Venezuela, un moridero de personas y sueños

Eleonora Bruzual
Infobae
Hablar de Venezuela como un país se hace cada vez más difícil, un país es otra cosa muy diferente a esta tierra saqueada que nos deja casi 20 años de castrochavismo atrincherado en un poder que pretenden eterno, como eterna ha sido hasta ahora la tragedia cubana con una tiranía de sesenta años. Hablar de Venezuela es ya un repetir y repetir lo que decimos muchos desde hace lustros y nada pasa…


Decir hoy lo que dije hace años sigue cabalmente vigente, porque nada ha cambiado, solo se agudiza. Y nada de lo que narremos nosotros los periodistas grafica plenamente el horror que se vive en un país devastado y ensangrentado como es ahora Venezuela.

Patéticas imágenes que han podido captarse burlando la censura de una narcotiranía brutal testifican que no hay exageración cuando referimos una tragedia humanitaria existente y producto de un tiempo de desvalijamiento tenaz que no se circunscribe a la época en la cual Nicolás Maduro ha estado en la presidencia, sino que viene de más atrás… Comenzó con Hugo Chávez entregando soberanía y recursos a los tiranos cubanos y después a rusos, chinos, bielorrusos e iraníes insertándose en un bloque de países enemigos de los Estados Unidos y de todas las democracias occidentales y financiando en América Latina ese trasnochado sueño del sátrapa Fidel Castro de ver nuestro subcontinente bajo el sino maldito del comunismo.

Y logró ese sueño demoniaco y vio a Venezuela destruida. La vieron los Castro y la padecemos nosotros, ciudadanos condenados al hambre, la insalubridad, al terrorismo de estado, a la mentira como política, a la burla de unos hampones empoderados y sus cómplices siempre solícitos porque nada los ha beneficiado más que esos roles de "Disidentes" bien pagados.

Hace más de 10 años escribí que cuando el tropero ladrón y traidor Hugo Chávez llegó a La Habana en 1994 dijo quién era y que planes tenía… Escribí que recordaba claramente el video que a muchos nos llegó bastante antes de las elecciones del año 98, y como sus hinchas, hoy buena parte de ellos activos opositores, cuando les hablaba de verlo y tomar en serio lo que allí decía y el peligro que significaba Castro camelando a un tropero golpista que había tratado de ir no sólo contra un régimen democráticamente elegido sino también de acabar con la vida de Carlos Andrés Pérez, presidente para ese momento, sus respuestas coincidían siempre: ¡Es que tú eres tan anticomunista que ves fantasmas en todas partes!

Y como en ese tiempo ya lejano digo de nuevo que los fantasmas resultaron unos vivísimos traidores a la patria que en su afán de eternizarse en el Poder pactaron con Castro y le entregaron Venezuela. Digo que ya llevamos años sintiendo en nuestra carne la degradante tiranía cubana generadora de muerte, destierro, hambre, prostitución, desesperanza, y que cuando veo esa vergonzante realidad que no solo continúa sino que se agudiza, agrego con dolor lo que escuché o leí y que no recuerdo ahora de quién es su autoría: «Un país que no protesta es un país muerto».

Y un país muerto o condenado a morir es aquel que frente a las voces que no han cesado de alertar, sus líderes y muchos de sus ciudadanos decidieron por los oídos sordos y los acomodos que -sin dudas- también les hicieron a muchos de ellos millonarios en este saqueo que nos muestra en patética ruina y resignación canalla… Voces como la de Otto Reich, ex secretario de Estado adjunto para el Hemisferio Occidental, quien el 10 de marzo 2010 frente al Comité de la Cámara de Asuntos Exteriores del Congreso de EEUU advirtió: Durante los 11 años de Chávez en el poder, Hamas y Hezbollah han establecido una peligrosa presencia en Venezuela. Que no dio rodeos para asegurar que Chávez convirtió a Venezuela en una provincia de la Cuba castrista y que para la época que hizo esas denuncias (Hace ya más de 8 años) habían en Venezuela entre 40.000 y 50.000 cubanos en misión oficial, con el beneplácito de Chávez. Y entonces vamos a preguntarnos ¿Con Maduro, cuántos hay?

Escribí hace unos días en Twitter, red que es tribuna para que los venezolanos podamos expresarnos con libertad y sin el permiso de medios y figurones que deciden quién habla y quien no, que actos tan básicos y cotidianos como bañarse nos hacen dar gracias a Dios aquí donde millones no tienen agua, no tienen jabón, no tienen desodorante… Que un país donde cientos de miles mueren de hambre y mengua, y es devorado por la insaciable maldad de los castrochavistas, narcochoros y afines no es un país, es un moridero de personas y sueños.

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