanzar el consumo y, antes de que empiece a rodar el balón en Rusia, ya ha comenzado el Mundial de la mercadotecnia. Gigantes de la moda deportiva como Nike, Adidas o Puma —que juntos copan en torno al 90% del patrocinio de la indumentaria futbolística— han habilitado un departamento concreto con diseñadores internacionales que se encargan de crear la equipación idónea para cada necesidad. Moda y fútbol se han convertido en un matrimonio de conveniencia desde hace tiempo. Los atuendos de las selecciones son una pieza esencial y atesoran tanta historia como cualquier otro referente cultural de estilo.
Con el tiempo han experimentado toda una evolución. Los cortes y los talles han cambiado de manera radical: los pantalones se han acortado y las camisetas, que han dejado atrás los cuellos tipo polo, son cada vez más entalladas. Con la llegada al deporte de las telas sintéticas en los años setenta, los uniformes se hicieron menos pesados y más cómodos. A partir de los noventa el diseño deportivo se revolucionó y se dejaron de fabricar camisetas clásicas lisas o con rayas y se empezó a apostar por estampados, combinaciones geométricas, símbolos y detalles que identifican a la marca. En la actualidad, en este campo se combina la tecnología para crear tejidos ligeros a prueba de (al menos) 90 minutos a pleno rendimiento y el diseño enfocado a crear tendencia, por lo que estética e innovación se dan la mano.
También ha cambiado la forma de presentar al público las flamantes equipaciones y las fotos de jugadores luciendo la camiseta con una sonrisa para la cámara y los brazos cruzados, van quedando atrás. Hoy las prendas se dan a conocer lejos del balón y del terreno de juego. Una marca italiana lo demuestra. Aunque Italia no competirá en este Mundial, algo que no ocurría desde hace 60 años, sí estará presente en Rusia la firma Erreà, que ha diseñado la vestimenta de la selección de Islandia que se estrena por primera vez en una Copa del Mundo. La casa presentó junto al equipo islandés sus diseños con un llamativo y popular vídeo que resalta las delicias del país nórdico a través de imágenes épicas de géiseres, nieve y naturaleza salvaje. En el atuendo quedan plasmados los colores del país: azul, rojo y blanco. "El agua, la lava y el hielo se funden perfectamente en la nueva camiseta, realizada para representar, lo mejor posible, la particularidad y la belleza de Islandia y su selección", explica la compañía.
Los colores son el distintivo de los equipos y, por ende, del país al que representan y una parte integral en la cultura y es lo único que no ha cambiado. Casi todas las selecciones mantienen los mismos desde hace décadas. Habitualmente son los de la bandera, aunque Italia es una excepción. Sus camisetas son azules (y no rojas, blancas o verdes) porque ese es el color de la casa Saboya, la monarquía que unificó el país.
Simone Panizzi es uno de los primeros aficionados en reunir una colección completa de camisetas originales de todas las selecciones reconocidas por la Federación Internacional de Fútbol. La tarea no ha sido fácil. Las ha ido comprando a lo largo de seis años o pidiendo a jugadores que en su día las vistieron. Los medios italianos llaman a su particular colección "la ONU del balón" —la FIFA cuenta con 211 asociados frente a los 193 Estados miembros de Naciones Unidas— y él destaca que es un recorrido histórico por la idiosincrasia de las selecciones nacionales, aunque algunas nunca hayan llegado a disputar un Mundial.
"Tengo bastantes de hace 20 años con las que sudas solo con verlas. Hay poca variedad de colores, pero una multiplicidad de diseños y modelos que se van reformulando en clave más moderna con tecnologías y materiales actuales", explica a EL PAÍS.
Lorena Pacho
Roma, El País
Para futbolistas y aficionados la camiseta es un elemento sacrosanto. No es solo estética, es una cuestión de identidad, de orgullo nacional y de pertenencia a un grupo. En un Mundial se convierte en la tarjeta de presentación del espíritu deportivo de todo un país y en una pasarela enorme aunque poco convencional. Los jugadores traspasan las barreras del deporte para convertirse en el buque insignia de un negocio multimillonario.
