La crisis argentina da alas al peronismo

El rescate financiero pedido por Macri al FMI dispara la beligerancia opositora

Federico Rivas Molina
Buenos Aires, El País
El peronismo ha vuelto. Poco a poco y tan dividido como siempre, pero el rescate al FMI pedido por Mauricio Macri le ha dado el oxígeno que necesitaba para reinventarse. No hay Gobierno en Argentina que resista una crisis económica, y el peronismo lo sabe. El debate por una nueva ley que regule el mercado de capitales, que terminó aprobándose, y otra que anule el aumento de las tarifas de los servicios públicos, aún en discusión, dio alas a la oposición para cargar contra Macri. "Lo que desencadenó este plan B o C o D no es responsabilidad del Gobierno anterior, ni de la oposición, ni de la coyuntura internacional. Es responsabilidad de un mal plan económico", gritó desde su banca de diputado el exministro de Economía de Cristina Fernández, Axel Kicillof. "Es notable cómo han chocado la calesita en dos años y medio", dijo Agustín Rossi, jefe de la bancada kirchnerista.


Ese es el clima político que se respira en Argentina, donde Macri parece haber perdido su estrella. El macrismo no tiene mayoría en ambas Cámaras del Congreso y cada paso que da lo obliga a complejas negociaciones políticas. Hasta ahora no tuvoo demasiados problemas, porque una oposición atomizada apenas pudo hacerle frente. La crisis del peronismo tras las derrotas en las presidenciales de 2015 y las legislativas del año pasado ayudaron mucho a Macri.

Los herederos del general Perón estuvieron hasta ahora divididos entre dialoguistas –aquellos que negocian punto por punto las leyes que el macrismo necesita- y kirchneristas, más radicales en el choque con la Casa Rosada. Pero la decisión de Macri de pedir un rescate al Fondo ha alterado, de un día para el otro, todo el escenario político argentino. El macrismo estaba convencido de que tenía la reelección de su líder asegurada en 2019, todo un hito histórico para el primer presidente no peronista que puede terminar su mandato desde el regreso a la democracia, hace más de 40 años. Pero en Argentina no hay supervivencia posible si la crisis económica se profundiza. La mala imagen del FMI no ayuda en esa carrera.

El peronismo ha visto, entonces, que puede tener una oportunidad en las elecciones del año que viene. Al menor puede lograr, especulan, una segunda vuelta electoral que obligue a Macri a una larga campaña. Ayer se escucharon voces críticas al Presidente entre el peronismo no kirchnerista, más moderado, como el que representa el jefe de la bancada en el Senado. Miguel Pichetto dijo a diario Clarín que el país puede estar a las puertas de una "colisión". "No será ahora", aclaró, "pero hay malas señales, hubo mucha mala praxis. Los argentinos tenemos mala memoria colectiva con el Fondo". Desde el kircherismo, más duros en sus expresiones, tuvieron la palabra sus diputados más representativos, como Kicillof y Rossi. Cristina Fernández, en cambio, se mantuvo en silencio, tal vez a la espera de que maduren los acontecimientos.

La compleja coyuntura económica despertó incluso de su letargo a la mayor central obrera del país, la CGT, enfrascada en peleas internas que la tienen al borde de la fractura. La dirigencia sindical, hoy en manos de un triunvirato, advirtió que el FMI "viene por los convenios colectivos de trabajo", el paquete de normas que regula las relaciones entre empleados y empresas desde la década del 70, herencia del peronismo. Advirtió incluso que puede haber una huelga general, pero sin dar más detalles. La CGT tiene mucho de qué quejarse: los sindicatos que negocian los aumentos salariales durante el inicio del año han cerrado acuerdos alrededor del 15%, en línea con la meta de inflación que se puso el Gobierno para 2018. Esa meta es ya imposible de alcanzar. Lo era antes de la corrida cambiaria, cuando el FMI ya pronosticaba 19% de inflación, y lo es mucho más ahora, cuando el dólar se ha disparado. Hay, por ahora, paz sindical, pero no durará mucho.

Mientras la espuma política crece, los mercados se mostraron ayer algo más calmos. El peso argentino no bajó frente al dólar, pero tampoco subió y se mantuvo cerca de los 23 pesos. La cuota de optimismo la dio la Bolsa, donde las acciones subieron casi 6%. Los mercados aplaudieron, mientras el peronismo espera agazapado.

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