La izquierda francesa pierde fuerza en su movilización contra Macron
La baja participación en una manifestación conjunta de partidos y sindicatos en Francia contribuye a reforzar al Gobierno en sus reformas
Silvia Ayuso
París, El País
La marcha convocada este sábado por la izquierda y los sindicatos en Francia debía ser el principio de un “frente popular” que forzara a Emmanuel Macron a dar marcha atrás en la oleada de reformas que para estas organizaciones el presidente hace a costa de los trabajadores. Pero la “marea popular” se quedó en oleaje suave, con una participación menor incluso que en manifestaciones previas convocadas por menos formaciones. Mientras, Macron ha prometido que seguirá adelante con su programa de reformas.
Según el sindicato CGT, uno de los organizadores de la protesta, 250.000 personas se manifestaron en toda Francia, 80.000 en París. Una cifra muy alejada de las 21.000 personas censadas por la policía en la capital francesa y de las 31.700 estimadas por la empresa que realiza un recuento independiente para medios galos. La cifra manejada por la CGT es mucho más baja incluso que la barajada en la última gran manifestación convocada por la izquierda en la capital francesa contra el Gobierno centrista, la “fiesta para Macron” del pasado 5 de mayo que, según sus organizadores, reunió a 160.000 personas en la capital, 40.000 según la policía.
Francia lleva sumida en una serie de huelgas intermitentes —la principal, la del Servicio Nacional de Ferrocarriles (SNCF), que dura ya dos meses— y de manifestaciones que no han conseguido hasta ahora hacer que el Gobierno dé su brazo a torcer en las reformas económicas, políticas y sociales que ha emprendido. Por ello, una participación alta era clave para el éxito de la protesta, según habían reconocido sus propios organizadores.
“Hace falta que la gente se demuestre a sí misma que son numerosos, que tienen fuerza. Lo necesitan para vencer al miedo, a la resignación, a la sensación de estar aislados y perdidos. Macron debe sentir su aliento en la nuca”, dijo Jean-Luc Mélenchon, líder de Francia Insumisa, en entrevista con el diario Libération.
La manifestación, celebrada en diversos puntos del país, había sido convocada por más de 60 partidos, sindicatos y organizaciones de izquierdas. Esto, en vista de la desunión de las organizaciones en convocatorias anteriores, había sido considerado ya como un éxito, aunque también este fue limitado: por un lado, dos de los principales sindicatos de izquierdas, Fuerza Obrera y la CFDT, no se adhirieron. Además, las principales figuras de la protesta desfilaron no solo por separado, sino en ciudades distintas: Mélenchon marchó en Marsella, mientras que Philippe Martinez, del sindicato CGT, que hasta ahora había rechazado unirse al partido de izquierda alternativa, lo hizo en París.
Desde Marsella, Mélenchon llamó a “formar el frente popular que necesita el pueblo” ante las políticas de Macron. “El país es rico, el país tiene que compartir, basta ya que sean siempre los mismos los que tienen todo”, proclamó. En París, Martinez dijo que la decisión inusual de su sindicato de marchar junto a partidos políticos —además de Francia Insumisa, se adhirieron el Partido Comunista, los ecologistas y el nuevo partido del excandidato presidencial socialista Benoît Hamon, Generaciones— se debe a que el reclamo era claro. Se trata, dijo, “de hablar del poder de compra, de derechos colectivos, de protección social”.
“Estamos hartos, siempre somos los mismos los que tenemos que apretarnos el cinturón”, decía en París Agnès, que había acudido a protestar junto a un amigo, Toufik. “No se trata solo de las reformas de Macron, sino de la orientación de estas, que solo van a beneficiar a la clase dominante”, acotó este. El mensaje de que Macron es un “presidente de los ricos” era omnipresente en la protesta parisina. “No es solo el presidente de los ricos, ¡es el presidente de los muy ricos!”, exclamaba Claude, un jubilado que portaba una pancarta denunciando la reducción de impuestos realizada por Macron a grandes capitales para fomentar la inversión en el país. “Tenemos la impresión de que el presidente solo gobierna para los ricos, va a crear más precariedad y una mayor brecha entre ricos y pobres”, lamentaban por su parte Cécile y Riles, dos jóvenes que acaban de entrar en el mercado laboral.
No parece, sin embargo, que el presidente se vaya a dar por aludido esta vez. Desde Rusia, en vísperas de la manifestación de este sábado, el presidente ya había advertido, una vez más, de que ninguna protesta callejera le hará cambiar de rumbo.
“Escucho permanentemente a la gente. Creé mi proyecto basándome en la capacidad de escuchar y comprender en qué situación se encontraba el país”, dijo en entrevista con la cadena BFM TV. Pero “escuchar a la gente no implica ser una veleta de la opinión pública”, puntualizó. “A aquellos que quieren bloquear el país, les digo que no lo lograrán. Ningún desorden me detendrá (…) Las reformas van a continuar”, prometió.
