Los sondeos a pie de urna dan una contundente victoria al ‘sí’ en el referendum del aborto en Irlanda

Los irlandeses habrían apoyado en un 68% reformar una de las regulaciones más restrictivas del mundo, según dos encuestas en los colegios electorales

Pablo Guimón
Dublín, El País
A falta de que este sábado por la tarde se conozcan los resultados, los dos sondeos a pie de urna dan este viernes por la noche, minutos después del cierre de las urnas, una contundente victoria al sí (68%, en un caso, y 69,4% en el otro) en el histórico referéndum sobre el aborto en Irlanda. El resultado definitivo de la consulta, en la que los irlandeses decidían si reformar o no uno de los regímenes mas restrictivos del mundo, determinará si la equiparación de Irlanda en materia social con el resto de Europa es irreversible o si, por el contrario, ha alcanzado su límite.


El primero de los sondeos realizado por Ipsos para The Irish Times, a partir de 4.000 entrevistas en los colegios electorales, da una abrumadora victoria al sí, que habrían apoyado más de dos tercios de los votantes (68%). Un resultado que, de confirmarse, superaría las expectativas más optimistas de los partidarios de legalizar el aborto. La segunda encuesta, con 3.000 entrevistas, publicada por la televisión pública RTÉ un poco después, amplía aún más la victoria del sí, a un 69,4%.

Los sondeos revelan que el sí habría ganado incluso en la Irlanda rural. "Parece que vamos a hacer historia mañana", tuiteaba poco después de la publicación del último sondeo el primer ministro, Leo Varadkar, que ha apoyado el sí como todos los líderes de los partidos con representación parlamentaria. El recuento comienza el sábado a las 9.00 de la mañana, hora local, y los resultados definitivos se concerán a media tarde.

En las urnas, abiertas entre las 7.00 y las 22.00, ha terminado este viernes una polarizadora y emocionante campaña electoral que ha sacado a la calle el conflicto latente en Irlanda entre un conservadurismo social, construido durante décadas por una Iglesia Católica que se resigna a su pérdida influencia, y una juventud cosmopolita y viajera que rechaza el modelo de sociedad en el que ha crecido. Pase lo que pase, el estigma ha caído y la conversación, para bien o para mal, es imposible ya de acallar.

Los votantes se han pronunciado sobre si se retira o no la Octava Enmienda, añadida en la Constitución de la República de Irlanda tras un referéndum en 1983, que equipara el derecho a la vida de una mujer embarazada con el de su feto. Esa es la base de una prohibición casi total del aborto, incluso en casos de violación, incesto, anomalía fetal o riesgo a la salud de la madre, matizada por una ley de 2014 que, tras el escándalo por la muerte por septicemia de una mujer la que se le negó un aborto, añade una excepción para casos de riesgo de muerte de la madre.

Si gana el no, el régimen seguirá como hasta ahora. Si gana el sí, como indican los dos sondeos a pie de urna encargados, el Parlamento estará autorizado a legislar para regular la interrupción del embarazo, a partir de un proyecto de ley propuesto por el Gobierno, que contempla el aborto legal para todas las mujeres en las primeras 12 semanas de gestación. Después, hasta las 24 semanas, las mujeres embarazadas estarían autorizadas a abortar si su vida o su salud estuvieran en riesgo (algo que deberían acordar dos médicos) y si el feto no pudiera sobrevivir fuera del cuerpo de la madre.

El sí ha centrado su campaña en que el aborto es una realidad en Irlanda y la estricta regulación exporta de manera hipócrita el problema, a costa del sufrimiento de las mujeres. Cada año, cerca de 3.500 mujeres viajan al extranjero a abortar y 2.000 más adquieren ilegalmente píldoras abortivas en Internet, arriesgándose a penas de cárcel. La campaña del no ha defendido que la propuesta del Gobierno va demasiado lejos y oculta un “aborto a demanda”, a pesar de que el proyecto de ley equipararía la normativa irlandesa con las de los principales países europeos.

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