El campeonato del mundo no solo es fútbol, también es moda y un suculento nicho de mercado. Las grandes marcas se pelean por vestir a los mejores equipos. Una competición de estas características es una ocasión inmejorable para relanzar el consumo y, antes de que empiece a rodar el balón en Rusia, ya ha comenzado el Mundial de la mercadotecnia. Gigantes de la moda deportiva como Nike, Adidas o Puma —que juntos copan en torno al 90% del patrocinio de la indumentaria futbolística— han habilitado un departamento concreto con diseñadores internacionales que se encargan de crear la equipación idónea para cada necesidad. Moda y fútbol se han convertido en un matrimonio de conveniencia desde hace tiempo. Los atuendos de las selecciones son una pieza esencial y atesoran tanta historia como cualquier otro referente cultural de estilo.
Con el tiempo han experimentado toda una evolución. Los cortes y los talles han cambiado de manera radical: los pantalones se han acortado y las camisetas, que han dejado atrás los cuellos tipo polo, son cada vez más entalladas. Con la llegada al deporte de las telas sintéticas en los años setenta, los uniformes se hicieron menos pesados y más cómodos. A partir de los noventa el diseño deportivo se revolucionó y se dejaron de fabricar camisetas clásicas lisas o con rayas y se empezó a apostar por estampados, combinaciones geométricas, símbolos y detalles que identifican a la marca. En la actualidad, en este campo se combina la tecnología para crear tejidos ligeros a prueba de (al menos) 90 minutos a pleno rendimiento y el diseño enfocado a crear tendencia, por lo que estética e innovación se dan la mano.
También ha cambiado la forma de presentar al público las flamantes equipaciones y las fotos de jugadores luciendo la camiseta con una sonrisa para la cámara y los brazos cruzados, van quedando atrás. Hoy las prendas se dan a conocer lejos del balón y del terreno de juego. Una marca italiana lo demuestra. Aunque Italia no competirá en este Mundial, algo que no ocurría desde hace 60 años, sí estará presente en Rusia la firma Erreà, que ha diseñado la vestimenta de la selección de Islandia que se estrena por primera vez en una Copa del Mundo. La casa presentó junto al equipo islandés sus diseños con un llamativo y popular vídeo que resalta las delicias del país nórdico a través de imágenes épicas de géiseres, nieve y naturaleza salvaje. En el atuendo quedan plasmados los colores del país: azul, rojo y blanco. "El agua, la lava y el hielo se funden perfectamente en la nueva camiseta, realizada para representar, lo mejor posible, la particularidad y la belleza de Islandia y su selección", explica la compañía.
Los colores son el distintivo de los equipos y, por ende, del país al que representan y una parte integral en la cultura y es lo único que no ha cambiado. Casi todas las selecciones mantienen los mismos desde hace décadas. Habitualmente son los de la bandera, aunque Italia es una excepción. Sus camisetas son azules (y no rojas, blancas o verdes) porque ese es el color de la casa Saboya, la monarquía que unificó el país.
Simone Panizzi es uno de los primeros aficionados en reunir una colección completa de camisetas originales de todas las selecciones reconocidas por la Federación Internacional de Fútbol. La tarea no ha sido fácil. Las ha ido comprando a lo largo de seis años o pidiendo a jugadores que en su día las vistieron. Los medios italianos llaman a su particular colección "la ONU del balón" —la FIFA cuenta con 211 asociados frente a los 193 Estados miembros de Naciones Unidas— y él destaca que es un recorrido histórico por la idiosincrasia de las selecciones nacionales, aunque algunas nunca hayan llegado a disputar un Mundial.
"Tengo bastantes de hace 20 años con las que sudas solo con verlas. Hay poca variedad de colores, pero una multiplicidad de diseños y modelos que se van reformulando en clave más moderna con tecnologías y materiales actuales", explica a EL PAÍS.