Silvia Ayuso
París, El País
La marcha convocada este sábado por la izquierda y los sindicatos en Francia debía ser el principio de un “frente popular” que forzara a Emmanuel Macron a dar marcha atrás en la oleada de reformas que para estas organizaciones el presidente hace a costa de los trabajadores. Pero la “marea popular” se quedó en oleaje suave, con una participación menor incluso que en manifestaciones previas convocadas por menos formaciones. Mientras, Macron ha prometido que seguirá adelante con su programa de reformas.
Según el sindicato CGT, uno de los organizadores de la protesta, 250.000 personas se manifestaron en toda Francia, 80.000 en París. Una cifra muy alejada de las 21.000 personas censadas por la policía en la capital francesa y de las 31.700 estimadas por la empresa que realiza un recuento independiente para medios galos. La cifra manejada por la CGT es mucho más baja incluso que la barajada en la última gran manifestación convocada por la izquierda en la capital francesa contra el Gobierno centrista, la “fiesta para Macron” del pasado 5 de mayo que, según sus organizadores, reunió a 160.000 personas en la capital, 40.000 según la policía.
Francia lleva sumida en una serie de huelgas intermitentes —la principal, la del Servicio Nacional de Ferrocarriles (SNCF), que dura ya dos meses— y de manifestaciones que no han conseguido hasta ahora hacer que el Gobierno dé su brazo a torcer en las reformas económicas, políticas y sociales que ha emprendido. Por ello, una participación alta era clave para el éxito de la protesta, según habían reconocido sus propios organizadores.
“Hace falta que la gente se demuestre a sí misma que son numerosos, que tienen fuerza. Lo necesitan para vencer al miedo, a la resignación, a la sensación de estar aislados y perdidos. Macron debe sentir su aliento en la nuca”, dijo Jean-Luc Mélenchon, líder de Francia Insumisa, en entrevista con el diario Libération.
La manifestación, celebrada en diversos puntos del país, había sido convocada por más de 60 partidos, sindicatos y organizaciones de izquierdas. Esto, en vista de la desunión de las organizaciones en convocatorias anteriores, había sido considerado ya como un éxito, aunque también este fue limitado: por un lado, dos de los principales sindicatos de izquierdas, Fuerza Obrera y la CFDT, no se adhirieron. Además, las principales figuras de la protesta desfilaron no solo por separado, sino en ciudades distintas: Mélenchon marchó en Marsella, mientras que Philippe Martinez, del sindicato CGT, que hasta ahora había rechazado unirse al partido de izquierda alternativa, lo hizo en París.
Desde Marsella, Mélenchon llamó a “formar el frente popular que necesita el pueblo” ante las políticas de Macron. “El país es rico, el país tiene que compartir, basta ya que sean siempre los mismos los que tienen todo”, proclamó. En París, Martinez dijo que la decisión inusual de su sindicato de marchar junto a partidos políticos —además de Francia Insumisa, se adhirieron el Partido Comunista, los ecologistas y el nuevo partido del excandidato presidencial socialista Benoît Hamon, Generaciones— se debe a que el reclamo era claro. Se trata, dijo, “de hablar del poder de compra, de derechos colectivos, de protección social”.
“Estamos hartos, siempre somos los mismos los que tenemos que apretarnos el cinturón”, decía en París Agnès, que había acudido a protestar junto a un amigo, Toufik. “No se trata solo de las reformas de Macron, sino de la orientación de estas, que solo van a beneficiar a la clase dominante”, acotó este. El mensaje de que Macron es un “presidente de los ricos” era omnipresente en la protesta parisina. “No es solo el presidente de los ricos, ¡es el presidente de los muy ricos!”, exclamaba Claude, un jubilado que portaba una pancarta denunciando la reducción de impuestos realizada por Macron a grandes capitales para fomentar la inversión en el país. “Tenemos la impresión de que el presidente solo gobierna para los ricos, va a crear más precariedad y una mayor brecha entre ricos y pobres”, lamentaban por su parte Cécile y Riles, dos jóvenes que acaban de entrar en el mercado laboral.
No parece, sin embargo, que el presidente se vaya a dar por aludido esta vez. Desde Rusia, en vísperas de la manifestación de este sábado, el presidente ya había advertido, una vez más, de que ninguna protesta callejera le hará cambiar de rumbo.
“Escucho permanentemente a la gente. Creé mi proyecto basándome en la capacidad de escuchar y comprender en qué situación se encontraba el país”, dijo en entrevista con la cadena BFM TV. Pero “escuchar a la gente no implica ser una veleta de la opinión pública”, puntualizó. “A aquellos que quieren bloquear el país, les digo que no lo lograrán. Ningún desorden me detendrá (…) Las reformas van a continuar”, prometió.