Netanyahu acusa a Abbas de negar el Holocausto y vincularlo a la “usura” de los judíos

El presidente palestino niega que las persecuciones en Europa fueran por su "identidad religiosa"

Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
El veterano presidente palestino, Mahmud Abbas, ha levantado una polvareda tras asegurar en un discurso que los judíos no fueron perseguidos en Europa por su religión, sino por “su función social ligada a la usura y la banca”. Sus palabras del lunes ante la asamblea legislativa de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) pasaron inadvertidas hasta que este miércoles dirigentes israelíes y de la diáspora judía han condenado su discurso. Benjamín Netanyahu elevó el tono de las críticas al reclamar la dimisión de Abu Mazen, apodo del rais: “Abbas ha vuelto a recitar de nuevo sus despreciables eslóganes de antisemitismo, y aparentemente sigue negando el Holocausto. Ya es hora de que se vaya".


Ministros, diputados y responsables diplomáticos israelíes han arremetido contra la intervención de Abbas ante el Consejo Nacional Palestino, que se reunía por primera vez en más de dos décadas. “Con ignorancia y descaro ha proclamado que los judíos europeos fueron perseguidos y asesinados porque concedían préstamos con interés”, apostilló Netanyahu.

Bien entrada la noche del lunes, cuando las agencias de noticias ya habían enviado sus informaciones, Abu Mazen proseguía en la sede de la presidencia en Ramala su discurso inaugural de cerca de dos horas de duración, retransmitido en directo por la televisión pública palestina. Abbas citó a historiadores judíos sionistas para argumentar su tesis. “Desde el siglo XI hasta el Holocausto, los judíos europeos fueron objeto de matanzas cada 10 o 15 años. Puedo citar a tres autores que sostienen que la enemistad hacia los judíos no se debió a su identidad religiosa”, dijo a los delegados de la OLP, “sino a su función social ligada a la usura y la banca. Los que vivían en países árabes no fueron perseguidos”.

Abbas también negó que los askenazis, los judíos de origen centroeuropeo, mantengan relación con los pueblos semitas (que incluyen a hebreos y árabes). Sostuvo que proceden del antiguo Imperio Jázaro, que se extendió por el este de Europa y el Cáucaso entre los siglos VII y XIV y en el que el judaísmo llegó a ser la religión oficial. “Esa gente no tiene nada que ver con Abraham, Jacob y otros (profetas)".

Finalmente, defendió la idea de que Adolf Hitler fomentó la emigración de los judíos desde Alemania a Palestina al permitir el traspaso de sus fondos mediante un acuerdo entre del Ministerio de Economía del Tercer Reich y el Banco Anglo-Palestino.

“Abbas ha caído a su nivel más bajo”, sentenció el embajador de EE UU en Israel, David Friedman. “La paz no puede construirse sobre esas bases”, agregó Jason Greenblatt, el mediador enviado por el presidente Donald Trump a Oriente Próximo. Ambos responsables diplomáticos norteamericanos son judíos practicantes. La Liga Antidifamación, organización estadounidense que hace campaña en contra del antisemitismo, condenó “una narrativa en la que se responsabiliza a los judíos del Holocausto y que niega su milenaria presencia y su conexión con la tierra de Israel”.

La portavoz de la Alta Representante de Política Exterior de la UE, Federica Mogherini, ha condenado las "inaceptables declaraciones" de Abbas, sobre la persecución histórica a los judíos y ha denunciado "cualquier intento de justificar el Holocausto".

El líder palestino ya protagonizó una polémica hace cuatro décadas con un trabajo universitario en el que aludía a una relación secreta entre el nazismo y el sionismo. En 2003 se desmarcó del negacionismo al afirmar que “el Holocausto fue un crimen contra el pueblo judío y un crimen contra la humanidad”.

Amira Hass, analista experta en cuestiones palestinas, puntualizaba en el diario Haaretz que Abbas había intentado recurrir a la historiografía en su discurso del lunes para definir el establecimiento del Estado judío como “un proyecto colonialista de países cristianos”, pero cometió en su intervención “embarazosos errores e importantes omisiones con un marcado aroma de antisemitismo”. “Esto revela el estilo de gobernar de un hombre”, concluye Hass, “que no escucha las críticas y solo se deja asesorar por quienes le dicen lo que quiere oír”.

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